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Crímenes estremecen a Minas

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Policía acababa de llegar al escenario del homicidio en la céntrica plaza de Minas. Foto: A.Trabadelo.

"No le tires más, no le tires más!", gritaron varias personas al policía minuano al ver cómo volvía a cargar su arma de reglamento después de haber efectuado cuatro disparos contra su esposa, Paola González Silvera (35), en pleno centro de Minas.

Frío, sin importarle los testigos ni las consecuencias, el policía cargó otra vez el arma y efectuó otros cinco disparos. Las cámaras de video del comercio "Super Usa" registraron cómo el policía giraba alrededor del cuerpo de su esposa mientras tiraba sin compasión. Luego caminó unos metros y se detuvo, sin saber qué hacer.

Eran las 12:55 horas de ayer y el drama se había desencadenado en la esquina de Treinta y Tres y Callejón de Luca, una de las esquinas tradicionales de la capital de Lavalleja, frente a la confitería Irisarri.

Un minuto más tarde, a las 12:56 horas, la filmación muestra el arribo de otro policía —la Jefatura de Lavalleja queda a unos 100 metros de donde ocurrió el crimen. El homicida intentaba cargar el arma por segunda vez cuando su colega le apuntó y ordenó que arrojara la pistola. El homicida obedeció y levantó las manos. Su colega lo esposó. Segundos después llegaron otros dos policías con las armas desenfundadas.

A las 12:57, el asesino fue llevado a la Jefatura. Afuera de la confitería Irisarri, las compañeras de Paola González lloraban desconsoladamente.

El policía llegó a la plaza principal de Minas media hora antes que su esposa, según señalaron varios testigos a El País. Ansioso, caminaba unos metros, se sentaba en un banco y otra vez se paraba en un círculo vicioso que parecía no tener fin. Al llegar su esposa, caminaron varios metros juntos.

Martín Icasetti, encargado de compras del "Super Usa", narró a sus compañeros del turno vespertino que la pareja venía discutiendo mientras caminaban en dirección a la confitería donde trabajaba la víctima.

Cuando Icasetti escuchó los primeros disparos, corrió hacia el fondo del salón junto con otros clientes para evitar recibir el impacto de alguna bala perdida.

A diez metros del "Super Usa", el propietario de la farmacia "Garmendia Sabia", Martín Viera, también escuchó los tiros. "La gente gritaba al policía: No le tires más, no le tires más. Pero él no dio tiempo a nada. Una locura", dijo Viera a El País.

El crimen conmocionó a Minas: fue la cuarta muerte violenta seguida, en una ciudad donde mucha gente suele dormir con las puertas abiertas. Los minuanos no salen de su asombro ante el fenómeno inusual de violencia.

Raquel, una joven empleada que tiene un comercio de ropas en la galería al costado de la confitería Irisarri, comentó que "antes Minas no era así, no era tan violenta".

En la tarde de ayer, en las puertas de la confitería Irisarri se leía en un cartel: "Cerrado por duelo".

El empresario explicó que cerró el establecimiento por "respeto" a Paola y porque varias de sus empleadas estaban "muy impactadas".

El drama se desató mucho antes del primer disparo del homicida, un policía comunitario con 20 años de servicio y considerado una persona correcta por sus compañeros de la Seccional 4ª de Minas.

Familia.

Hace unos dos años, la pareja llegó a Minas proveniente del pueblo José Batlle y Ordóñez. Paola, con 33 años, tenía ganas de superarse. El policía, que había nacido en Minas y que revistaba en dicho pueblo, estuvo de acuerdo con el cambio.

Según los compañeros del policía, la familia primero se radicó en un barrio cercano a la represa conocido como "Santos Garrido". Poco después, el matrimonio y sus cinco hijos —cuyas edades oscilan entre 14 y 18 años— se mudaron al barrio "Escriú", ubicado en la entrada de Minas y a poca distancia de la Seccional 4ª donde él trabajaba. Allí vieron nacer, hace seis meses, a su primera nieta.

