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Apuntan a sicarios del Cerro

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La moderna camioneta fue acribillida a balazos. Foto: F. Ponzetto
FERNANDO PONZETTO

La Policía tiene dos pistas firmes sobre matadores a través del auto usado en el ataque.

Un kilómetro antes del cruce de la avenida Giannattasio y Uruguay, dos sicarios comenzaron a disparar desde un auto Peugeot a la camioneta Toyota conducida por el paraguayo Ramón Agustín Quevedo Arce (45).

A los asesinos no les importó que en el asiento trasero viajara un niño de siete años, hijo de la pareja ultimada. Dos tiros fueron efectuados desde el lado izquierdo e ingresaron por la ventanilla trasera, a centímetros donde se ubicaba el menor.

Un poco antes de llegar a los semáforos, los asesinos se vieron obstaculizados por una ambulancia. Luego tiraron una ráfaga corta —unos ocho tiros— usando un arma automática. Tras comprobar que Quevedo Arce había sido ultimado, los delincuentes doblaron por la calle Uruguay y se dirigieron a toda velocidad hacia el norte del balneario Solymar, dijeron testigos del crimen a El País.

Efectivos de Policía Científica determinaron que Quevedo Arce recibió 14 disparos de armas calibre 9 milímetros. Su pareja, Claudia Guerrero (40), quien viajaba en el asiento del acompañante, falleció tras recibir dos tiros.

Guerrero era abogada. Sin embargo, nunca ejerció la profesión. Vendía ropas en una "boutique".

La camioneta Toyota, modelo Land Cruiser, siguió andando casi un kilómetro con Quevedo Arce muerto en el volante y apretando la bocina con su cabeza. Fue derivando hacia la cuneta, ubicada al sur de la avenida Giannasttasio.

Por su gran peso y estabilidad, el vehículo sorteó la cuneta y luego impactó en una adolescente de 16 años, que poco antes estaba comiendo con familiares en un conocido restaurante de Solymar.

La joven salía con cinco amigas y el novio de una de ellas para tomar un ómnibus con el objetivo de ir a bailar a un boliche de Atlántida, señalaron los testigos.

Las amigas pudieron escapar de la Toyota. La adolescente no tuvo ninguna posibilidad.

Según la Jefatura de Canelones, la adolescente era hija de la actuaria del Juzgado Letrado de la Costa.

El niño paraguayo fue asistido por varias personas que se acercaron luego que la camioneta impactó en un muro y en una columna en Avenida Giannattasio y Artigas.

El consulado de Paraguay en Montevideo realizó contactos con familiares para que se llevaran al niño, quién fue atendido por sicólogos.

La jueza penal de Ciudad de la Costa, Marcela Vargas no quiso informar sobre si citará a declarar al niño, señalaron fuentes judiciales a El País.

La investigación.

A las 00:30 horas del domingo 7, policías de Homicidios y de la Policía Científica de Canelones recogieron en la avenida Giannattasio varios cartuchos de balas calibre 9 milímetros.

También accedieron a filmaciones de locales comerciales y de peajes situados en distintas partes del país que llevaron a dos pistas sobre el auto —un Peugeot modelo 308— y de las probables identidades de los asesinos. Los testigos no saben si los sicarios eran dos personas o más porque el vehículo tenía los vidrios ahumados.

Una línea de investigación manejada por los efectivos de Homicidios de Canelones es que los sicarios residen en la zona del Cerro y habrían cometido otros asesinatos recientes.

Los investigadores esperan los resultados balísticos para confirmar esa hipótesis.

Ayer se realizaron allanamientos en Montevideo en búsqueda de los criminales, según informó a El País la Jefatura de Canelones.

La saña de los asesinos y los antecedentes criminales de Quevedo Arce —en 2002 fue capturado con una carga de 250 kilos de marihuana en la localidad brasileña de Criciúma— hacen suponer a los investigadores que el asesinato tiene connotaciones mafiosas.

Osvaldo Casenave, periodista del diario ABC de Paraguay, dijo a El País que Quevedo Arce nació en la ciudad de Capitán Bado y luego se fue a vivir a Pedro Juan Caballero. "Ambas ciudades se ubican en una zona donde impera el crimen organizado. Hay mucha droga allí. Se producen grandes cantidades de marihuana. Por Pedro Juan Caballero tiene libre tránsito la cocaína producida en Bolivia. Allí hace escala y luego es trasladada a otros países", agregó.

Martingala.

Investigadores judiciales señalaron a El País que traficantes de drogas uruguayos encargan pasta base, cocaína o marihuana a traficantes paraguayos o argentinos y que cuando éstos llegan con los cargamentos a Uruguay, son ultimados para no pagarles. Por matar a los extranjeros, los narcos utilizan los servicios de sicarios que, por un poco de droga y unos $ 3.500, no dudan en matar a una persona.

Una fiscal, que trabajó en la investigación de varios grupos vinculados al crimen organizado, dijo a El País que no es la primera vez que ocurren hechos de esa índole. "En la jerga del submundo se denomina ese robo con asesinato como La Martingala", expresó la representante del Ministerio Público.

El 25 de julio de 2015, un hombre de tez oscura, de 40 años, fue encontrado descuartizado en Camino Antártida (Punta Yeguas). El cráneo presentaba un fuerte golpe. Después, los matadores utilizaron una sierra eléctrica para cortarle la cabeza, el tronco y una pierna.

La Policía identificó al muerto: se trataba de un paraguayo con antecedentes penales por drogas. Su hermano está preso en Uruguay por el mismo delito, señalaron las fuentes.

El 27 de julio del año pasado, a unos 200 metros de donde se encontró el cuerpo descuartizado, los policías hallaron un Fiat Uno incendiado. Operadores judiciales consideran que ese auto fue utilizado por los homicidas para trasladar los restos de la víctima.

En 2014, un argentino apareció muerto en la avenida Luis Batlle Berres y Camino Paurú (Santiago Vázquez). La Policía demoró en identificarlo. Estaba vinculado al tráfico de drogas.

No fue la primera vez: otros acribillados.

En junio de 2014, un hombre y una mujer fueron acribillados de 25 balazos en el centro de Sayago. Los investigadores señalaron en principio que fue un ajuste de cuentas por temas relacionados con la distribución de cocaína en el barrio Verdisol.

Los casquillos y el plomo de las armas 9 milímetros que los asesinos utilizaron, estaban esparcidos por toda la calle. El cuerpo de la mujer asesinada quedó tendido en la vereda de la calle Ariel; el de su pareja estaba en el auto, un Chevrolet Spark de color azul. En el coche viajaban Fabián Nicolás Morales, de 26 años, Natalia Carolina Manrique de 31 junto a los dos hijos y un sobrino de la mujer.

Dos individuos detuvieron la motocicleta en la que viajaban, sacaron sus armas y comenzaron a disparar contra los vidrios polarizados de la ventanilla del conductor. En tanto, desde el asiento del acompañante, Manrique pretendió escapar, pero los delincuentes efectuaron varios disparos y terminaron con su vida en segundos.

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La moderna camioneta fue acribillida a balazos. Foto: F. Ponzetto

Un crimen mafioso

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