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El debate está abierto: ¿son buenos los deberes escolares?

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Una organización de padres españoles inició una huelga de deberes y abrieron el debate sobre una práctica que es ancestral. Foto: Archivo El País.
jose luis bello

Ante polémica en España, directora de Primaria defiende rol de las tareas.

Una organización de padres de alumnos de la escuela pública en España inició una "huelga de deberes". Boicotean, así, las tareas que las maestras le mandan a sus hijos durante el fin de semana.

Ante este tema en Uruguay las aguas están divididas entre expertos, autoridades, sindicalistas y docentes. Hay quienes plantean reparos con respecto a la utilidad de la tarea domiciliaria y en cuanto al tiempo que los niños pierden de jugar o hacer otras actividades, ya sean físicas, intelectuales o sociales. Otros, en cambio, defienden el rol que tienen los deberes y piden respeto a la libertad de cátedra de los educadores.

"Me parece sensato que las tareas domiciliarias tengan otro enfoque. No obstante tiene que haber tareas en las que los padres puedan interactuar con los hijos al menos 30 minutos: La lectura de un cuento, comentar una noticia, buscar información sobre una temática específica… El tema es cuando los padres se quejan porque no están dispuestos a mirar lo que tienen que hacer los hijos", criticó la directora general de Primaria, Irupé Buzzetti, en declaraciones a El País.

La jerarca precisó que "lo ideal sería que los padres lleven a sus hijos a los museos" en los tiempos libres —una de las actividades que reclaman hacer los progenitores de España en sustitución de los deberes—, pero cuestionó: "¿Los padres van los fines de semana a museos?, ¿Van a ver el ballet? ¿Van a ver un concierto?". Y respondió enseguida: "No, quieren que los niños estudien en la escuela y no molesten con prácticas que envían los maestros".

"Este tema es interesante porque en todos los quintiles de la sociedad (los lugares de dónde provienen los más vulnerables, 1 y 2, hasta los quintiles 5 y 6), se quejan por las tareas domiciliarias. Niños solos aprenden y juegan con las tablets pero a veces es necesario que la familia vehiculice los vínculos con sus hijos, nietos, sobrinos a través de tareas propias de aprendizaje donde sientan que es importante lo que hacen en la escuela", añadió.

Buzzetti defendió que "los deberes tienen el valor de que el alumno entienda que lo que está haciendo es importante. Es una forma de jerarquizar el trabajo del niño".

En número dos de Primaria, Héctor Florit, expresó que las realidades son distintas en las escuelas de tiempo completo, las de tiempo extendido y las comunes, donde los alumnos van solo cuatro horas. "Es evidente que una jornada escolar de cuatro horas no agota el tiempo necesario para la adquisición de habilidades y conocimientos que hacen a un currículum ampliado, si uno lo compara con lo de anteriores años. Hoy hay áreas que antes no se manejaban: lo tecnológico, lo artístico, la educación física, los idiomas...", explicó a El País.

No sirven para nada.

"La utilidad de los deberes se empezó a estudiar a fines del siglo XIX y hasta ahora no hay evidencia científica que diga que éstos ayudan al desempeño curricular de los chicos. Dicho bien claro: No sirven para nada", dijo a El País el especialista en educación y diseñador de videojuegos, Gonzalo Frasca. "Lo que los deberes escritos producen es estrés en la familia. Los padres se convierten en carceleros de la escuela, cuando es mucho más importante para el desarrollo cognitivo de los niños que estos puedan jugar", añadió.

Finlandia es uno de los países que mejores resultados obtuvo en la última edición de las pruebas PISA, cuando se habla de educación es común que se lo cite como un ejemplo, y también es el sitio donde los jóvenes menos tiempo dedican a hacer tareas domiciliarias. "Allí la primaria es hasta 9° grado, y los jóvenes de 14 o 15 años nunca están más de una hora haciendo la tareas. El resto del tiempo es para ir a un museo o leer otras cosas, como periódicos, revistas o historietas, porque tienen que desarrollar conocimientos en otras áreas", dijo a El País el especialista y miembro de EDUY21, una organización formada por referentes en enseñanza de todos los partidos políticos, Renato Opertti. "Los deberes son una categoría obsoleta que pertenece a un nivel muy rígido de educación", enfatizó.

También desde EDUY21, el exdirector de Educación y maestro, Juan Pedro Mir, señaló a El País que "el problema no puede ser deberes sí o deberes no, sino que el punto debe ser cómo la institución escolar trabaja con los alumnos sin derivar la tarea a los padres". El exjerarca dio un ejemplo de lo que es "un pésimo deber: Cuando le dicen al alumno que busque información sobre la revolución francesa", y definió como buenas prácticas aquellas que llevan al niño a "estudiar, sistematizar conocimientos, hacer resúmenes…". Mir señaló, al igual que Florit, que hay que diferenciar la situación de los niños que van a escuelas de tiempo completo o tiempo extendido, a la de aquellos que asisten solo cuatro horas por día. Y coincidió en que estos "deben tener tiempo libre, para jugar, para descansar, para hacer otras cosas".

