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La UdelaR aplica el derecho de admisión a algunos indigentes

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¿Apertura? Ciencias Sociales prohibió entrar a 7 personas. Foto: Francisco Flores.

Educación

Humanidades tuvo a un estudiante en situación de calle.

Al menos nueve personas en situación de calle tienen prohibida la entrada a algunas facultades de la Universidad de la República. Siete de ellos no pueden ingresar a la Facultad de Ciencias Sociales, la sede universitaria que recibe a diario más personas que no están matriculadas en la institución: 97.

"Dos personas alcoholizadas tuvieron una reyerta dentro de la facultad, en la que uno quedó prácticamente inconsciente y hubo que lla- mar a la emergencia", había dicho a radio Carve Diego Piñeiro, decano de Ciencias Sociales. En ese mismo servicio hubo dos casos de robo y un intento, siempre vinculados a personas ajenas a la universidad.

Las facultades de Humanidades y de Comunicación tuvieron que adoptar una medida similar. En la segunda de esas facultades, se trataba de un indigente que usaba la biblioteca, entraba alcoholizado, amenazaba a los funcionarios y que luego la vigilancia no lo podía retirar. Una vez, recuerda la decana María Gladys Ceretta, "tuvo que intervenir la Policía" y desde entonces "se decidió prohibirle la entrada".

En Humanidades el caso era más complejo aún. Es que se trataba de un exestudiante (una persona que se había matriculado en un curso), que luego quedó en situación de calle y que generaba problemas fruto del consumo de drogas: hacía gestos obscenos, insultaba y molestaba a la comunidad académica.

Psicología no tuvo que aplicar el derecho de admisión, pero sí le ha ocurrido de recibir a exalumnos que quedaron en situación de calle y que ingresan para usar los baños, ir a la cafetería o para vender algún producto.

Los decanos se reunieron la semana pasada con el rector, Roberto Markarian, para analizar la situación. Concluyeron que el caso de Ciencias Sociales escapa a la regla (por su complejidad), pero que la gran mayoría de los servicios sí reciben personas de afuera de la universidad. Eso, coincidieron, "no es un problema y es parte de la apertura universitaria".

Algunos decanos, como Juan Cristina, de Ciencias, manifestaron que el problema no se da dentro del edificio universitario, sino a las afueras. El científico contó que trabajan con la comunidad de Malvín Norte y que tienen un contacto directo con la seccional policial de la zona.

Sucede que el Mides tiene unas 1.500 plazas para la atención de personas sin techo. Pero los refugios están colmados y, además, el cobijo es durante la noche, haciendo que las personas permanezcan en la calle durante el día.

Es entonces que los que deambulan por la ciudad, en especial por la zo-na céntrica que es donde están los servicios y donde pueden ganarse unos pesos cuidando autos, usan las facultades para conectarse a internet, consultar algún libro o entrar al baño.

Los estudiantes de Ciencias Sociales hicieron un censo sobre quiénes acuden a la facultad. De las 97 personas que usan los servicios pero que no pertenecen a la universidad, hay 72 que están en situación de calle. Y seis de ellos ni siquiera acuden a los refugios del Mides.

Casi la totalidad de los asistentes, que no son parte de la comunidad universitaria, son hombres de mediana edad; muchos de ellos con problemas de consumo y de desafiliación familiar. Solo una de cada diez son mujeres y apenas hay seis extranjeros.

Algunos decanos ya han trabajado en conjunto con el Mides para atender casos puntuales. Y ahora están capacitando a sus funcionarios para lidiar con situaciones similares. Como dijo Piñeiro: "No podemos tener una actitud de cerrarle las puertas a estas personas".

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