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El fantasma de Piazzolla sobrevoló el balneario

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Todas las mañanas se embarcaba en la lancha del uruguayo Rinaldi. Foto: R. Figueredo.

Acordes de la Suite Punta del Este volvieron a sonar con esplendor en la Catedral de Maldonado.

El fantasma de Astor Piazzolla planeó ayer sobre la Catedral de San Fernando de Maldonado, desde el momento en que sonaron los primeros compases de la Suite Punta del Este, cuando ya había caído la noche.

La Catedral fue escenario de un concierto en homenaje al Centro de Artes y Letras de Punta del Este con motivo de la donación de su archivo al Centro de Documentación Histórica Departamental de la Intendencia de Maldonado, y el momento cúlmine fue la interpretación de la suite de Piazzolla, a cargo de un ensemble de músicos locales (ver aparte).

Los acordes de la obra, que tuvo su estreno mundial en 1980, en esa misma Catedral, retrotrajeron al auditorio a aquellos años en que el autor argentino dejó su huella en Punta del Este.

Largo romance

La relación entre Astor Pantaleón Piazzolla y Punta del Este nació como un romance en 1970 y con el transcurso del tiempo se convirtió en una verdadera historia de amor que se prolongó durante dos décadas.

Retazos de ese idilio sobreviven aún hoy en la casa de Rincón del Indio que fue su refugio en territorio oriental, y en la Suite que el músico argentino compuso por expreso pedido del desaparecido Centro de las Artes y Letras de Punta del Este.

"Porque estoy enamorado de ella, cerca de Buenos Aires y lejos de los que no quiero ver", con estas palabras Piazzolla definía su sentimiento hacia Punta del Este. ¿Qué cosas de la Península lo sedujeron, siendo él un hombre que había nacido y vivido su primera infancia junto a las olas de Mar del Plata? Quienes fueron sus amigos comentaban que en Punta del Este, el autor de Adiós Nonino encontró su lugar en el mundo, y que soñaba con radicarse allí de manera permanente el día que se retirara. Esto no sucedió nunca, fue tan solo un sueño.

El desembarco.

De mal genio y comentarios sarcásticos, Piazzolla llegó a la Península por primera vez en 1970, para presentarse junto a su compatriota Amelita Baltar, entonces su esposa, en el teatro de la galería Sagasti, en Gorlero. Eran los tiempos de Balada para un loco y Chiquilín de Bachín cuya letra compuso el uruguayo Horacio Ferrer y que Baltar, con su ronca voz, convirtió en un suceso, hoy legendario. En ese primer desembarco en la Península y en rueda de prensa con los medios que cubrían la temporada, Piazzolla se despachó: "En materia de tango todo tiempo pasado fue peor", y agregó: "La Cumparsita es el peor tango que he escuchado en mi vida". Y para rematarla, comentó: "No tengo dudas que Gardel era francés pero qué importancia puede tener eso, si total desafinaba...".

En 1982, Piazzolla compró una casa en Punta del Este. Lo hizo pensando en el día en que se retiraría de los escenarios para dedicarse exclusivamente a componer. El vendedor fue el embajador uruguayo Gustavo Magariños. El chalet, ubicado en la Parada 22, en Rincón del Indio se llamaba El Casco y había sido construido por el arquitecto Xavier Querejatzu en 1964, en un terreno de 2.000 metros cuadrados que perteneció a Mauricio Litman. Las negociaciones llevaron un tiempo y el trato se cerró cuando el diplomático uruguayo aceptó una oferta de US$ 290.000 y puso una curiosa condición: que el propio Piazzolla, acompañado de sus músicos, diera un concierto en el jardín de la casa.

El 8 de abril de 1981, día en que se firmó la escritura, en el despacho puntaesteño del escribano Fernando Tesouro, se incorporó la siguiente cláusula:

"En el día de hoy se firmó la escritura. Como obligación natural el señor Astor Pantaleón Piazzolla se obliga a dar un concierto con no menos de cinco integrantes de su conjunto en el jardín del chalet de El Casco, para el señor Gustavo Magariños, su familia y un grupo de amigos…".

