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"Falta mucho para una plena libertad de enseñanza"

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El presidente del Departamento de Educación Católica de la Conferencia Episcopal (DEC), monseñor Alberto Sanguinetti (obispo de Canelones), reconoció el aporte de la escuela pública estatal en la integración de la sociedad, aunque advirtió que "en la organización concreta de la enseñanza en el Uruguay, aún falta mucho para reconocer una plena libertad de enseñanza, liberándonos de un régimen excesivamente centralizado y estatista".

En el acto celebratorio del Día Nacional de la Educación Católica, organizado por el DEC y la Asociación Uruguaya de Educación Católica (Audec), el obispo destacó la concordancia generalizada en torno a que "los retos actuales en materia de instrucción, enseñanza y educación son inmensos", y calificó como "un anacronismo y una tontera histórica describir que la Iglesia —con afán de poder— usurpó la enseñanza que le correspondía al Estado". "La verdad es que no entraba entre los fines del Estado procurar la enseñanza de la universalidad de sus miembros" hace 200 años, afirmó Sanguinetti.

Recordó que la enseñanza pública gratuita nace de la caridad de san José de Calasanz que en 1597, en Roma, "después de una inundación, viendo los niños en la calle, abrió la primera escuela gratuita de Europa, y fue uno de los precursores de la pedagogía moderna".

"Creo que no se debe defender (la enseñanza pública) con rasgos de una ideología monopolizadora, en oposición a una enseñanza de formas diversas", aseveró el obispo de Canelones. Señaló, en este sentido, que "la educación católica no es una concesión, sino que es un modo de llevar a la práctica los derechos de los educandos, de los padres, de la comunidad católica y de la sociedad entera", y que "aún queda pendiente la pregunta acerca de una laicidad en la escuela pública estatal, que esté verdaderamente abierta a la presencia de la instrucción religiosa y no imponga una ignorancia absoluta sobre una cuestión tan presente en la humanidad".

Refiriéndose a la educación católica admitió que es un desafío continuo "crear una síntesis adecuada entre la fe y la razón y no una mera yuxtaposición". "A pesar del machacar de la propaganda positivista, aseveramos que el primer valor del realismo cristiano es la misma síntesis, apoyada en la razón y la fe, respetando cada estatuto epistemológico, sin oposiciones falaces", subrayó.

Posición de la Iglesia por el Día de la Educación Católica

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