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Hay meses en que faltan más de la mitad de los alumnos de UTU

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UTU. Foto: Leonardo Mainé
Escuela Tecnica Alfredo Zitarrosa, UTU de Ciudad del Plata, departamento de San Jose, ND 20190108, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais, operativo policial por denuncias de violencia entre alumnos, consumo de drogas, portacion de armas y cortes carcelarios. Estudiantes y jóvenes que se suelen juntar frente a la UTU Zitarrosa mantienen en jaque a la institución desde hace semanas
Leonardo Maine/Archivo El Pais

CRISIS EDUCATIVA

Los datos de inasistencias durante el último año revelan que el talón de Aquiles de las escuelas técnicas parece estar mucho antes que en el resultado de una prueba.

Ocho de cada diez estudiantes de tercer año de UTU son incapaces de calcular un promedio (media aritmética) y el valor que aparece con mayor frecuencia en un conjunto de datos (moda). Y para la inmensa mayoría de los docentes de Matemáticas de las escuelas técnicas, el tiempo en el curso es insuficiente porque “los alumnos no dominan las herramientas básicas necesarias para abordar los temas y eso insume tiempo extra”. El diagnóstico es bien conocido: el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) insiste en ello desde la primera edición de las pruebas Aristas, en 2017.

Pero, ¿es posible que los estudiantes tengan las herramientas y el tiempo de cursado sea el suficiente si los alumnos no van a clase? Los datos de inasistencias en UTU durante el último año, a los cuales accedió El País mediante una solicitud de información pública, revelan que el talón de Aquiles de las escuelas técnicas parece estar mucho antes que en el resultado de una prueba.

Porque el año pasado, a juzgar por los datos oficiales, en el mejor de los escenarios falta a clase la cuarta parte de los alumnos inscriptos (eso sucedió en marzo, con el inicio de los cursos), y hay meses en que más de la mitad de los bancos quedan vacíos por el alto nivel de inasistencias. Incluso en la Formación Profesional Básica (el curso diseñado para los estudiantes más rezagados) hubo dos meses (mayo y junio) en que faltaron a clase dos tercios de quienes figuraban en la lista.

“Las inasistencias preocupan y mucho”. El director general de UTU, Juan Pereyra, no anda con vueltas ni “peros”. Si bien admite que en la pandemia se vieron afectados muchos de los cursos prácticos y los estudiantes se vieron desmotivados ante esa falencia, admite que “el abandono y la falta de regularidad en la asistencia es algo que se observaba ya de antes y que obedece al tipo de población de UTU versus la oferta educativa para esa población”.

En este sentido, dice el jerarca, la inserción laboral de los estudiantes hace que, “sobre todo en los turnos de la noche”, las inasistencias terminen siendo la norma: “en un nocturno de más de 30 horas de clases a la semana es muy difícil que el alumno compatibilice el trabajo con el estudio”.

Mucho más si se tiene en cuenta que algunas de las herramientas de las escuelas técnicas, en especial en informática y electrónica, son requeridas por el mercado laboral y los estudiantes se ven tentados por los salarios.

Asistencia a clases en UTU. Foto: El País

Por eso las autoridades educativas prevén extender el sistema de educación dual -como tiene el bachillerato tecnológico de gestión privada Ánima-, en el que empresas se comprometen a ofrecer un seguimiento práctico de los alumnos al tiempo que estudian.

El problema, reconoce Pereyra, “es que la escala de UTU hace imposible que estas propuestas lleguen a todos, por lo que hay que buscar otras alternativas”.

Y ahí entra la segunda variable que para las autoridades del subsistema está en juego: UTU cuenta con una población de contextos más desfavorecidos, en promedio, que los liceos públicos y mucho más que en los colegios privados.

“Son jóvenes que a veces no tienen la suficiente contención y que en la UTU no estamos dando en el clavo para contenerlos nosotros”, dijo el jerarca.

Esa diferencias de contexto se notan incluso a la interna de la propia UTU. En los primeros grados, por ejemplo, la Formación Profesional Básica (población más vulnerable) tiene una asistencia a clase que es entre 10 y 20 puntos porcentuales inferior a la del Ciclo Básico Tecnológico.

Al respecto, el miércoles la ANEP presentó los resultados de un estudio sobre cómo se proyecta la población en edad estudiantil hacia 2030. Si bien en la educación media el impacto grande de la caída de la natalidad se verá luego de esa fecha (para entonces se prevé una disminución del 5% del alumnado), como la asistencia sigue siendo baja, como muchos estudiantes abandonan (en UTU hubo al menos 9.000 repetidores en 2021, muchos por desvinculación) y como otros tantos cursan con extraedad, las autoridades reconocieron que “queda mucho para avanzar antes de que se note el impacto” de la disminución demográfica.

La pandemia también trajo su novedad: sucede que cada año suele haber un abandono de estudiantes tras el receso de invierno. Esta vez la mayor baja se dio cuando fue el corte de la presencialidad desde (abril a junio), luego se recupera y vuelve a caer lentamente hacia fines del pasado año.

“Lo que demuestra esto es que los estudiantes querían volver a la presencialidad”, reitera Pereyra.

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