Quedó a salvo el valioso museo patrimonial que recrea botica de antaño.

Poco antes de las 20:00 horas de ayer los empleados de la histórica farmacia Atahualpa comenzaron a sentir crujidos procedentes del techo. Enseguida vieron una fisura que en segundos se volvió grieta.

Quien estaba en la caja, y más cerca de la puerta del frente, hacia la Avenida Millán 3701, salió a la calle para advertir a decenas de personas que esperaban ómnibus.

Consiguió que todos se apartaran apenas antes de que un estruendo de escombros, maderos y vidrios estremecieran la clásica esquina con la calle Reyes.

Aunque la farmacia estaba abierta al público no había adentro ningún cliente y los demás "boticarios" lograron refugiarse al fondo del local, en donde no hubo derrumbes. De milagro nadie sufrió lesiones, más allá de una profunda alteración emocional.

Un camión de Bomberos que estuvo un cuarto de hora en el sitio del desastre debió partir de pronto, al recibir un llamado por otra emergencia.

Demoró bastante tiempo en vallarse la zona en tanto decenas de curiosos observaban la escena desde las veredas o incluso muy cerca de donde seguían desplomándose trozos de la techumbre, en una parte de la casona del siglo XIX que tuvo el último reciclaje hace 15 años.

"En 1908 mi abuelo Don Pascual se separó del negocio que tenía con su hermano Tomás y se vino para acá", explica a El País Fernando Faccio, uno de los dos socios de la farmacia, que ocupó desde su creación tres esquinas de Millán y Reyes.

"No puedo precisar si pasaron cinco segundos o quince, vimos la rajadura que se agrandaba y los carteles que perdían la horizontalidad", comenta aún en shock Fernando Faccio, mientras señala hacia una parte de la construcción que se mantiene en pie, ni más ni menos que el museo cuyo acervo enseña cómo eran las antiguas farmacias, las verdaderas boticas en las cuales se elaboraban los medicamentos de la época.

Entre las reliquias que los visitantes podían acercarse a conocer estaban los antiguos frascos de cristal con líquidos y polvos usados para producir remedios, los primeros inhaladores que salieron al mercado, o diversos frascos, balanzas de precisión y el antiguo recetario en el que se copiaba cada una de las fórmulas recetadas por el médico.

"Nadie se lastimó, eso es ahora lo más importante", le dice Faccio a cada amigo o a los vecinos que pasan a darle un abrazo.

Un primer relevamiento de Bomberos indicó que se trata de una construcción de 1850 que no era de bovedilla ni hormigón armado sino con ladrillos y barro. Cerca de la hora 21:00 aún persistía la posibilidad de que colapsara una pared esquinera.

Entonces arribaba otra dotación de Bomberos y estaban efectuándose los trámites telefónicos para que Tránsito de la Intendencia se hiciera presente a fin de coordinar desvíos y proceder al levantamiento de los escombros y el cercamiento del predio.

El arquitecto de Seguridad Edilicia de la Intendencia de Montevideo enviado al lugar dijo a El País que no era posible definir las causas del derrumbe, pero aseveró que las construcciones del tipo de la afectada se erigían con techos de bovedilla, con cerámica, y perfiles de hierro.

Fernando Faccio y Bomberos explicaron en cambio que el techo era plano, con alfajías de maderas encima de las que iban baldosas de barro cocido, de origen francés.

Durante el Día del Patrimonio de 2012 hubo en la Farmacia Atahualpa un homenaje a Héctor "Bebe" Faccio, el padre de Fernando, que había fallecido ese año a los 98 de edad, y fuese un referente en el barrio. Visitas guiadas al museo se complementaban, como en otros años, con la muestra de la elaboración artesanal de los medicamentos de antaño.

"Todo lo que acá se ve arranca en el 1900; en la zona de Arroyo Seco había tres estudiantes, Pascual Faccio, Tomás Faccio y Martínez Trueba, quienes hacían práctica de farmacia. Luego de 1907, Pascual decide mudarse para el pueblo de Atahualpa y funda la sucursal Atahualpa", contaba en las visitas guiadas Fernando Faccio, quien seguramente volverá a hacerlo en breve.

VIDEOCARLOS CIPRIANI LÓPEZ