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Un entorno social y económico crítico propició el abuso sexual

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Las familias de la niña violada y la del abusador se conocieron hace 10 años en una pensión de Montevideo. Poco después, H.C., su pareja y sus dos hijos se mudaron a una casa en Piedras Blancas.

Luego, la familia de la niña fue desalojada de la pensión. En ese momento, el procesado y su pareja los invitaron a vivir todos juntos en la casa que alquilaban.

La hija de H.C. se ennovió con uno de los hermanos de la niña violada. Quedó embarazada. Luego lo dejó y armó una pareja con otro hermano de la menor.

En la misma casa también vivía un hijo inválido de H.C.

El procesado tiene solo Primaria completa. Es vendedor ambulante de escobas y trapos de piso. Sus ingresos rondan los $ 800 por día. Posee cuatro antecedentes penales: tres por hurtos y uno por drogas no para tenencia. En el expediente, algunos vecinos los calificaron como una persona "extremadamente violenta".

Ambas familias convivieron durante un año sin ningún tipo de problemas. Hace dos años, la madre y el padrastro de la niña lograron mudarse a una casita ubicada a unas seis cuadras de la vivienda de H.C. Se siguieron viendo todos los días. Además del agradecimiento por haberles dado albergue, los unía la bebé de un año y medio fruto de la relación entre la hija de H.C. y uno de los hermanos de la niña embarazada.

S., entonces pareja del acusado, le pidió a G.G., en noviembre de 2014, si su hija de entonces 11 años podía cuidar a la beba, ya que su madre no la quería. G.G. accedió. "Mi hija se quedaba a vivir en la casa de ellos. Una semana estaba en mi casa y otra en la de ellos. Mi hija no cobraba nada por cuidar a la nena. En ningún momento me enteré ni sospeché nada. La señora de H.C. le compraba comida y ropa", dijo. Sin embargo, la madre de la menor temía que algo pudiera pasar a su hija. Por las noches, visitaba la casa del procesado y tomaba mate. Luego le daba a su hija medicamentos recetados por una médica psiquiatra. Antes de irse a su casa, espiaba por una ventana para comprobar si su hija dormía en un sofá cama ubicado en el comedor. "Pero no puedo estar toda la noche en la ventana para ver si mi hija se pasaba para otra cama", declaró en la sede penal.

Por la mañana, la niña se dirigía a su casa a tomar la medicación. Luego dejaba a la beba en un centro de atención a la infancia del INAU y después se dirigía a la parada del ómnibus que la llevaría a la escuela. En varias ocasiones, H.C. acompañó a la niña de 11 años y a la bebé hasta el centro del INAU y a la parada del ómnibus. Como la menor se le colgaba del cuello, los vecinos habían comenzado a murmurar. Entonces el individuo trataba de evitar que ella diera alguna muestra de cariño en la calle.

En el Juzgado Penal, la menor declaró que S. iba al dormitorio a tomar mate de noche con H.C. y con ella. Luego, la mujer se acostaba en el sofá cama del comedor. Al otro día, S. volvía a visitar a la pareja en el dormitorio para tomar mate juntos. La niña dijo que su madre también sabía de la relación con H.C. Una versión similar manifestó el acusado. Sin embargo, los padres de la menor y la expareja negaron conocer la relación entre el procesado y la niña.

Madre de la niña: “En ningún momento sospeché nada sobre la relación de mi hija”

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