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Un ejemplo de educación y contención en pleno Cerro

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Foto: Liceo Providencia

Asociación para aprender

Hay 450 beneficiados con los programas que ofrece el Centro Providencia.

El 18 de diciembre se cumplieron 20 años de la primera donación que el Centro Educativo Providencia recibió para comprar su terreno ubicado en Estados Unidos y Camino Cibils. Mucha agua pasó debajo del puente para que 450 niños y adolescentes de contexto crítico puedan beneficiarse con sus programas.

Se mantiene el Club de Niños creado para que asistan postescuela con diversos talleres, y en 2014 se creó el liceo (ciclo básico). También funciona un Centro Juvenil para adolescentes, y este año se inauguró la Casa Comunitaria para bebés de 45 días a 2 años.

De aquel inicio humilde, cooperativo e improvisado entre los vecinos del Cerro que ayudaban a hacer los deberes a 15 niños se pasó a asociación civil creada en 1996 con una estructura integrada por una comisión directiva, 66 docentes, un equipo psicosocial, y 40 voluntarios que trabajan a diario.

El crecimiento “fue vertiginoso” en los últimos seis años, según Luis Arocha, director del Centro Educativo Providencia. La aceleración coincidió con la fundación del liceo a instancias de un pedido de las familias: estaban felices con las actividades y talleres desarrollados en el Club de Niños como complemento a la educación Primaria.

Foto: Liceo Providencia
Foto: Liceo Providencia

“Muchos de los gurises habían terminado sexto, se anotaban en el liceo, y en mayo abandonaban, entonces pensamos, ‘¿por qué no ofrecerles ciclo básico en este lugar donde ellos se apropiaron de la propuesta?’”. Para este otro sueño, recibieron la colaboración y solidaridad de personas, empresas y el Estado.

Ahora Providencia cierra el año con otro hito. Se armaron dos programas de inserción laboral dirigidos a jóvenes de entre 18 y 29 años de la zona a través de un convenio con la Fundación Tienda Inglesa.Hubo cinco semanas de formación en habilidades blandas e hicieron un mes de prácticas en diversas áreas de la empresa. Los 42 que “cumplieron con todo el proceso, tuvieron buena asistencia y puntualidad consiguieron su contrato de trabajo en la empresa”, informa Arocha. En febrero se repetirá la experiencia.

Puro afecto

Los niños deben aprender a cumplir con los deberes pero si tienen alguien que los ayude, mejor. Y mucho mejor si después de clases pueden asistir a talleres y educarse también a través de los juegos. El complemento a la Educación Primaria es medular en el cerrense Centro Providencia, que no para de crecer. Tiene un Club de Niños y un Centro Juvenil para adolescentes, ha incorporado el Ciclo Básico de Secundaria y hasta mantiene una casa comunitaria para bebés. La contención emocional se suma entonces al apoyo escolar.

Evolución.

Los orígenes de Providencia se remontan a 1994 y responden a las inquietudes de la comunidad cerrense. Un grupo de familias, algunos fieles de la Parroquia San Rafael y miembros del Movimiento Schoenstatt identificaron la necesidad de crear un espacio de contención emocional y apoyo escolar para niños del barrio.

Lucía, una vecina de la calle La Vía, prestó durante cinco años el jardín de su casa para que se instalara un contenedor donado por José Gottardi, arzobispo de Montevideo, a mediados del ‘90. Esa fue la primera casa en dar alojamiento a 15 niños que iban a diario a hacer los deberes, comer la merienda y recibir clases de catequesis.

Al principio se hacía una colecta entre los vecinos y voluntarios para costear la leche y algún alimento. Hoy funciona un comedor en el Club de Niños.

En el contenedor todo era informal: no se pasaba lista ni se contabilizaba la asistencia. “Venía el que quería”, cuenta Arocha. Eso también cambió. Los del Club de Niños ingresan directo al liceo, y se completan los 60 cupos con un sorteo entre los alumnos de sexto de las escuelas de quintil 1 de la zona que se anotan (220 este año).

Cuando empezó a correr el dato de que existía este contenedor, varios niños de los alrededores y de los asentamientos de la zona quisieron sumarse.

Cuando “no hay propuesta, ni existe un lugar donde estar, donde te miren, te cuiden y crezca vida, surge uno y es un imán”. Muchos de esos fundadores que dicen: ‘yo venía a este container’ hoy traen sus hijos.

Foto: Liceo Providencia
Foto: Liceo Providencia

Lo nuestro.

Providencia es un orgullo para el barrio. Los padres de quienes asisten al Club de Niños quieren que hagan el ciclo básico en Providencia porque sus valores están alineados con los del centro educativo, y ven a sus hijos felices.

Quienes llegan de otras instituciones lo hacen atraídos por el tiempo extendido y la personalización del vínculo. “Permite que el chiquilín no sea un número, sino que haya un nombre y apellido, conocer su historia, sus potencialidades y lo que le cuesta”.

Otro gran diferencial es la variedad en la oferta pedagógica de Providencia: hay un taller de huerta, otros de teatro y de guitarra, juegos de ingenio. tiempo para la estimulación lectora y el acercamiento al periodismo y la tecnología.

#Nomásrepeticiones es lo primero que se lee al ingresar al sitio web. Si bien el promedio de promoción ha sido 97%, “es un juego de palabras para que no se vuelvan a repetir historias por falta de oportunidades y que estén preparados para aprovecharlas. Y en eso la educación tiene un rol clave”.

financiación

El puzzle de aportes es lo que nutre al proyecto

Providencia pudo cumplir el sueño de la casa propia gracias a dos donaciones de personas allegadas al Movimiento Schoenstatt que sabían de la existencia del contenedor, aunque aún no existía un proyecto educativo real. “Fue una apuesta ciega”, según Arocha. Aquel terreno de 7 mil metros cuadrados costó alrededor de 15 mil dólares. Hoy allí funciona el Club de Niños, el comedor y la Casa Comunitaria, donde cuatro mujeres del barrio formadas por el Sistema Nacional de Cuidados atienden a 16 bebés durante ocho horas.

El terreno de enfrente se compró a un vecino en 2014 para instalar el liceo y el Centro Juvenil. La reformas edilicias o los crecimientos en infraestructura son posibles gracias al dinero obtenido de diversos fondos concursables.

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