Brasil: un elefante sobre patines
Mientras miles de uruguayos viajan hacia el norte en Semana de Turismo, Brasil se debate entre afloraciones nuevas de asuntos viejos: una economía que —tras andar a gran velocidad— pegó un frenazo, una devaluación abrupta de su moneda, gigantescos escándalos de corrupción y un gobierno recién reelecto que pierde el favor popular.

La semana pasada el real, la moneda brasileña, cayó hasta 3,3 por dólar, un derrumbe de 40% en el último año. A partir del martes se repuso un poco, hasta 3,15 o 3,2.
Las autoridades del Banco Central simplemente han dejado que caiga, sin gastar reservas para defenderla, porque después de todo es una forma de ganar competitividad en los mercados internacionales y de desestimular las importaciones.
La devaluación del real, muy superior a la del peso, estimula el tránsito de turistas uruguayos hacia Brasil tanto como desestimula las colocaciones en ese mercado, que en los primeros tres meses de 2015 cayeron en forma significativa.
Hace un año se requerían 10 pesos uruguayos para comprar un real y hoy alcanzan 8. El litro de gasoil en Uruguay cuesta 37,7 pesos y en Brasil no llega a 20, lo que explica en parte la asfixia que sufren los agricultores de este lado de la frontera.
Un pasaje aéreo promedio ida y vuelta entre Montevideo y Rio de Janeiro, con tasas incluidas, cuesta unos 310 dólares; y entre Montevideo y Salvador, Bahía, unos 440. Rentar un coche sale entre 60 y 120 reales al día según modelos (20-40 dólares). La noche por pareja en una posada en un balneario cerca de Salvador no pasa de 150 reales (47 dólares).
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