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El campeón de rally que fue atrapado por los escarabajos

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Moyano, en la rambla, con el descapotable del 1966. Foto: A.Martínez.
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Horacio Moyano es el primer copiloto uruguayo de rally que intervino fuera de fronteras. A comienzos de la década de 1980 participó de un mundial acompañando al gran piloto argentino Jorge Raul Recalde.

Entre cien participantes llegaron 16 y el equipo rioplatense clasificó en el octavo lugar. Antes, cuando en Uruguay se dio el furor de los 19 Capitales, en los años ´70 Moyano había también ganado varias competencias corriendo para Fiat.

Cuando para él aquellas carreras quedaron en el baúl de los más preciados recuerdos, comenzó a desarrollar otra pasión. Comprar escarabajos y sacar de cada uno las piezas necesarias para montar autos idénticos a los armados en la fábrica de Alemania.

Con seis Volkswagen "Fusca" (traducción de Escarabajo que hicieron los brasileños), se inició en el hobby, puso a punto un modelo de 1951 que puede apreciarse en el Museo del Automóvil Club. En la actualidad, Moyano comenzó la restauración de otro clásico alemán, pero no solo le interesa esta tarea sino todo el mundo de los Escarabajos. El Cabriolet (o descapotable) que la familia solo usa durante el primer mes de cada año, en vacaciones, lo compró a una ex funcionaria de la embajada de Estados Unidos, y a lo largo del resto del año también duerme en el museo de la calle Colonia y Yí.

Más colecciones.

En sus viajes por el planeta, Moyano ha reunido además manuales y revistas de mecánica que le facilitaron informarse acerca de qué elementos eran los originales de cada Escarabajo, según los años de producción. Y también una abundante bibliografía sobre el auto más vendido en la historia, que fue fabricado durante 70 años, hasta que el 30 de julio de 2003 salió la última unidad (la 21:529.464) de la factoría de Puebla, México. En 1978, el escarabajo 16:255.500 había sido el último "Made in Germany".

La pasión de Moyano lo ha llevado hasta coleccionar algunos juguetes o réplicas en miniatura, si bien él le quita importancia a esta última faceta.

Prefiere explayarse sobre la majestuosa fábrica en el poblado de Wolfsburg, cuyas dos terceras partes resultaron destruidas en plena Segunda Guerra y después pasó a manos de las fuerzas inglesas que la reflotaron. O de la figura de Ferdinand Porsche, un ingeniero alemán que soñó con un auto económico o "del Pueblo", como lo terminó bautizando Hitler.

Moyano marca distancia del führer pero resalta que desde chico le llamaban la atención los Escarabajos. Los docentes del Colegio Alemán en donde estudió llegaban en aquellos autos que hasta 1953 se diseñaron en su parte trasera con la ventana partida o pretzel (denominada así porque recordaba la forma de una tradicional galleta alemana).

Un clásico.

En la entrevista con El País, frente a su Escarabajo de 1951, Moyano se entusiasma al explicar detalles de los accesorios de época; por ejemplo el reloj a cuerda en el tablero, los ventiletes en las ventanillas que permiten viajar con los vidrios cerrados pero con renovación del aire, la pequeña esfera colocada en el acelerador en lugar de un pedal típico, las viseras transparentes, tapicería de algodón (que reprodujo en la vieja Campomar & Soulas), paragolpes con uñas chicas, y todas las características de un motor restaurado (con filtro de aire seco, tapa del distribuidor ciega y carburador sin bomba de pique).

Para la restauración a semejanza del modelo original, Moyano compró una chatarra hace treinta años.

"Fue mi primer ejercicio, no sabía nada de autos viejos. Cuando dejé los rallys, un amigo me entusiasmó para ir al Club de Clásicos. No podía meterme con un Jaguar o un Ferrari. Tenía que empezar de abajo; no me iba a faltar el savoir faire, el conocimiento o la periciaporque hace 43 años que estoy en la industria automotriz, pero el tema era que debía aplicarlo", dijo Moyano.

Un auto restaurado vale hasta US$ 30.000.

Para restaurar los Escarabajos, además de comprar autos a punto del desguace, Moyano llegó a detener gente por las calles para conseguir piezas originales. El auto negro de 1951, como el original, no porta caja de cambios sincronizada, tiene hasta los vidrios Securit de fábrica, neumáticos de 16 pulgadas, y las banderillas de los señaleros. Moyano sigue recorriendo ferias de Alemania o Francia en donde algunas de las piezas que él obtuvo son muy preciadas. Un modelo de mediados del siglo XX puede cotizarse entre 20 a 30 mil dólares. Hacer solo a nuevo la carrocería cuesta 8 mil dólares. En su colección Moyano posee también un Porsche deportivo con líneas que provienen del Fusca, modelo que a la vez derivó de muchos prototipos hechos en los años ´30.

Moyano, en la rambla, con el descapotable del 1966. Foto: A.Martínez.
Moyano, en la rambla, con el descapotable del 1966. Foto: A.Martínez.
Foto: A.Martínez.
Foto: A.Martínez.
Foto: A.Martínez.
Foto: A.Martínez.

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