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La Cruzada de los 33

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Dos lanchones, treinta y tres hombres y una bandera que lucía en el centro la consigna y decisión de sus portadores -Libertad o muerte- llegaron hasta la playa de la Agraciada el 19 de abril de 1825.

Comandados por Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe como su segundo, traían el inquebrantable propósito de liberar a la Provincia Oriental de la ocupación luso brasileña que se había apoderado de este territorio con la derrota del prócer José Artigas.

Los hechos posteriores tuvieron velocidad de vértigo: los vecinos respondieron a su llamado y se alzó la campaña para expulsar a las fuerzas invasoras, se incorporó Fructuoso Rivera que militaba en filas brasileñas, la Asamblea en la Piedra Alta de la Florida y la Declaración de Independencia del 25 de agosto fue clara y categórica en los motivos de la lucha.

Ese empuje incontenible fue fundamental para los éxitos militares que vinieron luego en las batallas de Rincón y Sarandí.

De la mano de los tenientes de Artigas, el pueblo oriental peleaba por su libertad, por recuperar su sagrada potestad de elegir y ser dueño de su destino. Y, años más tarde, lo lograría.

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