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“Soy parte del liceo”, un sentir que varía entre ricos y pobres

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El retiro de los blancos muestra que es difícil acordar políticas de Estado. Foto: AFP

INGRESOS Y EDUCACIÓN

Uruguay, el país en que el sentimiento de pertenencia a un centro educativo está más condicionado por el contexto económico, según un informe de Unesco al que accedió El País.

Uruguay es uno de los países en que sus estudiantes se sienten más pertenecientes a sus centros educativos. Pero Uruguay es, a la vez, el país, entre los 72 que habían participado de las pruebas PISA, en que ese sentimiento de pertenencia está más condicionado por el contexto. O, dicho en criollo, es donde la diferencia entre ricos y pobres es más grande.

“Uruguay en educación es un ejemplo excelente de que en el promedio se ahogan los petisos, porque en el promedio estamos entre bien y muy bien. Pero…”, dice Javier Lasida, cuyo nombre se maneja para presidir el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed).

En ese “pero”, de suspenso, Lasida resume que “el sistema educativo uruguayo, desde hace tiempo, es más inequitativo que la sociedad y la economía”. Y aunque las palabras “inequidad” o “brecha” parecen salidas de un diccionario de sociólogos, en la práctica significa que un estudiante de 15 años, por el solo hecho de estar en un contexto más pobre, tiene más chances de sentirte más lejano de su centro educativo que otro más rico.

De hecho, en el comparativo con los otros países que habían participado de PISA, los estudiantes uruguayos más favorecidos están “muy por encima” del promedio de la OCDE (al mismo nivel que Islandia u Holanda). Pero los más vulnerables, están “muy por debajo” del promedio (a la altura de Brasil o Panamá).

Así lo señala el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de Unesco (GEM, por sus siglas en inglés, y a cuyos resultados accedió por adelantado El País), el que advierte que solo una cuarta parte de los países de América Latina y el Caribe cuentan con leyes de educación inclusiva que abarcan a todos los educandos. Y que la magnitud de la exclusión existente parece agravarse con COVID-19.

El 40% de los países del mundo no ha apoyado a los educandos en situación de riesgo durante la crisis. “Para estar a la altura de los desafíos de nuestro tiempo, es imperativo avanzar hacia una educación más inclusiva”, dijo la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay. “Repensar el futuro de la educación es tanto más importante tras la pandemia del COVID-19, que exacerbó y puso de relieve las desigualdades. Si no se actúa, se obstaculizará el progreso de las sociedades”.

¿Problema local?

“La verdadera educación no solo consiste en enseñar a pensar sino también en aprender a pensar sobre lo que se piensa y este momento reflexivo -el que con mayor nitidez marca nuestro salto evolutivo respecto a otras especies- exige constatar nuestra pertenencia a una comunidad de criaturas pensantes”. El filósofo español Fernando Savater venía insistiendo en la necesidad de sentirse parte de una comunidad para avanzar.

Pero según el sociólogo Fernando Filgueira, exsubsecretario de Educación, en Uruguay parece un “imposible” si “tenemos a un docente taxi que rota de liceo en liceo, si a los estudiantes les faltan sus profesores y quedan en banda, si no hay un liderazgo en la comunidad y no se escucha las particularidades de cada alumno”.

Hace unos 15 años, en Uruguay se justificaba que la falta de pertenencia a los centros educativos estaba ligada a la cantidad de estudiantes por grupo. Las particularidades de los alumnos se perdían entre la masa. Pero desde aquel entonces el tamaño de los grupos en las escuelas se redujo de 27 alumnos a 22, y en los liceos pasó de 32 a 26.

¿Por qué, pese a esa reducción de alumnos por grupo, no se achicó la brecha en el sentido de pertenencia? Para Filgueira la respuesta está en que “la alta fragmentación de la currícula, dividida en asignaturas, y el modelo de selección de horas docentes termina haciendo que los chiquilines no se sientan tan identificados… con el agravante que se hace más notorio en los contextos más desfavorecidos”.

Foto: archivo El País
Foto: archivo El País

Y eso es lo que podría explicar que Uruguay esté en el podio de un (triste) ranking que afecta a todo el planeta. Tanto es así que el informe de Unesco explicita: “Los sistemas educativos no se están adaptando a las necesidades de los estudiantes, por lo que uno de cada cuatro estudiantes de 15 años de edad en todo el mundo declara sentirse como un extraño en la escuela”.

La crisis de la educación durante el COVID-19, dice el informe, fue alimentada por profundas desigualdades preexistentes. Incluso antes de la pandemia, casi 12 millones de niños y jóvenes estaban excluidos de la educación en América Latina y el Caribe, “siendo la pobreza el principal obstáculo para el acceso”.

“Existe una tensión evidente entre enseñar a todos los niños bajo el mismo techo y crear un entorno en el que los estudiantes aprendan óptimamente. Pero, si el COVID-19 nos enseñó algo, es que la falta de acción no es una opción; hay margen para hacer las cosas de manera diferente si nos lo proponemos”, explicó Manos Antoninis, director del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo.

La Unesco recomienda en su reporte el “aprender de las experiencias de los demás”, asignar “recursos específicos” para los más vulnerables y contar con mejores indicadores para los diagnósticos, entre otros asuntos. En este sentido, los monitores educativos de Uruguay cuentan el tamaño promedio de los grupos, pero no cuántos alumnos se pierden en cada grupo en un año; o el ausentismo docente por centro educativo; o la carga horaria cruzada con resultados.

Amenazan con huelga si cambia la elección de horas docentes

Los docentes mejor calificados, mejor pagos, esos que eligen primero sus horas de ejercicio y que tienen más estabilidad en su centro educativo se localizan en los liceos de las zonas más ricas de Montevideo. A la inversa, aquellos de mayor rotación y menor escalafón se centran en los barrios más vulnerables.

“Teniendo en cuenta que el costo salarial aumenta conjuntamente con los grados docentes, el comportamiento encontrado no se corresponde a una asignación diferencial de recursos que promueva la equidad”, había advertido el último informe de Estado de la Educación que elabora el Ineed. Y por eso las autoridades de la enseñanza ya hablan de un cambio.

Pero el pasado viernes, el sindicato de profesores de Montevideo (ADES) resolvió que, de haber cambios en el sistema de designación de cargos, se convocará a su asamblea general, “en un plazo no mayor a 72 horas, con un único punto en su orden del día: ‘huelga u otras medidas de lucha contra el gerencialismo en educación secundaria’”.

La amenaza de ADES no es solo ante una modificación en la elección de horas, sino también a que sean los directores los que elijan sus docentes o que haya una partida salarial especial que no sea por escalafón. Y es probable que la discusión se agrave previo al tratamiento presupuestal de agosto.

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