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Todo depende

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En Brasil los jueces y los fiscales hicieron su tarea. Cumplieron con el deber para el que fueron designados. Investigaron a fondo. Fueron hasta el hueso. Y el mayor esquema de corrupción de la historia del gigante norteño salió a luz.

Cayó Dilma. Y con ella cayó Lula, su padrino. Un hombre que llegó al poder prometiendo cambiar la política, y al que la política y el ejercicio del poder lograron cambiar hasta volverlo irreconocible. Aquel hombre que luchaba por los Sin Tierra y que salió del gobierno enriquecido. Un luchador social que terminó rogando por fueros que le pusieron a salvo de la cárcel.

La Justicia brasileña hizo su trabajo. Sentó en el banquillo a empresarios, dirigentes políticos y funcionarios, y así logró exponer como nunca la magnitud de corrupción de un sistema infectado por las coimas millonarias, los arreglos tras bambalinas, los sobresueldos y los favores bien remunerados.

En Uruguay, el gobierno ha seguido los acontecimientos con una prudencia que debe destacarse. Sin embargo, desde el Frente Amplio y el Pit-Cnt se han alzado voces destempladas, que manifiestan abiertamente su respaldo a Dilma y a Lula, y que denuncian que el gobierno del PT ha sido víctima de un golpe de Estado.

¿De qué golpe de Estado hablan? ¿Acaso el procedimiento del impeachment no está contemplado en la Constitución brasileña? ¿Y entonces? ¿Fue también un golpe de Estado el que el propio PT promoviera en su momento y que sacara del poder a Fernando Collor de Mello? ¿Cómo es la cosa? ¿El procedimiento es constitucio-nal y vale cuando se trata de sacar del poder a un corrupto de derecha, pero es un golpe de Estado cuando se saca del poder a un corrupto de izquierda?

No debería extrañar la actitud del Frente Amplio. Tampoco la del Pit-Cnt. Son los mismos que niegan que en Cuba haya una dictadura, aunque en la isla no sepan lo que son las elecciones. O que en Venezuela se violen los derechos humanos, aunque se encarcele a las personas por pensar diferente. ¿Por qué no es lo mismo perseguir, encarcelar y asesinar a un disidente si lo hacía Pinochet o si lo hace Fidel? Bueno, porque uno es (era) un genocida y el otro es un compañero al que se saluda cada 1° de mayo, y al que se pone como ejemplo de lucha contra el imperio.

¿Por qué reprimir con agua y palos a quienes protestan en las calles contra el gobierno está bien en el Chile de Bachelet y estaba mal en el Chile de Piñera? ¿Por qué no se dice nada cuando Maduro llama a los militares venezolanos a defender al gobierno y a formar un poder cívico-militar?

¿Se cree de verdad en la democracia? Puede que sí, pero pareciera que depende.

[email protected]

LA COLUMNA DE PEPE PREGUNTÓN

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