Libertad de cátedra.

La Confederación Española de Asociaciones de Padres (Ceapa) no tiene reparos en hablar de "deberes abusivos", en referencia a aquellos que implican que los estudiantes les dediquen muchas horas por semana. Esto enfrentó a las familias con los sindicatos docentes, que advirtieron un atentado contra la libertad de cátedra, la autonomía pedagógica y la potestad de ellos de organizar la forma en que se dictan los conocimientos. En Uruguay hay quienes piensan lo mismo.

La diputada nacionalista y exdirectora del liceo Bauzá, Graciela Bianchi, se pronunció en este sentido. "Hay que respetar la profesión docente. Si éstos creen y consideran que es necesario mandar deberes, así lo harán. Entiendo que los padres quieran estar más tiempo con los hijos, pero los deberes son necesarios", precisó a El País. La legisladora por otro lado criticó que "se siga descargando en las instituciones educativas cosas que tienen que estar delegadas al hogar, porque el conocimiento de los hijos a partir de los padres es necesario".

La presidenta de la Asociación de Maestros del Uruguay (Ademu-Montevideo), Daysi Iglesias, dijo a El País que el sindicato no había tratado el tema y se negó a opinar sobre "ideas sueltas, iniciativas que tiene la gente y no se sabe si son buenas para la educación". Y remató: "No se puede andar detrás de cualquier opinólogo suelto".

Desde la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM), que representa a los maestros a nivel nacional, su presidenta Elbia Pereira también sostuvo en declaraciones a El País que el sindicato no ha tratado este tema. De todos modos es algo que conoce, pues su tesis de maestría tiene que ver justamente con la utilidad de las tareas domiciliares.

"Es un tema que hay que estudiar. Si un niño va a una escuela de tiempo completo, está siete horas y media en la institución, mandarle deberes es mucho. Pero habría que hacer una investigación científica. Evaluar realmente el valor que tienen los deberes", opinó.

Gonzalo Frasca - Experto y diseñador.

"Cada padre debería tener derecho a decirle a los maestros que a sus hijos no les manden deberes. Los niños tienen muchas actividades y cada vez menos tiempo para jugar. Eso es verdaderamente criminal".

Renato Opertti - Experto de EDUY21.

"Los deberes son un factor de inequidad, porque se convierten en una penalización para los niños que tienen padres con menos conocimientos. Y los hogares con más recursos son los que responden mejor".

Graciela Bianchi - Diputada y exdirectora.

"Los maestros son los maestros, yo no le voy a ir a decir a un médico lo que tiene que hacer. Esto parece muy moderno, pero es cualquier cosa. Todos estos movimientos seudosociales tienen algún inconveniente".

Isabel Jaureguy - Consejera de Secundaria.

"En el liceo los deberes me parecen una estrategia válida para generar autonomía en los alumnos. Es importante el tiempo de ocio, pero si no tenemos doble horario en Secundaria hay que mandar a estudiar".

DÍAS DE CLASE.

Cuestionan que Turismo fije las vacaciones.

El exdirector de Educación, Juan Pedro Mir, cuestionó los pocos días de clase que hay en Uruguay, comparado con otros países, y criticó que las vacaciones se agenden según el calendario del Ministerio de Turismo.

"Hay que discutir el tema de los tiempos, esto de tener 180 días de clase. Los mejores calendarios del mundo son los que tienen una vacación de un mes y después recesos por bimestres. Esto permite descansar a los alumnos y a los maestros repensar el año", precisó.

"Me parece mal que el calendario esté armado por el Ministerio de Turismo", continuó Mir. "Ahora los jóvenes de educación media superior se van de vacaciones y no tienen clases en noviembre, diciembre, enero, febrero y arrancan en marzo. Es demasiado para cuando se está en el mejor momento de la vida en cuanto al desarrollo intelectual", añadió.

Aunque están previsto calendarios de 180 a 185 días en escuelas y liceos, el año pasado la ola de paros hizo que se esté muy lejos de esta meta. En Montevideo en primaria hay centros que no llegaron a los 170 días, en el ciclo básico fueron 150 y en el bachillerato 145.

Primaria instauró este año un plan para revertir esta situación e intentar llegar a los 190 días de clase, entre otras cosas esto incluyó la reducción de las vacaciones de julio de dos semanas a tan solo una.

Desde diferentes filas de los partidos políticos se habla de la posibilidad de fijar por ley una cantidad mínima de 200 días de clase. Lo dijo alguna vez el expresidente José Mujica, lo sugirió el presidente Tabaré Vázquez durante su campaña, mientras que desde filas opositoras el senador colorado Pedro Bordaberry presentó un proyecto de ley, que desde el mes de febrero de 2015 duerme en los cajones de los legisladores de la Comisión de Educación de la Cámara Alta.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recomienda llegar a 210 días de clase anuales. En la mayoría de los países de América Latina los días están fijados con ley. En Argentina están previstas 180 jornadas; en Chile, Panamá y Venezuela, 190; en Bolivia, Brasil, Ecuador, México y Perú, 200; y en Costa Rica 205.

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