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La elipsis como estrategia política

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Carlos Manuel Varela

El domingo 11 al final de la tarde falleció en su casa en Montevideo el gran dramaturgo uruguayo Carlos Manuel Varela, autor de una obra llamada a sobrevivirlo desde un podio indiscutible, tanto en los escenarios como en los libros.

El artista padecía cáncer desde mucho tiempo atrás, y lo había enfrentado con vigor, continuando su trabajo hasta sus últimos días. De hecho, este año en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís iba a dirigir una obra nueva de él, “Las bestias”, a la vez que había entregado una versión de una de las novelas ejemplares de Cervantes, para ser publicadas en España, en un libro colectivo sobre ese tema. Sus restos fueron velados entre las 10 horas y las 12 horas del lunes 13 en el Teatro Solís, para partir luego hacia el Cementerio Central.

Hijo de la actriz de teatro y radioteatro Violeta Amoretti, y perteneciente a una familia de artistas que incluía a su tía, Julia Amoretti, otra destacada actriz, “Manolo”, como se le conocía en el ambiente teatral, había destacado ya antes de la dictadura, aunque quizá el momento más estudiado de su carrera sea durante ésta, cuando se convirtió en una figura fundamental del llamado teatro de resistencia.

Nacido en Dolores, Soriano, en 1940, sus primeros pasos en la escritura escénica los camina en el terreno de la vanguardia, con obras que apostaban a la ruptura de los códigos escénicos y a subrayar las disigualdades sociales. Claro ejemplo al respecto fue “¿Happening?”, que dirigida por Carlos Aguilera en el Teatro Victoria, presentaba un juego escénico que buscaba confundir los límites de escenario y platea.

Pero sería en dictadura cuando su obra fue madurando un lenguaje velado, que deslizaba críticas que la censura no llegaba a percibir. “Las gaviotas no beben petróleo”, o “Alfonso y Clotilde”, son dos buenos ejemplos al respecto. El ambiente enrarecido que el autor lograba crear en escena, la gran distancia con relación al costumbrismo local (y la enorme influencia de Harold Pinter), contribuyeron a concretar textos en los que el sofocante ambiente de la dictadura se expresaba por medio de poderosas metáforas que también tiraban guiños a Samuel Beckett.
Luego la obra de Varela se multiplicó en temas y géneros, abarcando una enorme y cuidada producción que incluye desde “Crónica de una espera” (1986) y “Las divas de la radio” (1996) hasta “Emboscada” (1997)”.

Su obra, representada, premiada y estudiada también fuera de fronteras, abarca textos que han sido muy frecuentados, como “Los cuentos del final”, que la Comedia Nacional hizo en Sala Verdi en 1981 y que mereció el Premio Florencio al Mejor Texto de Autor Nacional.

Más allá de su labor como escritor, su obra se extiende también a la dirección teatral y a la gestión cultural, participando entre otras actividades como director de la Escuela Municipal de Arte Dramático. Sus obras han sido premiadas, estudiadas y representadas, tanto Reflexionando sobre su teatro, Varela acuñó la teoría del “espejo fracturado”, para plasmar un modo de reflejar la realidad a través de una estética que divide los puntos de vista, y a la vez que hace reflexionar al espectador, ayudó a sortear la mirada del censor. Y más allá de su obra, “Manolo” será recordado como el hombre inteligente, de humor tranquilo, de trato afable y sin las ínfulas que artistas de su magnitud, y menores, tan frecuentemente tienen.

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Carlos Manuel Varela

Carlos Manuel Varela (1940-2015)

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