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"Si la política no se suma a la cita, no hay reforma educativa posible"

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Se realizó la primera conferencia de los temas que importan para El País en los festejos de sus 100 años. Foto: Leonardo Mainé

100 años de El País: mirando al futuro

Expertos dicen que el estado de la enseñanza “es grave” y que es hora de hacer el cambio.

Encienda el cronómetro y cuente 43 segundos. Todo ese tiempo es lo que demora, en promedio, un niño de tercer año en leer una frase más corta de la que usted leyó en lo que va de este párrafo. Y es probable que cuando acabe con esa oración ya ni recuerde cómo empezó. Menos de la mitad de los estudiantes del mundo alcanza las competencias mínimas de lectura y apenas más de la mitad logra lo básico en Matemática.

Para consuelo de "tontos", este es un mal de muchos y no exclusivo de Uruguay. "Tenemos una profunda crisis de aprendizajes en el mundo en general", dijo Jaime Saavedra, director de Educación del Banco Mundial. Pero para preocupación de muchos, este no es un asunto "tonto". Así quedó en claro ayer en la primera conferencia en el marco del centenario del diario El País.

Es tal la premura de una transformación que, según el directivo de Eduy21 Renato Opertti, es "necesario un acuerdo" multipartidario. Porque "si la política no se suma a esta cita, no hay cambio educativo posible". Y el riesgo de que no se concrete esa cita —léase una reforma— es que "se hipotecará el futuro" de miles de jóvenes que hoy estudian "para traba-jos que pasado mañana dejarán de existir".

Para el caso uruguayo, pareciera que el Estado benefactor y "progresista" no coincide con los resultados educativos. Uruguay es el país más equitativo del continente, a juzgar por el coeficiente de Gini. Dicho de otro modo, es el país que mejor distribuye el ingreso en la región que peor distribuye el ingreso. Pero más que "progre-sismo educativo", señaló Opertti, "tenemos regresividad educativa".

En dos décadas "no han mejorado" los resultados de las pruebas en sexto de escuela. Solo el 34% de los alumnos de 17 años "cumple en tiempo y forma" la educación. Entre los que tuvieron rezago en las pruebas PISA, "apenas seis de cada 100 terminan el bachillerato". Y según la misma PISA, Uruguay es el tercer país con más ausentismo de docentes y estudiantes, resumió la académica Adriana Aristimuño.

Más de 200 personas escucharon las propuestas en el hotel Sofitel de Carrasco. Foto: Leonardo Mainé
Más de 200 personas escucharon las propuestas en el hotel Sofitel de Carrasco. Foto: Leonardo Mainé

Un siglo.

Cuando el diario El País imprimía sus primeras páginas, en 1918, los hombres vivían hasta los 49 años y las mujeres hasta los 52. Por entonces habían ingresado 180 mil inmigrantes —veinte veces la cantidad de venezolanos que se radicaron en los últimos tres años— y la escuela "fue el factor clave" para la integración.

Era "un país que integraba y que miraba a lo grande", pero que con el correr del tiempo pasó a mirarse "demasiado a sí mismo". La consecuencia es que la "situación educativa es grave y deteriorada".

La clave de esta "gravedad", según Aristimuño, radica en la "disfuncionalidad de los centros educativos". Se explica en la rotación docente, el ausentismo y en que "aún no se logró crear el docente-cargo" —profesores radicados en un único centro educativo.

Hace un año, el sindicato de profesores de Secundaria (Fenapes) había dicho que la elección de horas docentes debía ser por un año —y no más— "porque no estaban dadas las condiciones". Pese a que todos los actores coinciden en la necesidad de que los profesores concentren su carga horaria en un mismo lugar, generen comunidad, conozcan a su alumnado y a las familias, este 2018 Secundaria volverá a aplicar el sistema de elección anual. Y el resultado, según los académicos, será que los docentes con mayor antigüedad repetirán su elección y "los más jóvenes seguirán rotando".

