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Del despacho de prensa a la Dirección de Bomberos

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"Quien no tiene miedo, pone en riesgo a todos sus compañeros". Foto: M. Bonjour.
Nota a Leandro Palomeque, vocero de Bomberos, Cuartel General de Bomberos, ND 20160226 foto Marcelo Bonjour
Archivo El Pais

Hasta el 29 de febrero seguirá siendo el encargado de Relaciones Públicas de Bomberos, desde donde mantuvo un excelente vínculo con todos los medios de prensa.

A partir del 1° de marzo será el director nacional de Bomberos, el más joven en 128 años de historia de una institución asociada a la extinción de incendios si bien tiene en realidad un portafolios de servicios muy amplio, generador de variadas situaciones de estrés. Nació en 1974 en Rivera pero desde los 7 meses vivió a pasos del Cuartel Centenario.

—Desde el próximo martes ocupará el cargo de director nacional de Bomberos. ¿Cuáles serán los principales objetivos al frente de la institución?

—En primer lugar sabemos que tendremos que mejorar el servicio de emergencia a la comunidad. Es nuestra razón de existir. Los tiempos de respuesta siempre van a ser cuestionados, porque son tiranos, pero otra cosa es que se cuestionen las capacidades empleadas. Apuntamos a desarrollar a estas. También debemos mejorar, darle más agilidad a las gestiones a nivel administrativo, a los trámites de habilitación que tienen demoras importantes. En tercer lugar, cumplir con nuestro personal en materia de asistencia social, ya que no recibe beneficios por el trabajo insalubre o la nocturnidad. No hablamos de plata sino de la posibilidad de un retiro más temprano. Hoy el funcionario se va a jubilar con 60 años; si no se cambia vamos a tener una pirámide invertida: pocos jóvenes y mucha gente mayor en una actividad que demanda una actividad física demencial.

—¿Hay pocos ingresos?

—En los últimos años hemos tenido la mayor cantidad, más 300 ingresos directos, no fueron por reposición de cargos. Pasamos de 1.400 a 1.700, es un esfuerzo de la administración central, aunque no para cumplir con nuevos destacamentos de bomberos.

—¿Qué carga horaria tiene un bombero? ¿Es absorbente su trabajo?

—Hipoteca gran parte de la convivencia familiar. Llevo 24 años en Bomberos y mis hijas crecieron mientras yo podía verlas muy poco, por las guardias de 24 horas, o alejamientos de una semana completa, por incendios de campos. Eso ha llevado a la problemática familiar de muchos compañeros; por suerte no ha sido mi caso, pero la verdad es que debe ser muy fuerte la relación para que no haya una disolución de la familia. Históricamente el régimen de trabajo era de 24 horas de guardia por 24 libres. Después se logró de 24 por 48, se trabaja un día y se descansa dos. Eso da 240 horas mensuales de trabajo, muy por encima del resto de los funcionarios públicos. Es muy difícil llevar a cabo otra actividad. Y si uno tiene un cargo de responsabilidad aún peor, somos full time. Hace 4 años que me desempeño como jefe de prensa y relaciones públicas y durante ese tiempo he tenido una dedicación completa: salir a las 3 de la mañana de un incendio, continuar al otro día con la guardia de 24 horas y por ahí tenía otro incendio en la madrugada.

—Tengo entendido que su padre fue bombero y su hermano lo es también. ¿Los traía a este Cuartel Centenario?

—Me crié acá adentro, jugando a la pelota en la Plaza de Armas. Viví mi infancia y mi adolescencia, como mi hermano, que es 22 meses mayor que yo. En enero de 1992 decidí seguir la carrera. Terminé el liceo y con 17 años ingresé a la Escuela Nacional de Policía, y a los 18 ya estaba como cadete en Bomberos. A los 22 egresé como oficial. Cuando mi hermano Mario y yo éramos solteros, en casa mi madre tu- vo que soportar a tres bomberos.

—¿Estuvieron los tres trabajando en algún incendio?

—El 13 de agosto de 1993, en el del Palacio de la Luz. Fue la primera vez. Mi padre Francisco era el jefe de bomberos que estaba a cargo del incendio en el piso 9. Fue el más grande que recuerdo por la magnitud y la pérdida de vidas. Después compartimos un par más de incendios pero mi padre decidió pasar a retiro para no estar al mando de nosotros.

—Además de esa jornada, ¿qué otra experiencia conmovedora recuerda?

—A lo largo de 24 años perdí a cinco compañeros en actos de servicio, dos de ellos muy amigos. Uno murió durante un incendio en el que trabajamos juntos. Son momentos muy difíciles, nos hacen replantear muchas cosas, pero la dinámica diaria nos saca de eso, el duelo es más breve aunque la consternación de todo el grupo de bomberos es muy fuerte. También tuve la infeliz tarea de asistir a dos incendios con varias víctimas fatales, niños. Ya era padre de mi hija más grande y el impacto es mayor. Como les pasa a los corredores de autos: dicen que cuando tienen un hijo se vuelven un minuto más lentos en la pista.

—¿Y cuál fue la satisfacción más grande?

—Salvar una vida; esto es muy injusto, la ecuación siempre es negativa, perdemos diez vidas y logramos salvar una. Eso pasa en el mundo. Una experiencia gratificante fue haber podido rescatar a un joven que todo hacía suponer estaba muerto, por el aplastamiento completo de la cabina de un camión. Y en dos oportunidades logramos convencer a personas para que no se autoeliminaran. En otras dos pudimos salvar a personas atrapadas en incendios.

—¿El miedo?

—Siempre presente, es el termómetro natural que tenemos. Si bien hay una adaptación a distintas situaciones muy duras, nada agradables para cualquiera, no nos acostumbramos al miedo, aprendemos a trabajar con él. Quien no lo tiene pierde el respeto a las situaciones de emergencia, pone en riesgo a los compañeros.

—Entre los servicios de bomberos están los rescates de gatos.

—Es real. Pero de infinidad de animales, desde monos hasta sacar un yacaré de una casa. No nos compete legalmente pero se rescatan gatos porque además del respeto a la vida animal, atrás de ellos puede haber un niño o una señora que se va a pasar la noche abajo de un árbol si no bajamos a su gato. Tenemos el equipo, la escalera. A veces hay que llevar un hidroelevador, que cuesta un millón y medio de dólares.

Paraísos y cine de llamaradas.

El nuevo director nacional de Bomberos está casado y tiene dos hijas, una de 12 y otra de 17 años. La más grande terminará Secundaria en 2016 y estudia maquillaje. La menor cursa el liceo. El sobrino, hijo de su hermano Mario, ya ha expresado el deseo de ser también bombero. El balneario Cuchilla Alta, el estadio de Defensor en el Parque Rodó y el Cuartel Centenario, de frente a la Plaza de los 33 Orientales, dice Leandro Palomeque que son sus paraísos. Confiesa que vio todas las películas de acción vinculadas a incendios aun cuando estén muy alejadas de la realidad. Recomienda una: Backdraft, con Robert De Niro, titulada en español "Llamarada".

Perfil

Nombre:Leandro Palomeque - Nació:En Rivera - Edad: 41 años - Grado: Comisario Mayor

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"Quien no tiene miedo, pone en riesgo a todos sus compañeros". Foto: M. Bonjour.

Leandro Palomeque

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