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El poder de los deberes

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En 2003 los estudiantes uruguayos hacían deberes siete horas por semana. Foto: AFP
JOHN MACDOUGALL - AFP - AFP

Los deberes pueden ser una oportunidad de aprender, pero también pueden reforzar las disparidades entre alumnos, advierte la OCDE. Las horas que se dedican por semana a la tarea en casa es un nuevo indicador para medir el nivel educativo de un país. una vez más, Uruguay está en el promedio: a mitad de tabla para abajo.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) analiza en su último informe "Focus" la función que cumple el "hacer los deberes" en el éxito del proceso educativo. El documento se difundió en diciembre y es el número 46 de una serie de reflexiones que la organización hace a partir de los resultados las pruebas PISA.

Las conclusiones principales son tres. Una es que las horas semanales que dedica cada país a la tarea educativa en casa disminuyó notoriamente entre 2003 y 2012. Otra es que en los países donde los niños dedican más horas a hacer los deberes, el nivel educativo es más alto. Y la última va acompañada de una incógnita: los deberes, en sí mismos, pueden reforzar las diferencias previas que existen entre los estudiantes por su estatus socioeconómico. Por ello, la OCDE se pregunta en el título de su informe: "¿Los deberes perpetúan las inequidades en la educación?"

En 2003, los quinceañeros uruguayos destinaban más de siete horas semanales a hacer sus deberes. En 2012, en cambio, dedicaban poco más de cuatro. El proceso se dio en forma muy similar a lo que ocurrió en el promedio de los países de la OCDE, cuyos estudiantes en 2003 hacían tareas en casa seis horas a la semana, y en 2012 bajaron a cuatro y fracción.

Si el indicador de los deberes se mira según nivel socioeconómico, y entonces el foco se pone sobre cuántas horas dedican los niños y adolescentes de entornos privilegiados y cuántas destinan los de contextos empobrecidos, la diferencia es poca, pero existe. En Uruguay los primeros hacen poco más de cinco horas por semana; los segundos, cuatro y media.

"Hay varias razones sólidas por las que los docentes asignan tareas extra-escolares", dice el informe, y señala: "desde ayudar a los estudiantes con más dificultades a aprender el material dado en clase, hasta asegurar que el contenido sea incorporado a la memoria de los estudiantes, o incluso proveer estimulación adicional a quienes les va mejor".

Sin embargo, pese a esos poderosos motivos para apostar a los deberes, se advierte que, justamente, las condiciones de vida del niño pueden arruinarlo todo. Si no tiene un lugar adecuado, si no tiene tiempo porque además de estudiar le corresponden otras responsabilidades, o si los padres no se sienten capaces de guiar, motivar y apoyar a sus niños, es posible que los deberes "acarreen como consecuencia no deseada una profundización de la brecha entre estudiantes de distintos contextos socioeconómicos".

La advertencia viene al caso cuando las novedades en torno a la educación escolar uruguaya son poco auspiciosas. Una prueba realizada por la ANEP reveló que el 56% de los alumnos de 6° año de Primaria "no llega al umbral de competencia" en matemática y ciencia. Además, a fines de año el Informe sobre el estado de la educación puso de relieve que Uruguay es uno de los países con mayores diferencias en los logros educativos según factores socio-económicos y culturales dentro de América Latina.

"La institución y los docentes deberían buscar maneras de entusiasmar a los alumnos que están en desventaja para que completen sus deberes. Podrían, por ejemplo, ofrecer ayuda a los padres para que motiven a sus hijos y brindar facilidades de modo que tengan un espacio tranquilo si es que no lo tienen disponible en sus hogares", se sugiere.

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En 2003 los estudiantes uruguayos hacían deberes siete horas por semana. Foto: AFP

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