El policía y su esposa solían participar en fiestas infantiles, y disfrazarse de payasos para entretener a niños, según dijo a Subrayado la intendenta de Lavalleja, Adriana Peña.

Apenas pisó la ciudad de Minas, Paola pidió trabajo en la confitería "Irisarri", uno de los comercios emblemáticos de Minas, fundado por el abuelo del actual propietario en 1898.

"Vino muy bien recomendada. Ella buscaba ampliar sus horizontes", dijo a El País el propietario de la confitería, Miguel Irisarri. Según el empresario, Paola era una trabajadora correcta y atenta, cuyas tarea consistían en atender al público en el mostrador de la confitería o actuar de moza.

El año pasado, Paola terminó sus cursos de enfermería y este año comenzaba las prácticas. "Ella quería superarse", dijo Irisarri. Las compañeras de Paola no saben si había graves divergencias entre la pareja. "Ella era reservaba y no contaba nada", dijo una compañera de la víctima que ayer era velada en el Cementerio de Minas.

La población de Lavalleja no sale de su asombro

El homicidio de Paola fue un cuchillazo al alma de Minas. Es la cuarta muerte violenta, ocurrida en plena calle en el término de 40 días.

El pasado sábado 24, Robert Gustavo Fretiz De León, de 49 años, fue degollado en la esquina de General de la Llana y Joaquín Suárez. Al parecer, el crimen sucedió luego de una trifulca. A fines de diciembre fueron asesinados los hermanos Virches —ambos con antecedentes penales— en plena calle por supuestos ajustes de cuentas entre bandas rivales.

En los últimos diez años solo se habían registrado dos muertes por ajustes de cuentas en Minas.

A raíz de estos homicidios, la intendenta de Lavalleja, Adriana Peña, escribió en su cuenta de Facebook:

"¿Qué nos está pasando? ¿Qué sociedad estamos formando? ¿Valen más las cosas materiales que la vida de un ser humano?", se preguntó la intendenta. "No importa la edad, no importa la familia, no importa nada, solo la plata. No hay costumbre de trabajo, no hay lucha por conseguir las cosas de la manera correcta, no hay respeto. Pensemos qué sociedad estamos formando!!! Pensemos a dónde vamos!!!", agregó Peña en la red social.

El homicidio de Paola González generó terror y desconfianza en muchos minuanos.

"Estas situaciones llevan a cuidarte la espalda. Te pueden matar en cualquier momento. Eso no pasaba antes en Minas", era un comentario habitual escuchado entre los minuanos, que criticaban el hecho de que "muchas personas tienen hoy fácil acceso a las armas".

Consultada por el programa Subrayado acerca de las características del policía que mató a su esposa, Peña recordó que lo conocía como una persona "excelente".

"Era excelente, igual que ella era un amor de persona, él era un ser humano fantástico, con esas condiciones de estar ayudando a la sociedad", comentó, abrumada por la situación que vive su departamento.

Piden pericias psicológicas

Los sindicatos policiales reclaman por la falta de pericias psicológicas periódicas para los efectivos policiales. Este reclamo se volvió a formular ayer luego del dramático crimen en la ciudad de Minas. Fuentes del Ministerio del Interior admitieron a Telenoche que actualmente no están instrumentando controles periódicos y lo que sí existe es una unidad en el Hospital Policial que asiste a los uniformados que sufren depresión u otros problemas. "No nos olvidemos que la tarea del policía es más que estresante. Se está lidiando con homicidas, sometido a la presión del dolor ajeno. Y eso a cualquier ser humano lo afecta", dijo el presidente del Sindicato de Policías del Uruguay (Sinpolur), Raúl Lugli. Hace dos días, un agente de la Policía, que trabajaba en la Seccional 23a de Montevideo, asesinó a balazos a su exesposa y al padre de esta, en Ciudad del Plata, departamento de San José.

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Policía acababa de llegar al escenario del homicidio en la céntrica plaza de Minas. Foto: A.Trabadelo.

Policía acribilló a su esposa: cuarta muerte violenta en plena calle en 40 díasE.BARRENECHE

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