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Las emociones también son asunto del Plan Ceibal

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Education First señala que el Plan Ceibal permitió algunos progresos. Foto: A. Colmegna

EDUCACIÓN

El programa apunta a inculcar habilidades de tipo extracurricular.

La vida es algo más que Matemática, Historia y Lengua. Cada vez más los trabajos —sobre todo los del mañana— exigen lo que los psicólogos llaman "habilidades blandas". Para no aburrir con definiciones, puede decirse que es la capacidad de trabajar en equipo, de controlar la ira, de sobreponerse a las crisis o, simplemente, adaptarse a los cambios.

Bajo esa premisa, el Plan Ceibal está ampliando sus horizontes. A once años de su fundación, la entrega de computadoras pasó a ser casi una anécdota sobre su origen y ahora el empeño está centrado en motivar a los estudiantes para que adquieran otras capacidades. Incluso emocionales.

Parece sencillo, pero no lo es. "Se necesita un trabajo en el aula para que un niño de Inicial pueda decir estoy enojado, en lugar de darle una piña a su compañero", ejemplifica Martín Rebour, gerente de Formación de Ceibal. Por eso el Plan capacitó a 14 componentes, que a su vez formarán a docentes de seis escuelas públicas, con la idea de llevar adelante un plan piloto: Educación Responsable.

Ceibal firmó un acuerdo con la Fundación Botín de España, que ya tiene experiencia y evaluación en el trabajo sobre "cómo comunicarse mejor con los demás, poder empatizar, ser asertivo en las decisiones, exteriorizar las emociones y, sobre todo, aprender a manejarlas". Como se trata de una organización sin fines de lucro, que nació en España en 2006, Ceibal no tuvo que destinar un solo peso para hacerse del contenido y los ejemplos de actividades (que son más bien artísticas).

Centros.

El programa de educación responsable ya tiene presencia en Uruguay a través de la asociación civil Emocionarte, que trabaja en 17 centros educativos del país y ya ha alcanzado a 3.500 alumnos. "Se busca abordar aquello que no entra en la currícula tradicional, aquellas habilidades que son necesarias pero no siempre están al alcance del niño o adolescente", explicó Ilan Bajarlia, su director ejecutivo.

A las autoridades de Ceibal les preocupa especialmente cómo los jóvenes uruguayos manejan la frustración. "En los sectores más desfavorecidos, aunque no es exclusivo de estos, estamos notando una muy baja tolerancia a la frustración: eso deriva en problemas de convivencia, en poca proyección laboral y la deserción escolar", explicó Rebour.

Sin ir más lejos, el relato de la madre de Christian Damián Pastorino, alias Kiki, fue que la "decadencia" de su hijo comenzó tras el abandono de los estudios y la complicación en el manejo de sus "juntas" y "autoestima".

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