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Creer es Crear, un documental para las pequeñas empresas

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La serie documental rescata la historia de doce microempresarios, que gracias a su esfuerzo lograron emprender su propio negocio y solicitaron un crédito para expandirse.

Desde hace seis años República Microfinanzas, institución del Banco República, brinda soluciones financieras a distintos sectores de la población, enfocándose en los microempresarios, trabajadores independientes y las familias de bajos recursos, muchas veces excluidos del sistema bancario tradicional.

Para tener una idea, las micro, pequeñas y medianas empresas son el 99% de las empresas del país. Según los datos de una encuesta realizada por el Ministerio de Industria, Energía y Minería en 2012, existen un total de 136.000 mipymes en el país. De las cuales 114.000 serían microempresas, 18.000 pequeñas y unas 4.000 medianas, y esto sin incluir a las empresas del sector agropecuario. Casi la mitad de la población trabaja en una mipyme, de ahí la importancia de su rol en la sociedad.

Un gran número de ellas no accede a la banca tradicional porque no tiene la información ordenada y documentada, de modo que es improbable que una oficina de riesgo apruebe su crédito. Y allí es donde entra la propuesta de República Microfinanzas. La empresa brinda créditos a micro y pequeñas empresas, trabajadores por su propia cuenta o independientes con actividad de producción, comercio y servicios. Pero no se trata de un préstamo estándar, como puede recibir cualquier persona en un banco, sino de una oferta a medida en cuanto a monto y plazo, acorde a las necesidades del solicitante.

La propuesta de República Microfinanzas se caracteriza por la metodología de otorgamiento, que implica vencer las barreras de asimetría de información, recopilando la información que el solicitante tiene disponible y armando la que necesitamos, a través de un análisis personalizado y responsable de la capacidad de pago familiar, donde lo que más importa es el compromiso de la familia y el uso responsable del dinero.

Perfil.

En general, los microempresarios o trabajadores independientes son personas que hacen de hombre orquesta, cumpliendo todas las actividades dentro de la empresa, donde no existe la separación de funciones y muchas veces sin siquiera llevar contabilidad en forma ordenada. Es aquí donde la forma de trabajo de República Microfinanzas resulta clave.

Se trata de negocios familiares, donde se involucra toda la familia, dado que de esta actividad depende el sustento. Por eso resulta tan importante la supervivencia y el desarrollo de estas pequeñas unidades económicas, a la hora de considerar el empleo.

Un detalle a resaltar es que estamos hablando de una propuesta de financiamiento (Crédito retornable) y en consecuencia dirigida a negocios que ya se encuentran funcionando, no a emprendimientos nuevos. Los solicitantes deben contar con una antigüedad de un año en su actividad y seis meses de establecido en el local comercial, si lo tuvieran.

Sobre estas bases, República Microfinanzas ha otorgado más de 50.000 créditos, llegando a 16.000 empresarios y autorizando préstamos por más de 2:400 millones de pesos.

Documental

Este 13 de Agosto se celebró el Día del Microempresario, y por eso República Microfinanzas los homenajea durante todo el mes. Como parte de este reconocimiento, la institución decidió destacar algunas de sus historias. Los siguientes relatos forman parte de la serie documental Creer es Crear. Son clientes de República Microfinanzas que, gracias a su esfuerzo, lograron emprender su propio negocio y solicitaron ayuda para expandirse y cumplir sus metas.

Así se encuentra a Christian, un ex empleado de una curtiembre que decidió abrir un criadero de codornices. Otro Christian, que empezó a fabricar cerveza artesanal en la cocina de su casa para él y sus amigos y vio cómo un hobby podía convertirse en un negocio. Elías y Daniel, que después de toda una vida de esfuerzo y emprendimientos lograron abrir juntos una fábrica para producir ladrillos ecológicos únicos en Uruguay, y ya empezaron a construir casas. Y Carlos, un visionario que, donde otros veían un despoblado, vio la posibilidad de crear un paraíso rebosante de naturaleza.

Estas son sus historias.

CHRISTIAN GONZÄLEZ, CRIADERO DE CODORNICES EN VILLA RODRIGUEZ

Si no puede ver el video haga click aquí. 

Christian se levanta todos los días a las siete de la mañana para dar de comer a sus codornices, recoger los huevos, y limpiar las bandeja con estiércol. “Lo que mas disfruto es el trato con los animales, el trabajo en el criadero. Es lindo producir y ver que hay mercado para seguir creciendo. Ahora estoy planeando un viaje a Colombia para especializarme, porque acá no hay mucho de donde aprender.”

Siempre aspiró a tener un negocio propio, aunque no tenía muy claro qué. En 2008 un rumor le dio el impulso que necesitaba para planificar su emprendimiento Él era empleado en una curtiembre, y le llegó el comentario de que estaban por mandar a seguro de paro. Y eso fue una señal. Sabía que quería trabajar con animales, y cuando un amigo le comentó que hace años en Libertad existía un criadero de codornices se le prendió la lamparita.

