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Reforma incluye reforzar escuelas especiales; referentes en inclusión alertan que ese modelo aumenta la segregación

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Salón de escuela. Foto: Fernando Ponzetto.
Salon de clases, aula, pupitres y tunicas - Escuela 60 Grupo Escolar Figueira, ubicada en Soferino 4069, centros de enseñanza publica en Montevideo, ND 20161110, foto Fernando Ponzetto
Fernando Ponzetto/Archivo El Pais

UN MODELO EN DISPUTA

Especialistas debaten sobre un sistema que incluya a los niños con discapacidad en las aulas regulares.

Con la reforma educativa se prevé reforzar las escuelas especiales, donde asisten las personas con discapacidad. En la actualidad hay 83 centros especializados en todo el país y reciben a alumnos con discapacidades intelectual, motriz, ceguera, sordera, trastorno del espectro autista y síndrome de Down, entre otras.

La principal medida de la reforma educativa en materia de inclusión es extender los cursos de formación y capacitación para las maestras. Esto es un gran debe del sistema, porque en los últimos 15 años casi no se brindaron estos cursos, según dijo a El País la inspectora nacional de Educación Especial, Alejandra Clavijo.

Otro punto de la reforma es que haya más talleres ocupacionales y preocupacionales para quienes tienen una discapacidad, en donde les enseñan ciertas habilidades y oficios. Además, se le otorgó un mayor presupuesto a las escuelas especiales para el equipamiento de las aulas, al igual que para materiales de talleres didácticos.

La reforma, sin embargo, no prevé la creación de más escuelas de este tipo porque el sistema apuesta a la inclusión en el aula regular. Aun así, Graciela Fabeyro, directora general de Educación Inicial y Primaria, reconoció a El País que la inclusión educativa está muy lejos de lograrse porque son cambios que llevan años e implican muchos costos, por lo que las escuelas especiales continuarán siendo centrales.

La segregación

Algunos referentes de la educación inclusiva sostienen que las escuelas especiales segregan a las personas con discapacidad en lugar de potenciar su verdadera participación en el sistema educativo.

Mercedes Viola, fundadora de Proedu (educación inclusiva de calidad), parte de la base de que dentro del paradigma de los derechos humanos las personas con y sin discapacidad deben tener la posibilidad de educarse en conjunto.

Su organización apunta a que se implemente el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) que busca crear entornos educativos que sean accesibles para todas las personas en la mayor medida posible, sin necesidad de adaptaciones o diseños especializados.

El DUA plantea que no haya un “usuario tipo”, sino que se planifique la educación considerando la riqueza y diversidad de cada estudiante y no las adaptaciones posteriores. De todas formas, se plantea que se deben hacer los “ajustes razonables”, que son tantos como diversidades haya en el aula.

“Como sistema tenemos las bases muy arraigas a un modelo anterior que homogeniza la educación -asegura Viola-, pero es necesario romper las paredes del aula y que las maestras trabajen colectivamente”.

Viola -madre de la primera mujer con síndrome de Down de Uruguay que inició la universidad-, cree que cuanto mayor sea la inclusión y la participación de todos los estudiantes, mayor calidad va a tener la educación.

Lucía Acle, magíster en Neuropsicología y Neuroeducación, señala que “hay un abismo entre lo privado y lo público” cuando se habla de centros especiales. La profesional es partidaria la inclusión en el aula regular y sostiene que el sistema educativo debe migrar hacia esta postura, aunque reconoce: “Todos vendemos inclusión, pero la realidad es que esta tiene un costo altísimo”.

Acle señala que no solo hay un tema económico de fondo, también ocurre que los niños y adolescentes con discapacidad pueden sentirse más cómodos con grupos de pares similares y en ese sentido las escuelas especiales son fundamentales.

La ANEP, entre otras modalidades, propone un sistema híbrido en el que los niños en situación de discapacidad van a una escuela regular por la mañana y de tarde a la escuela especial, algo que para Acle puede ser fructífero. Sin embargo, Viola cree que esto no favorece al alumno porque es cansador y no permite que tenga un grupo de amigos estable.

“Tenemos que tender a la inclusión pero hay veces que las condiciones no están dadas, entonces para hacerlo mal por falta de recursos, quizá es mejor ir a una escuela especial”, sostiene Acle. Por eso cree que el optar por centros especializados o no, “depende de cada caso”, e involucra a cada familia.

La inspectora de Educación Especial de la ANEP enfatiza que no es posible que dejen de existir las escuelas especiales para dar paso a que el modelo DUA se extienda a todo el sistema. “Hay situaciones de alumnos que en los centros especializados encuentran la contención y asistencia en salud que no está presente en el núcleo familiar”, puntualiza Clavijo.

Hay tres aulas hospitalarias en Uruguay, dos en el Pereira Rossell

La propuesta de educación especial de la ANEP cuenta con varias modalidades. Una de ellas son las escuelas únicas de subáreas, entre las que hay cuatro centros para personas sordas, dos centros para personas ciegas o con baja visión y un centro para discapacidad motriz.

El resto de las escuelas especiales están abiertas para todas las discapacidades y sobre todo para quienes presentan una pluridiscapacidad.

El sistema también garantiza la inclusión en el aula regular a través de maestros itinerantes o de apoyo que se ocupan de acompañar la trayectoria educativa del alumno a medida que pasa de año escolar.

Se cuenta, por otro lado, con las llamadas aulas hospitalarias, que aseguran el derecho a la educación a aquellos niños, niñas y adolescentes que no pueden asistir a los centros porque están en medio de un tratamiento y su estado de salud es vulnerable.

Las aulas hospitalarias son una de las modalidades claves de la política transversal de educación inclusiva propuesta por el Plan de Desarrollo Educativo 2020-2024 de la ANEP.

Por último, en casos extremos, la ANEP ofrece educación en casa para niños muy enfermos y se cuenta con el apoyo semanal de una docente especializada.

Se necesitan adecuaciones de acceso y de currícula

Existen dos tipos de adecuación para las personas con discapacidad. Por un lado está la adecuación de acceso, que es cuando el alumno no tiene los medios para recibir la información por lo que se adecua la forma, por ejemplo cuando a los niños con baja visión no pueden leer lo que está en el pizarrón y se les proveen textos en braille. En el caso de las adecuaciones de currícula, como ocurriría si un niño está en cuatro o quinto grado y todavía no aprendió a leer y escribir, la adaptación es significativa y hay necesidad de maestras de apoyo. Esta segunda adecuación es de la que más carecen los planes de la ANEP.

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