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Creación de valor versus dificultades para la inversión

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Diego Laborde, director en PwC, y Marcos Soto, senior manager en PwC.

Un análisis de las últimas grandes compraventas del mercado uruguayo.

En las últimas semanas, se dieron en nuestro mercado algunas transacciones de compraventa de empresas inusualmente relevantes por su monto, de las que se pueden extraer algunas lecturas y conclusiones interesantes.

A fines de mayo el grupo japonés NH Foods concretó la compra de Breeders & Packers Uruguay (BPU), por una cifra de USD 135 millones, que marcó un precio récord de venta para una planta frigorífica de la capacidad de BPU, no solo en Uruguay sino a nivel regional.

A principios de junio, se anunció el acuerdo por la venta de las operaciones de Weyerhaeuser en Uruguay al banco de inversión brasileño BTG Pactual en poco más de USD 400 millones. Casi en el mismo momento, el grupo brasileño JBS, dueño del Frigorífico Canelones en Uruguay, anunció la venta de todas las plantas que poseía en Uruguay, Argentina y Paraguay (9 plantas entre los 3 países), en un precio de USD 300 millones por todas las plantas, al Grupo Minerva, también de origen brasileño, aunque en los últimos días, una acción cautelar de la justicia brasileña puso en suspenso la transacción.

Más allá de las valuaciones teóricas, que se puedan realizar con rigor técnico de cada empresa y negocio, el valor real final lo da el mercado y sus circunstancias, y queda plasmado en el precio por el que se cierran las transacciones. Es así que resulta gratificante desde el punto de vista profesional, haber contribuido en los casos exitosos de BPU y Weyerhaeuser.

Yendo al título, las preguntas a realizarse son las siguientes: ¿Cómo maximizar el valor de un negocio? ¿Qué aspectos resultan clave a la hora de tomar decisiones? ¿Cómo influye el entorno y las circunstancias? ¿Cuándo comprar y cuándo vender? ¿En qué país invertir?

Es común recibir la pregunta pretendidamente técnica sobre los precios de las transacciones: “¿en cuántos EBITDAs se vendió tal o cual empresa?” Y si bien esto es una referencia válida, cada caso tiene su propia historia, y resulta fascinante identificar los aspectos particulares de cada caso, de su entorno, la cultura societaria, las perspectivas y la situación particular de cada parte interviniente (entre otras consideraciones) que motivan las decisiones que concluyen en el éxito o fracaso de cada emprendimiento, y que se traduce luego en el precio de cada transacción.

Si partimos desde lo macro, encontramos que las operaciones mencionadas son de industrias relevantes para Uruguay, y que lo ponen en el mapa mundial por su tamaño, calidad y ventajas comparativas._Estas son la cadena de producción cárnica _ (específicamente en el eslabón de la industria frigorífica)y la industria forestal (plantaciones y proceso industrial primario).

Es interesante notar que hablamos por un lado de una industria tradicional de Uruguay como la producción pecuaria, que nace junto con el país, y por otro, de un sector productivo relativamente nuevo, promovido activamente a partir de leyes y diversos incentivos desde hace unos 30 años desde los sucesivos gobiernos de diversos partidos, lo que se constituyó en una verdadera “política de estado” en Uruguay, que llevó a la industria forestal a los primeros lugares de rubros de producción y exportación en el país.

Pero el entorno y las ventajas comparativas, si bien cuando existen influyen positivamente en los negocios, no pueden garantizar el éxito si no son aprovechadas por gestiones adecuadas a nivel particular en cada empresa. En los casos de éxito mencionados, si bien los accionistas vendedores son extranjeros, la gestión basada en buenas prácticas y con sobresalientes resultados fue mérito de la dirección y gerencia de profesionales uruguayos. Sin caer en chovinismos, esto es un valor que encontramos en nuestro país que no siempre es valorado como corresponde.

Por otro lado, los casos que de algún modo no terminaron de forma exitosa, también dejan enseñanzas, que aunque resulten dolorosas, deberían contemplarse adecuadamente para traducirse en mejoras y en lecciones para evitar errores en el futuro, o al menos mitigar su impacto.

CONTRACARA. Por eso, también es necesario mencionar algunas dificultades que presenta nuestro país. Quizá los lectores, a esta altura de la nota, pueden estar pensando en las empresas que han cerrado, en las que están atravesando serias dificultades, o en las que se han trasladado a otros países debido a diversas circunstancias adversas. Adversidades sobre las que consideramos cada vez hay mayor consenso en su diagnóstico a nivel de todos los sectores locales, ya sea empresarios, gobierno, sindicatos, políticos, o la opinión pública en general.

La tendencia al alza de los “costos país”, tiene varias causas, entre las que encontramos incrementos impositivos, aumento de los costos laborales, ineficiencias y demoras burocráticas, entre otras, que nos hacen perder competitividad con algunos países de la región.

A su vez, las falencias en la gestión de algunas empresas públicas, el alto costo del funcionamiento del estado —que se traducen en tarifas de servicios comparativamente altas— y la percepción en la opinión pública de actos de corrupción, son algunos aspectos que distorsionan el clima de negocios de una economía, y no solo crispa a sus ciudadanos sino que termina por destruir valor para las empresas, y en última instancia perjudican a toda la sociedad.

En suma, tenemos grandes desafíos como país y como sociedad para potenciar nuestras capacidades e incrementar nuestros niveles de productividad y competitividad. Deberíamos comenzar cuanto antes a tomar acciones correctivas antes de que los problemas se tornen irreversibles. Y por supuesto, reforzar aquellas cualidades que nos han distinguido a lo largo de nuestra historia, como la estabilidad y la transparencia. Ésta última entendida en sentido amplio: transparencia de la gestión en los recursos públicos, pero también transparencia en la gestión entre privados. Cuando nos toca recibir inversores del exterior, resulta agradable constatar que por esta geografía la palabra y la buena fe aún son pilares del accionar empresarial.

El logro de captar inversiones, generando valor para Uruguay, es un objetivo unánimemente valorado para nuestro país.

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Diego Laborde, director en PwC, y Marcos Soto, senior manager en PwC.

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