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Casona de Arocena es usada como aguantadero

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Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Casa usada como aguantadero, Avda Arocena, Carrasco, ND 20150909 foto Darwin Borrelli
Archivo El Pais

Un casona que fue sede de una empresa de seguridad y hoy está abandonada, en plena avenida Arocena, a 50 metros del Hotel Casino Carrasco, se transformó en un foco tugurizado.

Marginales y "rastrillos" se ocultan allí de noche, consumen drogas y alcohol y esconden objetos robados en las inmediaciones, relataron vecinos a El País.

La Policía ya ha realizado varios allanamientos en la residencia, cuyo valor inmobiliario hoy supera los US$ 2 millones.

"Ahí dentro pasa de todo. Drogas, alcohol, escondite. De mañana temprano se van. La usan para ocultarse por las noches", dijo un vecino a El País.

Un comerciante se quejó de que la casa afea el paisaje urbanístico de Arocena, además de ser guarida de marginales. "Los cuidacoches, que conocemos de toda la vida, están en Arocena hasta las 23:00 horas. Después esos tipos salen de la casa abandonada y comienzan a cuidarnos los autos", contó el empresario.

Hace dos semanas, efectivos policiales arribaron a la casa en varios móviles y detuvieron a cuatro individuos acusados de robos en Carrasco.

Según los vecinos, la casa está abandonada desde hace dos años. "En la cuadra varias compañías efectuaron enormes inversiones para instalarse y la verdad que la casona en ese estado no ayuda", opinó un empresario de Carrasco.

Muy sucio.

Para entrar en la casa, los intrusos rompieron dos rejas ubicadas en un extremo que da hacia una conocida papelería ubicada sobre la avenida Arocena. Luego deben apretujarse para poder pasar entre las segundas rejas del garaje y una garita de fibra de vidrio que pertenecía a una empresa de seguridad, última firma que ocupó el inmueble.

El patio delantero de la casa está muy sucio. Un enorme cartel de una compañía constructora revela las intenciones del propietario: transformar la casona en cuatro locales comerciales. Sin embargo, en el barrio trascendió que los trámites de construcción se enlentecieron por problemas burocráticos y ello favoreció a los marginales de los asentamientos de Acosta y Lara y de Costa Rica.

Estos utilizaron la casona con un fin distinto al pensado por su dueño, un empresario argentino propietario de varios locales comerciales situados sobre Arocena.

El interior de la vivienda, de unos 400 metros cuadrados, llama la atención por su excelente disposición. Desde una de las ventanas no tapiadas por los marginales, se aprecia un enorme hall de 40 metros cuadrados, una escalera al segundo piso y habitaciones al fondo.

En el vestíbulo hay un mugrerío infernal que desentona con los pisos de lapacho. Trozos de artefactos de baño se mezclan con botellas de whisky, cajas de vino y basura.

Los "ocupas" transformaron el piso superior en dormitorios "de paso". Tapiaron un ventanal con madera compensada para que no ingrese la lluvia.

En el fondo hay una especie de búnker con garitas, donde la empresa de seguridad tenía cientos de cofre-forts. La puerta blindada, de color gris, contrasta con las cámaras filmadoras oxidadas.

Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli
Aguantadero casa Arocena. Foto: D. Borrelli

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