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"A veces decepciona" que en algunas aulas "se haga más de lo mismo", dijo inspectora de Primaria

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Selva Pérez Stábile. Foto: Francisco Flores
Nota a Selva Perez, inspectora tecnica de la Direccion General de Inicial y Primaria de la Anep, en su oficina en Montevideo, ND 20220302, foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Francisco Flores/Archivo El Pais

INICIO DE CLASES

Este lunes empieza un nuevo año lectivo y la inspectora Técnica Selva Pérez Stábile, que ocupa el máximo cargo técnico de Primaria, está poco satisfecha con la marcha educativa.

Empieza un nuevo año lectivo y quien ocupa el máximo cargo técnico de Primaria, la inspectora Técnica Selva Pérez Stábile, está poco satisfecha con la marcha educativa. Teme que los cursos se conviertan en más de lo mismo, que se siga “sin escuchar al niño” y que algunos docentes hagan de sus clases un tiempo poco intenso.

En ese marco, está convencida de que es un error la repetición en primer año de escuela, y le preocupa los cerca de 1.400 alumnos desvinculados que reportó Primaria en el año que acabó. Para cambiar todo eso que le preocupa apuesta al convencimiento y al tiempo.

-¿Las clases empiezan con una “novedad” o con “más de lo mismo”?

-Quisiera que el año lectivo comenzara con algo que sorprenda a los niños y también genere vínculos con las familias. Las ganas siempre se tienen que renovar. Respecto a lo que se anunció públicamente de una transformación educativa, con programas basados en competencias, no hay nada nuevo establecido. Lo distinto podría ser empezar a pensar qué sería enfrentar la enseñanza de contenidos en clave de competencias.

-¿Eso no fue siempre así aunque se le ponga otro título?

-Posiblemente. Pero el programa que está vigente, desde el año 2008, es demasiado contenidista. Siempre el docente tiene que establecer objetivos de enseñanza y que eso sirva para la vida.

-Tras casi dos años de pandemia, ¿con qué grado de rezago empiezan las clases los escolares uruguayos?

-Desde lo cuantitativo nos están faltando procesar más datos. La repetición del año pasado fue apenas inferior a la de 2020, pero superior a la de 2019. Esa es una señal de advertencia. También hubo el año pasado unos 1.400 desvinculados. Esta cifra preocupa porque, si bien puede que entre los más de 334.000 alumnos represente un porcentaje bajo, es muy alta para todo lo que se viene trabajando en la emergencia sanitaria para no perder la escolarización. En lo cualitativo sí tenemos la impresión de que es necesario indagar qué se aprendió, a través de una evaluación diagnóstica, y desde ahí intentar llevar a los niños al nivel de enseñanza esperado.

-¿Da el tiempo de recuperar lo perdido?

-Ojalá que no tengamos una generación que cargue con el rótulo de covid-19. La brecha tiene que disminuirse con el fruto del trabajo de los docentes. Cuando el docente planifica cada momento del aula para que sea intenso, significativo y escuche lo que trae el niño es posible acortar la brecha.

-Usted insiste en que en Uruguay a veces el tiempo pedagógico no es intenso, ¿es porque son pocas las horas y los días de clase?

-Es parecido al concepto Aión de la mitología griega: una temporalidad no sucesiva ni numerable, sino intensa. Si se agregan más horas de clase y eso equivale a más aburrimiento y desidia, no se consigue esa intensidad. Un tiempo intenso en la escuela está determinado porque el docente entra al aula (sin importar si es entre cuatro paredes o debajo de un árbol) y aprovecha cada instante y obtiene el máximo provecho de las preguntas que traen los niños. El contrario es cuando un maestro entra a la clase, espera unos minutos para empezar, le pide a un alumno que vaya a buscar un marcador de pizarrón, y no propone nada estimulante. A veces decepciona que en las aulas las actividades son más de lo mismo y no se relacionan para nada con lo que se hizo ayer o se hará mañana. Como decía el pedagogo musical Murray Schafer: “La clase debe convertirse en una hora de mil descubrimientos”.

-¿Se escucha al niño?

-Poco. El niño está demasiado institucionalizado. El niño tiene la inocencia y frescura que genera constantemente preguntas y comentarios descontaminados de la mirada del adulto. Pero los adultos tendemos a escolarizarlo rápidamente: ahora se hace tal cosa, ahora se pregunta, ahora no, y atentamos a esa integralidad que trae el niño. La vida no viene fragmentada en ahora es horario de geografía y ahora es el abecedario.

-¿Usted está satisfecha con cómo egresan los escolares uruguayos?

-Esa pregunta se responde con las respuestas que dan los propios niños.

-¿Y qué dicen esas respuestas?

-Cuando retornó la presencialidad, tras semanas de confinamiento, les preguntamos a los niños qué fue lo que más extrañaron y la mayoría nos decía que a los amigos o la comida que hacía la auxiliar de servicio. No extrañaban a la maestra. Eso nos tiene que dar la señal de entender que los adultos no somos el centro de la escuela.

-El primer año de escuela acumula el porcentaje más alto de repetición, ¿es un ejemplo de esa falta de comprensión del niño y sus tiempos?

-Totalmente.

-¿Y por qué sigue ocurriendo?

-Porque lo que nos pesa a los docentes es nuestra matriz de aprendizaje. Venimos de una escuela graduada en la que sí o sí tenías que saber leer y escribir para pasar de año. Eso nos quedó grabado a fuego. Además, hay cierto maternalismo en el magisterio en que pensamos que si el niño no aprendió lo que queríamos es un despropósito dejarlo ir.

-Pero hay una normativa de Primaria que ya establece que la repetición debe ser la excepción y que, en caso de aplicarse, debería hacerse al término de tercer o sexto año...

-La norma nos encuadra, pero para que haga carne en las personas necesita tiempo y convencimiento.

-¿Convencimiento o imposición al estilo “a partir de ahora no repite nadie en primer año”?

-Una bajada de línea puede que proteja a las infancias, pero generará escaso convencimiento en los docentes. Sin convencimiento del docente, sin que el docente entienda que se aprende a leer y escribir durante toda la vida, es imposible que se achique la brecha y haya un cambio real.

-El año lectivo empieza con “más de lo mismo”, pero, ¿habrá una verdadera transformación educativa como anuncian las autoridades políticas?

-La transformación educativa está en las manos de cada docente. No soy demasiado optimista de una transformación educativa que no pase por el cuerpo del docente. Cada uno tiene que tomar consciencia, eso lleva tiempo y es posible que los políticos, sin importar su partido, deban comprender que los resultados de una transformación los trasciende y no se verán concretados en un quinquenio.

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