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La escuela en la que nadie repitió y ahora revoluciona el sistema educativo

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La Escuela 9 está situada en el edificio de la exescuela Yugoslavia, en el corazón del barrio La Teja. Foto: Leonardo Mainé

PANDEMIA Y MÉTODOS DE EVALUACIÓN

La escuela n°9 de Montevideo, en el barrio La Teja, aprovechó la pandemia para innovar: eliminó las clases por grados y promovió a todos los estudiantes.

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Todo comenzó en la sala de docentes con una pregunta: “¿cómo me pueden convencer de que en este año de pandemia y asistencia voluntaria mi hijo quedará repetidor?”. Las maestras ensayaron sus respuestas y, tras ese desafío que les había impuesto la directora de la escuela, concluyeron que, en este escenario de emergencia sanitaria, todos los niños serían promovidos de grado.

La discusión no acabó allí. Porque la repetición escolar ya era una piedra en el zapato de la escuela 9, en La Teja, un centro educativo en el que, en el promedio de la última década, quedaba repetidor más de un tercio de los escolares de primero. Por eso la directora Gabriela García decidió innovar: “¿Y si rompemos el esquema de clases fijas, trabajamos por ciclos y que la repetición futura se ajuste a esos ciclos?”. Hubo consenso.

A simple vista, la escuela 9 de Montevideo es una escuela como cualquier otra . Tiene su escudo y el pabellón en la puerta, el busto de Artigas y el muro de contención para que los niños no salgan corriendo. En los papeles dice que es una escuela de Tiempo Completo, que recibe estudiantes de los barrios más pobres (quintil 1) y que otrora se llamaba “Escuela Yugoslavia n° 104”.

Tabaré Vázquez, quien llegó a ser dos veces presidente de la República y alcanzó el grado académico más alto en Oncología, fue alumno de aquella escuela. Cuando el pequeño Vázquez cursaba cuarto año, según consta en el carné, faltó 41 días. Si la repetición se hubiese aplicado a rajatabla, como aconteció en la última década, el expresidente no habría promovido y, tal vez, habría quedado por el camino.

La directora García no sabe qué habría pasado, pero sabe lo que sucede ahora: “Recibimos alumnos de los asentamientos que están a las márgenes de la Ruta 1, niños que llegan a la escuela sin diferenciar una letra de un número, o que jamás agarraron un lápiz. Niños que si no se les acompaña y se les da alternativa, cuando acaban la escuela, si es que la acaban, quedan perdidos”.

Freddy iba camino a ser uno de esos niños perdidos. Había llegado a sexto de escuela sin saber leer y escribir. Porque aunque la repetición era alta, también era alto el porcentaje de escolares que avanzaban sin poder sedimentar los conocimientos más básicos: un 25% no aprendía a leer y escribir.

Estudiante haciendo los deberes. Foto: piqsels.com
Estudiante haciendo los deberes. Foto: piqsels.com

El primer intento de solución al problema de Freddy y otros escolares pasó por trabajar solo en las áreas instrumentales: las clases eran pura Lengua y Matemáticas. La consigna falló. Luego, durante ocho años, se hizo que la maestra de primer año acompañara a la misma generación en su tránsito por segundo, de modo de afianzar la lectoescritura. Se seguía sin mover la aguja. Hasta que...

Una pandemia, como sucede en las crisis, trajo una oportunidad. Por el distanciamiento físico que imponía el protocolo sanitario, se dividió al alumnado en dos turnos: unos iban por la mañana y otros por la tarde. Pero para reducir al mínimo las chances de que los niños faltaran, se hizo que cada núcleo familiar fuera en el mismo turno. “Investigamos y los 284 escolares se dividían en 75 familias”, recuerda la directora García. Y valga el término “investigación”, porque en esas familias había a veces primos que dependían de un mismo adulto o hermanos con apellidos diferentes.

Esa traba logística sirvió para que los estudiantes dejaran de estar en su grado convencional, según figuraba en el sistema administrativo. “Tal vez un niño que estaba descendido en lectura podía cursar parte con los de primero y segundo... y así”.

El 1° de marzo, cuando comience el nuevo año lectivo, los escolares de este centro educativo de La Teja ya no estarán divididos en ningún grado, sino que trabajarán en ciclos. “A efectos administrativos se les irá asignando un grado por si piden pase de escuela o para llenar la información de Primaria, pero la idea es que estén integrados, que los maestros sean los mejores en la expertise que necesitan en ese ciclo, que haya maestros de apoyo para los más descendidos, y que la repetición tienda a ser mínima y solo al terminar un ciclo”, explica la directora.

El País había informado que, en Uruguay, pese a la excepcionalidad de la pandemia, hubo 6.000 escolares que no pasaron de año. Se trata de una cifra casi idéntica a la registrada en el año previo y eso llamó la atención de las autoridades de Primaria. Por eso miran con expectativa la innovación de la escuela 9.

Liceo: el 77% aprobó el ciclo básico

Para la directora general de Secundaria, Jenifer Cherro, el de la pandemia no fue “un año perdido”. Parte de su justificación se basa en que el “77% de los liceales de ciclo básico y el 72% de bachillerato promovieron el curso en 2020”, según consignó el semanario Búsqueda y confirmó El País. La repetición en Secundaria, al menos con los datos preliminares hasta diciembre, estuvo entre dos y cuatro puntos por debajo del año anterior (dependiendo el ciclo). En UTU, por el contrario, hubo cierto aumento de quienes no promovieron. Según había informado El País, la desvinculación en ese subsistema había ascendido del 18% al 22% del alumnado de ciclo básico. Y en Primaria la cifra fue casi idéntica al año anterior, con la salvedad de que un puñado de escolares quedó a la espera por una promoción condicional. Primero de escuela sigue siendo el talón de Aquiles: repitió el 8,6%.

En cualquiera de los tres subsistemas, los directores tienen claro que el primer año de la pandemia tuvo su efecto en los aprendizajes y dedicarán un tiempo de repaso o nivelación. En este sentido, UTU ya se comprometió a dedicar un mes entero de nivelación para luego continuar con el programa habitual. La directora de Secundaria, por su parte, dijo a Búsqueda que “llegó la hora” de evaluar los programas de estudio y que para el caso liceal pretende acortar a dos programas y no los 16 que hoy ofrece el sistema.

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