Acá no había libros sobre cómo criarlas, por lo que empezó a averiguar por internet. Consiguió el contacto de una persona que vendía codornices y compró 45 para probar. A los tres meses compró 45 mas.” Tuve diez mil percances porque no había mucha información, y eso fue lo que me gustó, la posibilidad de hacer algo nuevo “, recuerda.
Mientras trabajaba en la curtiembre, su abuelo les daba de comer a los animales, y los fines de semana se dedicaba a ellos. Así saltó a 300 codornices, y en 2010 cuando vio que podía pegar el salto se fue de la fábrica e invirtió la plata del despido en el criadero.

El negocio prosperaba, pero cuando despegaba lo volvieron a derribar: se empezaron a morir 50 codornices por día. De 2600 bajó a 600, y cuando ya casi estaba rendido llevó la ración de los animales a analizar. Resultó que la ración que compraba estaba en malas condiciones, y le transmitió un virus fatal a las aves. Estuvo a punto de cerrar el criadero, pero una nueva fórmula de ración desde Argentina lo salvó.

De nuevo encaminado, los pedidos de huevos de codornices empezaron a multiplicarse, pero le costaba alcanzar la producción que quería. Para cumplir necesitaba agrandar el criadero, y eso requería inversión. Durante un reparto por Libertad se cruzó con un amigo a quien le comentó su situación. Y este le dijo que justo le habían entregado un folleto de República Microfinanzas, que por qué no probaba ahí. Llamó y en siete días le dieron la plata para pagar en cómodos tres años. Con esa plata compró una incubadora más grande, para casi 11.000 huevos. Y el negocio empezó a prosperar.

Hoy tiene 2800 codornices, y vende la mayoría de su producción en Montevideo, aunque también tiene clientes en Maldonado, Canelones y San José. Son principalmente servicio de fiestas, mayoristas y supermercados chicos. En un principio vendía los huevos crudos, pero ahora apunta a venderlos también cocidos y pelados. “Es un servicio mas cómodo para el cliente, que se ahorran el personal que tiene que pelar los huevos”, dice Christian. Este año espera llegar a 5000 codornices y el año que viene a 10000, lo que le permitirá cubrir un mercado insatisfecho.

Para Christian, empujar una pequeña empresa es difícil, pero hay que arriesgarse y y probar, porque a la larga todo anda. “ Lo que más me llena de satisfacción es ver que pude llevar adelante el negocio, porque tuve mil cosas en contra.”

CHRISTIAN BROER, CERVEZA ARTESANAL EN PLAYA PASCUAL

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Los cuatro abuelos de Christian eran alemanes, por lo que la cultura cervecera está presente desde que nació. Sin embargo fue recién hace diez años que le despertó el gusto por cocinarla. Él trabaja en la parte financiera de una empresa, y un día un compañero de trabajo le pregunto: ¿“Querés aprender a hacer cerveza?. Y puso la semillita en su cabeza.

No tenía ni la menor idea de cómo cocinar cerveza, entonces se puso a aprender. Con la paciencia de su señora empezó en la cocina de casa, con los implementos que uno puede encontrar en cualquier casa. Hervía la mezcla en una olla de guiso y fermentaba la cerveza en una heladerita de playa. Al principio hacia cinco litros, después pasó a diez y después a treinta. Empezó a mejorar en técnica y en equipo, y se dio cuenta de que ahí podía haber un negocio. “Eso me impulso a tratar de mejorar, investigar un poco más y prestar mas atención a los detalles, no tomármelo solo como un hobby”.

Para aumentar la producción se asocio con su primo. El proyecto era prometedor pero tenías sus complicaciones. Ademas de requerir inversión y muchas horas de trabajo, cocinar cerveza requiere insumos difíciles de conseguir. “La cervezas ámbar, rojas, negras llevan maltas especiales que no se consiguen en el país, hay que importarlas, y ahí de repente te chocas con los costos de importación”, dice.

Dos veces solicitó crédito a República Microfinanzas . La primera para comprar una cámara de frío y fermentación, para poder controlar la temperatura del proceso. De esta forma pudo fermentar la cerveza a 19 grados y hacer el proceso de maduración y guarda en la cámara de frío a 2 grados. El segundo crédito que pidió fue para insumos.

“Lo que más disfruto es la elaboración misma, el día de cocción. Ahí es donde ves los distintos ingredientes que le van dando forma a la cerveza. Me gusta realizar la mezcla, que se hace un poco a mano, sentir los aromas, y jugar un poco con las variables del proceso.”, dice. Del catálogo de Stolz, su marca de cerveza, su preferida es una cerveza roja, maltosa, que tiene el sabor del caramelo balanceado con el del lúpulo. Aunque el publico sigue prefiriendo a la rubia.