A ese "efecto burocracia", Perú le hizo frente con una reforma magisterial. Los maestros pasaron a ser electos por méritos y en esa selección intervienen los directores de los centros educativos, contó Saavedra, quien estuvo a cargo de esta reforma cuando era ministro de Educación del país andino —el único de su gabinete que sobrevivió el cambio de gobierno.

Si tuviese que apostar una "bala para el cambio", Saavedra se la adjudicaría a los maestros: "La vida de los chicos está en sus manos", explicó.

En Argentina esta estrategia fue complementada con una carrera de directores. "La gestión de un centro es una responsabilidad y no puede ser delegada solo al maestro de mayor antigüedad", dijo el director de Educación de la Provincia de Buenos Aires, Gabriel Sánchez Zinny.

Este economista bonaerense fue uno de los dos conferencistas internacionales presentes en el panel de ayer. Pero debió abandonar la mesa porque "perdía el avión". Del otro lado del Río de la Plata lo esperaba una catarata de trabajo y, sobre todo, las quejas por la marcha de la enseñanza. Los docentes ya anunciaron un paro y la crisis económica amenaza con cortar el presupuesto en el área.

Pero tanto Sánchez Zinny como los restantes ponentes, coincidieron en que "se necesita más inversión en educación". En Perú, dijo Saavedra, "se les dio a los directores entre US$ 2.000 y US$ 5.000 anuales para gestionar sus centros... es poco pero es algo".

La propuesta de reforma de Eduy21 también "requiere un incremento presupuestal", dijo Opertti. Un aumento que incluso supere el tal aclamado 6% del PIB. Pero ese esfuerzo, explicó, "no puede estar destinado a hacer más de lo mismo". Durante años, concluyó el directivo del colectivo ciudadano, "hablar de competencias estaba prohibido porque era sinónimo de neoliberalismo; ahora ya se incluye en el marco curricular".

"Dos hacedores y dos soñadores" en un escenario

Pablo Da Silveira (izq) llevó la batuta de la conferencia. Foto: Leonardo Mainé
Pablo Da Silveira (izquierda) llevó la batuta de la conferencia. Foto: Leonardo Mainé

Parece que el mundo está dividido entre los que piensan y los que hacen que las cosas sucedan. Es tan marcada esa dicotomía que parte de la campaña electoral, y del debate educativo, corren por el carril de la ideología o de la gestión. Pero jamás de ambas. La murga La Mojigata, sin embargo, decía que "atrás de cada gestión siempre hay una ideología". Así como no hay ideología sin concreción de ideas. El columnista de El País Pablo Da Silveira aprovechó esta dicotomía para presentar a los cuatro conferencistas: "Dos hacedores (Jaime Saavedra y Gabriel Sánchez Zinny) y dos soñadores (Adriana Aristimuño y Renato Opertti)". Pero la distinción causó cierto celo arriba del escenario; los unos quería ser los otros.

Sea como sea, señaló Da Silveira, las miradas de los cuatro expositores sirven para "sacar a la educación uruguaya del estado de empantanamiento en que está". Pero más que rabia, lo que tiene este columnista es tristeza.
"Cuando uno ve la escala del país y la tasa de natalidad, da una inmensa pena que Uruguay, con un sistema tan chico y sin presión demográfica, no pueda hacer el cambio necesario". Esta pérdida de oportunidad, según Renato Opertti, es que en Uruguay "no discutimos para qué y qué educar". Un ejercicio que hicieron los fundadores de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular hace 150 años, cuando comandados por José Pedro Varela iniciaron una reforma que luego derivó en la constitución del hoy colegio Elbio Fernández. Parte del problema ahora, dijo Opertti, es que el país "no tiene un sistema educativo: está la oferta pero no las oportunidades de aprendizaje y de toma de decisión". En este sentido, Opertti destacó el gobierno de Emmanuel Macron, en Francia, que está liderando algunas discusiones de base de las que Uruguay debería prestar atención.

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