En diciembre de 1981, el músico argentino se instaló por primera vez en El Casco y permaneció allí hasta el 12 de marzo de 1982, un día después de cumplir 60 años. Esta rutina se repetiría por casi una década. Al llegar a su hogar uruguayo, Piazzolla se encontró que no tenía piano para componer y fue Tesouro quien le prestó uno, que supo animar las noches de la Vieja Viola, un boliche de tangos que el notario uruguayo tuvo durante algunos veranos en San Rafael.

Además de escuchar y componer música y disfrutar, en silencio, de los atardeceres contemplados debajo de un enorme cedro azul en el jardín de su casa, Piazzolla daba rienda suelta a otra de sus pasiones: la pesca de tiburones.

Embarcado.

Con su amigo y confidente Daniel Rabinovich —el genial músico de Les Luthiers, fallecido el pasado agosto— se embarcaban todas las mañanas en la lancha del pescador uruguayo Dante Rinaldi, rumbo a la isla de Lobos. Allí permanecían con sus cañas hasta que lograban atrapar algún ejemplar.

La pesca del tiburón, además de paciencia, exige mucha fuerza, y por eso Piazzolla la practicaba, porque tonificaba los músculos de sus manos. Él sostenía: "Mientras pueda sacarlos seguiré tocando el bandoneón".

Rabinovich recordaría aquellas jornadas como excepcionales y de un constante aprendizaje. En varias ocasiones comentó que Piazzolla era "un barra brava" con el que se podía hablar de casi todo, menos de política. "Rabiaba por igual contra Perón y Alfonsín".

En febrero de 1990, Piazzolla le confió a Rinaldi que ese fin de año se retiraría y se mudaría definitivamente a Punta del Este. "¿Sabés Dante, cuántos aviones tomé el año pasado? Ciento tres", le confió al pescador. "No aguanto más".

El 5 de agosto de 1990, estando de gira por París, Piazzo-lla sufrió un derrame cerebral del que nunca logró recuperarse. Perdió el habla y gran parte de la motricidad. Dos años más tarde, el 5 de julio de 1992 murió en Buenos Aires. Por esas mismas fechas, su mujer vendió El Casco a un matrimonio francés, admirador de Piazzolla, que rebautizó la casa con el tanguero nombre de Al Sur.

El chalet fue reformado por la pareja francesa y nuevamente aggiornado por sus actuales dueños, que lo compraron pocos años atrás. En el jardín, el cedro azul aún se mantiene en pie. Por las tardes la brisa del este acaricia sus ramas, como preguntando por aquel músico que perpetuó a Punta del Este en una gran obra, cuya partitura original fue encontrada como por arte de magia.

Una partitura histórica que se creía desaparecida

El acervo que el Centro de Artes y Letras de Punta del Este entregó en custodia a la Intendencia de Maldonado es una pieza considerable del patrimonio cultural de Punta del Este y todo el país. Entre otros documentos escritos y materiales fotográficos, está la partitura original de la Suite Punta del Este, de Piazzolla, que se creía desaparecida, hasta que dio con ella una de las impulsoras del Centro de Artes y Letras, Mercedes Jauregui de Gattás, quien ayer participó como oradora en la ceremonia, junto al director general de Cultura de la IDM, Jorge Céspedes, y el subdirector, Fernando Cairo, entre otras autoridades departamentales.

La parte que cerró el evento fue el concierto basado en obras de Piazzolla: "Milonga del Ángel", "La Muerte del Ángel", "Adiós Nonino" y la estelar "Suite Punta del Este", para bandoneón solista y orquesta de cámara.

La Suite fue escrita en dos semanas a pedido del Centro de Artes y Letras de Punta del Este. Su estreno mundial se produjo en la misma Iglesia Catedral de San Fernando de Maldonado el domingo 2 de marzo de 1980. Astor Piazzolla fue el solista, junto al conjunto de cámara "Los Solistas de Punta del Este", dirigidos por el maestro Dante Magnone Falleri, y contó con el auspicio del Banco Pan de Azúcar, Radio Sarandí, Teledoce y El País.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Todas las mañanas se embarcaba en la lancha del uruguayo Rinaldi. Foto: R. Figueredo.

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