Hoy que ya tiene una producción considerable, el principal desafío es fabricar un producto homogéneo. La elaboración de cerveza depende de la temperatura ambiente, la cocción, el rendimiento del gas y la mezcla, y ajustar todo eso en forma artesanal es difícil.
Hoy vende a conocidos y también en fiestas y eventos, pero su problema no es colocar su cerveza sino cumplir con la cantidad que le piden. Su plan es industrializar más el proceso, y para este año o el próximo llegar a una producción mensual de 2000 litros,

Pero para llegar a esa capacidad debe adquirir equipos nuevos e infraestructura. Hoy la planta de producción está en el garaje de su casa, que aunque especialmente adaptado, le queda chico. Pero si la cosa camina no descarta buscar un lugar mas grande. Incluso espera liberarse un poco de su trabajo para así dedicar mayor tiempo a su emprendimiento.

Su sueño es que su empresa de cerveza artesanal se convierta en un proyecto redituable, con el que se pueda mantener toda la familia. Hasta le gusta presionar a sus hijos para que se unan al emprendimiento desde alguna tarea.

SAMUEL Y RAFAEL DOMINGUEZ, LADRILLOS ECOLÓGICOS EN SAN JOSÉ

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Samuel y Rafael vienen de una familia de pequeños empresarios. Sus padres tienen un local de comida casera y sus hermanos abordaron proyectos de todo tipo. Elías trabaja en la construcción desde los 19 años, cumpliendo diferentes tareas en el rubro. “Siempre fuimos una familia unida. Mi padre trabaja hace más de cuarenta años y siempre nos impuso el espíritu de sacrificio”, dice Samuel.

Rafael en cambio es más polifacético. A los 16 años su padre le compró un caballo y empezó a hacer fletes. Un día se le dio por pescar, y con un tanque de 200 litros fabricó su propio bote. Este proyecto le duró hasta que vio la posibilidad de comprar un camión, y así empezó su propia empresa de fletes y reciclado de materiales.

Hace dos años, estos hermanos vislumbraron abrir su propia empresa de ladrillos ecológicos, únicos en Uruguay. Rafael, el mas innovador, leyó sobre los ladrillos en un folleto y le propuso la idea a Samuel. El primer paso, como en toda historia de emprendeurismo, fue investigar un poco sobre este material por internet. Y ahí vieron que en Brasil y en España se estaba construyendo mucho con estos materiales, y decidieron lanzarse. Al principio parecía difícil. Les faltaba la máquina para fabricar los ladrillos, procesarlos y prensarlos, además de otras herramientas. Pero finalmente pudieron traer una máquina desde Brasil, y empezaron su negocio de los peculiares ladrillos ecológicos.

Según explica Samuel, se los llama ecológicos porque no son quemados sino prensados, y por ende no dañan el medio ambiente. “Es un ladrillo fácil de levantar, de construir. No daña al medio ambiente, además es acústico, térmico e impermeable, tiene muchas propiedades que sirven para la construcción”, dice. Una de las ventajas es que permiten una construcción más fácil y más barata que con los ladrillos tradicionales.

Conocían de República Microfinanzas a través de su madre, quién ya había accedido a un préstamo para su local de comidas caseras. Y con este antecedente presentaron una carpeta con todo el proyecto. Y su crédito fue aprobado, lo que les permitió expandirse.
Al principio el negocio se limitó a vender su producto a las barracas. Y funcionó, pero con el tiempo varios vecinos les plantearon construir sus viviendas con los ladrillos ecológicos, y el negocio se encaminó hacia ese rubro.Desde entonces han hecho cuatro casas. Actualmente están haciendo una en Playa Pascual en San José y otra en Punta de Manga en Montevideo.

El negocio anda bien, ya no venden más ladrillos porque las casas consumen la mayor parte de su tiempo, y están pensando en cómo expandirse. “Queremos crecer en el sentido de ampliar la producción, tener mas empleados, agrandar el área de trabajo. Y eso lo vamos a ir haciendo paulatinamente”, dice Samuel.
Están evaluando pedir otro préstamo ya que quieren construir un galpón más grande, que le permita realizar otros trabajos. La construcción de una casas implica una variedad de tareas de herrería, carpintería y otros oficios que actualmente tienen que tercerizar, y preferirían realizarlo ellos directamente.

Sobre la posibilidad de empezar tu propio negocio, Samuel dice que no es difícil siempre que uno se lo proponga. “Si uno cree que no va a llegar a nada ahí si le va a costar”.

