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Dos centros modelo en Young para personas con discapacidad

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Fondos; tanto el CADY como el Centro Esperanza se sustentan en gran medida gracias a lo que producen. Foto: D. Rojas

UN EJEMPLO DE SINERGIA EN RÍO NEGRO

Atienden pacientes de 7 a 60 años y funcionan como una sola institución.

Dos instituciones de referencia en la ciudad de Young atienden a diario a medio centenar de personas, de entre 7 y 60 años de edad, que concurren a hacer rehabilitación física y reinsertarse en la sociedad mediante el aprendizaje de un oficio.

El Centro de Ayuda al Discapacitado de Young (CADY) y el Centro Esperanza funcionan desde hace 25 años como una sola institución y se han convertido en un verdadero modelo de gestión. Comparten las instalaciones de casi dos hectáreas y trabajan con una sinergia que las coloca desde hace años, en un grado de máxima consideración y prestigio en la comunidad local.

"Somos un centro que busca fortalecer las destrezas de las personas con discapacidad a través de talleres de preparación para el área laboral, y de rehabilitación en el área de salud. Aquí asisten niños, jóvenes y adultos", explicó Carolina Cabrera, directora de CADY.

Un vehículo de la institución recoge a las personas temprano en la mañana y muchos de ellos pasan todo el día en los centros. De mañana hacen diversos tipos de tareas y se les proporciona desayuno y almuerzo. Algunos se higienizan en el centro y continúan en rehabilitación hasta las 17:00 horas.

"Cuesta arriba".

El centro cuenta con un grupo de 40 voluntarios que trabajan en forma honoraria y otros profesionales que fueron contratados pero que "perciben mucho menos de lo que dan a cambio".

"Las comisiones directivas del CADY y el Centro Esperanza trabajan a diario para sostener económicamente ambos centros. Atender a personas con una discapacidad y fortalecerlos en su desarrollo con un equipo humano contratado ha sido fundamental para nosotros", expresó Cabrera.

Juan Poggio, director del Centro Esperanza, sostiene que si el salario de algunos de esos profesionales, que trabajan en los centros como docentes, psicólogos o médicos, fueran financiados por Primaria y el Ministerio de Salud Pública, "el funcionamiento de ambos lugares no se haría tan cuesta arriba y se compartirían esfuerzos para atender un problema que debe ser de todos", indicó.

"¿Qué pasaría con toda esta gente si no funcionaran estos dos centros?", se preguntó Cabrera. "Nosotros tenemos mucha energía y proyectos para concretar pero eso genera más gasto. Entonces, tenemos que poner en la balanza cuáles sí y cuáles no", explicó Poggio, pensando que una mayor presencia del Estado les permitiría seguir creciendo y atender a muchos más pacientes que hoy no tienen forma de mejorar su calidad de vida.

Financiación.

El funcionamiento de las dos instituciones, demanda una erogación mensual de 400 mil pesos. De esa cifra, el BPS aporta un 15% mediante un convenio de asistencia; las donaciones fluctúan en el entorno del 10% y el restante 75% se financia a duras penas con la producción de repostería, trabajos de herrería y la cosecha de la única huerta orgánica de la ciudad. Vecinos e incluso algunos comercios se abastecen allí y colaboran con una causa solidaria.

"La asociación civil se sostiene con esto y aquí en Young no tenemos producción orgánica ni producción masiva de hortalizas. Con estos proyectos nos estamos financiando y procuramos generar convenios para abastecer a organismos del Estado", informó Cabrera.

Muchos vecinos incluso donan parte de su producción de nueces de pecán y aceite de oliva que se envasan con el sello de la institución para luego comercializarlos.

La nueva instalación de paneles solares les permitirá ahorrar $ 20 mil por es. Foto: D. Rojas
La nueva instalación de paneles solares les permitirá ahorrar $ 20 mil por es. Foto: D. Rojas

Paneles solares.

Con el objetivo de reducir gastos, instalaron paneles de energía solar en los dos centros, lo que les permitirá ahorrar 20 mil pesos mensuales de consumo eléctrico y vender el excedente a la red de UTE. El proyecto fue financiado por el BPS, que aportó 90 mil dólares, mientras la empresa que instaló el sistema donó 20 mil dólares en equipo y trabajo.

"Eso nos permitirá no solo tener un ahorro sino también generar un ingreso que nos va a ayudar con el presupuesto que es la dificultad que tenemos permanentemente, como pagar sueldos y solventar los costos", explicó Carlos Hartwich, presidente del Centro Esperanza.

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