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El cáncer del bronce bajo cielo

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Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Obelisco). Foto: Fernando Ponzetto

Monumentos sin limpieza o restauración están expuestos a una enfermedad progresiva.

Hace cinco años, en la administración anterior de la Intendencia de Montevideo, desde la división Espacios Públicos se anunció que el Monumento al Gaucho no se limpiaría más para evitar "una situación no deseada". Y con eso se cumplió al pie de la letra durante el gobierno departamental de Ana Olivera y en el actual de Daniel Martínez. En el reciente Nuevo Plan de Obras, a pesar de que el balance presupuestal dio positivo, tampoco está previsto el mantenimiento de la estatuaria ubicada en espacios públicos.

Es así que la escultura ecuestre en bronce creada por José Luis Zorrilla de San Martín continuará deteriorándose, como otras piezas del patrimonio citadino, por ejemplo las tres estatuas del Obelisco que representan la Ley, la Libertad y la Fuerza, o el Monumento a Luis Alberto de Herrera.

Como argumento a favor de la inacción se ha mencionado que esa especie de sudor que provoca manchas verdosas es algo natural, infrenable, debido a los componentes químicos incorporados en la fundición de los metales empleados.

Muchas de las esculturas instaladas en Montevideo, como en cualquier ciudad, sobre todo si el mar está cerca, padecen, por cierto, de un mal conocido como "enfermedad o cáncer del bronce", consecuencia de la aleación de metales pero también de otros factores que inciden en una corrosión notable. Pero eso no conduce a sentenciar que la limpieza pertinente no ayude a detener o al menos aminorar el deterioro.

La presencia de cloruros en la atmósfera, la elevada humedad, y el agua ácida de la lluvia que además deposita partículas de polvo en las oquedades de las estatuas instaladas al aire libre también conducen a la afectación de estas, que si contienen cobre quedan más expuestas a la enfermedad.

Otro factor influyente es el mal tratamiento al momento de la limpieza, como ser cuando se recurre al hidrolavado, porque el agua usada está cargada con sales, explica Claudia Frigerio, especialista en el área, docente y representante en Uruguay del Grupo Latinoamericano de Restauración de Metales.

Voz de alerta.

"El Gaucho tiene un tipo de aleación compleja en cuanto a los sistemas corrosivos que genera. Pero por otro lado el proceso ha sido acelerado porque en algún momento le hicieron una limpieza con chorro de agua. Por eso está así de mal", sostiene Frigerio. No hacer nada, no intervenir en su rescate, va a empeorar el estado del monumento ya que los procesos químicos perduran en su interior, agrega.

"El tratamiento permite una estabilización de los agentes corrosivos que destruyen el patrimonio, eso es básico. Hay que tener en cuenta que Montevideo tiene uno de los ambientes más corrosivos del mundo, con un porcentaje de humedad promedio por encima del 80% y muchos días con 100%. La combinación de oxígeno y humedad es el principal agente de la degradación, y la bomba queda lista si a eso se suma el excremento de las palomas, con un contenido de acidez muy elevado. Si no se limpian las esculturas metálicas en algún momento pueden terminar destruyéndose".

El cáncer del bronce se desencadena por una reacción de cloruros en contacto con el cobre, el oxígeno y la humedad. Los aerosoles de agua salada o gotitas que pueden permanecer en el aire durante un buen tiempo proceden del Río de la Plata cuando a sus aguas ingresan las del Atlántico, y actúan sobre las obras de metal. De todos modos, para Frigerio la mayor carga de los cloruros se relaciona con la alta población de palomas y sus deposiciones.

"Los bronces tienen varios componentes, uno de ellos es el cobre. Cuando el cloruro se deposita en contacto con el óxido de cobre y la humedad se empieza a generar un polvillo que tiene más cloruros y se va depositando en las picaduras de la escultura. Es una reacción constante, no para nunca a menos que se generen campanas de humedad falsas y se coloque una compresa que absorba el cloruro".

El habitante de la ciudad que nunca buceó en el mundo del arte de la escultura, al pasar frente a piezas gigantescas como las ecuestres quizás sospeche que se trata de moles eternas, pero son huecas, con un espesor de un centímetro o hasta tres.

Su buena conservación evitará tener que invertir mucho más dinero en trabajos de restauración.

Mal color

Todas las piezas de la estatuaria de Montevideo encierran un valor artístico y de identidad, y su mal estado de conservación exige un plan de análisis que podría establecerse por zonas, comenzando por ejemplo por las obras emblemáticas, como las integradas al Obelisco, muy afectada aunque aun de muy cerca no revele las perforaciones que tiene.

DIFERENCIAS.

Las pátinas corrosivas y las que son históricas.

El bronce es una aleación de cobre con zinc, el porcentaje varía según el color que quiera dar el artista. Como todo metal, reacciona con los diversos componentes ambientales, generando una delgada y firme pátina protectora. Pero cuando se da su corrosión aparece una capa de color gris-blanca y al aumentar el deterioro se torna en una arena blanco-verdosa, que es la denominada "cáncer del bronce".

Es decir, una cosa es la pátina original dada por el escultor (en general en negro) o la del tiempo (verde oscuro) que se mantiene químicamente estable y da cuenta de la antigüedad del monumento. Otra cosa es la oxidación, que puede no advertirse a simple vista, aun estando muy cerca de la obra. Para limpiarla hay que recurrir a un bisturí, lo cual evita eliminar la pátina del tiempo. Y para no dañar la superficie se usa asimismo un microscopio.

Como producto de la combustión de los hidrocarburos, los monumentos son también afectados a diario por gases como el dióxido de carbono, el monóxido de carbono, o el dióxido de azufre. Todos son generadores de hollín, como el que se observa en las estatuas del Obelisco y oculta los cloruros corrosivos. Los daños en el bronce son exponenciales, no dejan de aumentar al paso del tiempo y la falta de acciones restauradoras.

Al hollín se agregan pequeñísimos fragmentos corrosivos de arena, cemento y cal, producto de las obras de construcción. Para su extracción a veces no alcanza con un bisturí y se emplea un lápiz de fibra de vidrio.

Para muchos restauradores, los productos químicos solamente deben usarse en casos extremos. lo mejor es trabajar con técnicas mecánicas. También dicen que otra tendencia que habría que evitar, pero siempre, es pintar las esculturas. Eso afecta su estética y encubre la pátina que da cuenta de su historicidad y a la vez no corroe al metal.

Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Obelisco). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Obelisco). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Monumento al Gaucho). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Monumento al Gaucho). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Monumento al Gaucho). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Monumento al Gaucho). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Luis Alberto de Herrera). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Luis Alberto de Herrera). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Luis Alberto de Herrera). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Luis Alberto de Herrera). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Luis Alberto de Herrera). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Luis Alberto de Herrera). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Obelisco). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Obelisco). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Obelisco). Foto: Fernando Ponzetto
Monumentos de bronce continuarán deteriorándose (Obelisco). Foto: Fernando Ponzetto

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