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Analizan huellas en auto y filmaciones de autores de secuestro

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Estaban repartiendo las invitaciones para el casamiento cuando se acercaron los dos secuestradores y las encañonaron con un revólver. La joven, de 29 años, estaba con su madre y se subían a su automóvil, un Honda Fit de color gris. Ya había anochecido.

—Dejanos ir y te llevás el auto— le dijo la chica, mirando al que la encañonaba.

Los delincuentes, que habían salido a robar al azar, se aprovecharon de la situación.

—No —dijo el que llevaba el arma, y enseguida preguntó —¿Tenés tarjetas de crédito ahí?

—Tengo.

—Sacá 50.000 pesos.

—No puedo. El cajero me da hasta un límite de 30.000.

—Entonces suban al auto —ordenó. Estaban en Julio César y 26 de Marzo. Desde allí, los dos delincuentes y sus víctimas, madre e hija, hicieron un largo trayecto hasta la Teja y el Cerro, donde intentaron extraer dinero con la tarjeta en dos estaciones de servicio. La joven estaba tan nerviosa que no pudieron sacar nada.

Un familiar de la chica confirmó esos detalles, al igual que fuentes judiciales que hablaron solicitando no divulgar ciertos datos a fin de no entorpecer la investigación.

La chica, una contadora pública, que fue la que sobrellevó el diálogo con los delincuentes, se había casado hacía poco por lo civil, y preparaba estos días su boda religiosa, para la cual estaba repartiendo las invitaciones en mano, a familiares y allegados.

Ayer, después de acudir a declarar al juzgado con su madre y su padre, todavía estaba schockeada por la experiencia vivida el miércoles de noche.

Llamada.

Al ver los delincuentes que no podían obtener nada con la tarjeta, uno de ellos le exigió a la chica:

—Llamá a tu marido y pedile $ 150.000, decile que traiga el dinero.

Cuando el marido atendió el teléfono, el delincuente agarró el celular y dijo:

—Tenemos secuestradas a tu mujer y a tu suegra. Si querés que las libere, traé $ 150.000.

El marido, empleado de un banco, de 29 años, le indicó que a esa hora no le era posible conseguir esa suma.

El delincuente, que ya estaba resignado, le dijo:

—Entonces, traé lo que puedas.

Le indicó que llevara el dinero hasta la entrada del estadio Luis Tróccoli.

El marido, que no disponía de dinero, llamó a su hermano, que le prestó $ 100.000.

El esposo de la joven fue el encargado de llevar el dinero hasta el Cerro, donde las dos mujeres fueron liberadas sanas y salvas después de la entrega.

En busca de huellas.

Efectivos de la Zona 2 de la Jefatura de Montevideo se hicieron cargo de la investigación inicial. La Policía Técnica mantenía ayer el Honda para someterlo a pericias, en busca de huellas dactilares y otros rastros.

El hecho de que los delincuentes obraran al azar permite suponer que habrían dejado varias huellas en el vehículo.

También se está trabajando sobre las filmaciones de las cámaras de seguridad de las estaciones de servicio donde el vehículo se detuvo, para intentar identificar a los autores.

Los partes informativos de la Jefatura de Policía de Montevideo no consignaron el hecho. El Ministerio del Interior mantuvo su habitual hermetismo en estos casos: una política que ha seguido todo el año, pese a que los casos de secuestro ya superaron un listón histórico.

Madre e hija vivieron dramática peripecia

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