CARLOS FAJARDO, CAMPING EL COCAL EN LA COSTA DE ROCHA

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El padre de Carlos era bombero y policía, y su madre empleada doméstica, por lo que en su familia no había muchos genes de emprendeurismo. Ese espíritu le surgió sólo, desde chico. “Soy competitivo, eso me llevo a arriesgar y no conformarme nunca, ese es el motor que me impulsa todo” dice”.

Carlos es de Montevideo pero todos los veranos se Iban a acampar a Rocha junto a su mujer y sus hijos. Hace treinta años llegaron a un paraje casi desierto en la costa del departamento y quedó fascinado. Allí hicieron amistad con unos vecinos y a los seis meses compraron una pequeña casa. Desde entonces veranearon en ese lugar y hacia el año 98, cuando se estaba por jubilar, se le ocurrió la idea de instalar un camping allí.

“Mi idea era hacer un camping donde no hubiera parcelas limitadas, donde no hubiera población ni ruido. La idea era hacer un camping lo mas parecido a un monte posible. Estamos a tres kilómetros de La Esmeralda y a ocho de Aguas Dulces, por lo que la ubicación era ideal”.

Después de un par de intentos frustrados, se asoció y consiguió el dinero para comprar el terreno. El desafío vino a la hora de montar un parador. Tuvo que achatar un enorme médano y construirle arriba, y hasta el día de hoy recuerda al trabajo que le llevó la tarea. Fueron dos años talando árboles y acopiándose de madera y otros dos para construir el parador. Pero lo consiguió, y el Camping El Cocal finalmente abrió sus puertas en enero de 2008.

Su idea original era ponerle su propio nombre al camping, pero eligió El Cocal porque es el nombre de un barco que encalló en la costa en 1969, y cuyos restos continúan hasta el día de hoy. De esta forma, el camping ya nacía con una historia atrás.

El parador hace de restaurante, pizzería, almacén, panadería y los visitantes se instalan en algún lugar de las ocho hectáreas que tiene el terreno. Allí trabaja Carlos con su familia Fajardo y unos cuantos empleados. Hoy sus hijas tienen la edad que él tenía cuando llegó al camping, por lo que le encantaría que estas sigan enriqueciendo la historia del camping.

El Cocal recibe unas 1000 personas todos los veranos que van a disfrutar de la naturaleza y la soledad. “Es gente que viene a encontrarse consigo mismo, con su pareja o con amigos, y a conocer otras personas que piensan más o menos igual. Tampoco es un tema de clase social, fijate que acá algunos llegan en un auto de lujos y otros en bicicleta, y todos disfrutan de lo mismo”. En cierta forma, el camping le ha hecho conocer todo el mundo, ya que a El Cocal llega un buen número de extranjeros.

En un curso sobre emprendimientos y turismo, se enteró sobre República Microfinanzas, y fue la solución para la inversión que necesitaba realizar. Con el primer préstamo agrandó los baños, y con el segundo compró un generador diesel, que le permite abastecer de electricidad a todo el camping“.

”Mi principal satisfacción es ver a la gente contenta. Los que vienen disfrutan y yo me proyecto en ellos. Me encanta que puedan ver lo que yo pensé. En el Facebook de El Cocal tenemos más de doce mil Me gusta, y eso que yo nunca hice publicidad”, dice. Y todo indica que serán muchos más.

UN CICLO DE HISTORIAS QUE ABARCA TODO EL PAÍS

Creer es Crear es una serie documental creada por República Microfinanzas con el objetivo de mostrar la historia detrás de algunos de sus clientes.

Según indica la página web de la institución, es un documental que “descubre los proyectos y los anhelos de doce microempresarios que comparten una misma filosofía: elegir cada día, con voluntad y convicción, entregarse al desafío y perseguir sus sueños. Con esfuerzo y junto a su familia logran sacar adelante sus emprendimientos y ver materializados los frutos. Y enseñan con su ejemplo que se puede vencer cualquier dificultad si realmente creemos en lo que hacemos”.

La serie fue dirigida por Esteban Schroeder y estrenada en abril de 2015, y además de las cuatro historias que se cuentan en esta nota, el ciclo abarca los casos de Teresita Ferdiman, que realiza artesanías en cuero de pescado en Valizas, Andrés Galán, un carpintero de Villa Rodríguez, Antonio González, un productor de chips de Boniato en Pando, Williams González, un escultor en hierro de Paso de la Arena, Carlos Fajardo, que junto a su familia gestiona un camping en Rocha, María y Rafael Domínguez, que abrieron un local de comidas caseras, Susana Mieres, que abrió una tienda de ropa en Santa catalina, Ana Gabriela Villa y su tienda de cortinados en Tacuarembó y Karina y José Luis Rodríguez, que son artesanos en Yeso en Tacuarembó.

El ciclo de documentales puede verse en la página de República Microfinanzas o en el canal de la institución en Youtube.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
La serie muestra la historia de distintos emprendedores de todo el país.

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