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"Alumnos tienen muchas dificultades"

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Foto: Ariel Colmegna.
Nota a Roberto Markarian, rector de la Universidad de la Republica, ND 20160303, foto Ariel Colmegna
Archivo El Pais

El rector de la Universidad de la República (UdelaR) advierte que hay estudiantes que no llegan bien preparados desde Secundaria, sobre todo a la carrera de Ingeniería.

Sostiene que el presupuesto es poco, que le gustaría que hubiera un programa de becas mayor y que este debería priorizar a los alumnos que estudian las carreras que los convierten en “el personal más calificado que necesita el país”. Aumentó el control de los funcionarios que faltaban por enfermedad, y ahora dice que el ausentismo bajó. Sobre la reforma del Hospital de Clínicas es optimista, pero advierte que el ministro Danilo Astori ya le dijo que la situación del país no es buena.

—La directora general de Primaria, Irupé Buzzetti, dijo semanas atrás a El País que hay escolares que pasan a Secundaria sin saber leer bien. ¿Cómo llegan los jóvenes a la Universidad?

—Este es uno de los grandes problemas del país. Se arrastran dificultades que no son solo del sistema educativo, sino que tiene que ver con factores sociales. Porque no hay que ser un gran estadístico para saber que los mayores problemas se dan en los sectores con más bajos ingresos. Nuestros estudiantes tienen, al ingresar, muchas dificultades cuantitativas (no solo en matemáticas) y en lenguaje. Esto lo digo porque lo sé, porque hasta hace poco fui profesor en los primeros años de la carrera de Ingeniería.

—¿Hay diferencias entre los alumnos que llegan de los liceos públicos con lo de los colegios privados?

—No. Los mejores alumnos vienen de tres o cuatro instituciones privadas, solo tres o cuatro y no cien; y de una pública que es el liceo IAVA. También se dan diferencias entre los que vienen de Montevideo y del interior. Los que no son de la capital al principio pueden tener más dificultades, pero también cuentan con una capacidad de esfuerzo que los suele sacar adelante. Es como una responsabilidad hacia sus familias. Eso que también supieron tener los hijos de inmigrantes.

—¿Siguen existiendo problemas para que los alumnos opten por las carreras científicas y de más larga duración?

—Es así. Hay un crecimiento en Ingeniería y en las carreras que tienen que ver con la salud, desde Enfermería a Medicina, pero en general lo preponderante sigue siendo Derecho y Economía.

—¿Se debería estimular la elección de ciertas carreras?

—Mi opinión es que sí. Ya lo he planteado en cuanto a las becas, que se deberían priorizar a los alumnos que eligen ciertas carreras. Pero existen resistencias. Está bien que la gente elija lo que quiera, pero también es necesario pensar en las necesidades del país, y tener en cuenta que hay carreras que son más largas y más difíciles. Si dejamos que todo el mundo haga carreras cortas nos quedamos sin el personal más calificado que necesita el país.

—La UdelaR recibió el año pasado una fuerte decepción, al no aprobarse el presupuesto que habían solicitado. Uno de los planes era, justamente, mejorar el programa de becas. ¿Se va a poder hacer esto sin ese dinero?

—Eso quedó muy restringido. Nos dieron 50 millones de pesos para todas las políticas de bienestar estudiantil. Estamos distribuyendo. Pero no va a dar para mucho. Por ser un monto chico lo vamos a utilizar en becas de alojamiento, en abrir un sistema de alimentación descentralizado de los dos comedores que tenemos hoy en Montevideo y en becas de transporte que permitan, en particular, que la gente del interior se desplace de un departamento a otro.

—Uno de los grandes problemas que usted planteó sobre la UdelaR, durante la campaña hacia el rectorado, fue el ausentismo por parte de muchos funcionarios. ¿Cómo se está lidiando con esto?

—Una de las grandes reestructuras que hicimos tiene que ver con los servicios de bienestar universitario, lo que incluye a la dirección de salud, que se dedica a verificar si cuando una persona dice que está enferma lo está realmente. La gente tiene derecho a no trabajar, pero si no trabaja no puede cobrar. Por los paros del año pasado descontamos entre agosto y octubre entre un 3% y un 4% de la planilla total. También contratamos una emergencia móvil para controlar las declaraciones de enfermedad. Antes se controlaban una de cada diez y ahora se hacen nueve de cada diez. La impresión, por ahora, es que el ausentismo bajó. Yo puedo tolerar que se enfermen más en julio que en marzo, pero no que lo hagan más los viernes que los martes.

—A fines del año pasado usted amenazó con renunciar a la presidencia del Consejo Directivo Central (CDC) si vetaba la posibilidad de que la reforma del Clínicas se haga a través de una Participación Público Privada (PPP). ¿Cómo se resolvió esa situación?

—Lo que yo dije es que el Consejo se estaba equivocando muy fuertemente al inhabilitar al rectorado y al equipo central de hacer una gestión relacionada a la financiación del Clínicas. Dije que no presidía el Consejo si se mantenía esa postura. No fue una amenaza de renuncia. Alguien se dio cuenta de lo que estaba diciendo, pidió la reconsideración y la resolución finalmente lo que dejó claro fue que no había acuerdo sobre la utilización de una PPP. Pero no se descartó.

—¿Usted está de acuerdo con una PPP?

—Yo no estoy de acuerdo ni en desacuerdo con nada. Estoy de acuerdo con generar una propuesta detallada que diga qué se va a hacer. Se trabajó todo el verano un proyecto propio de la UdelaR sobre qué se pretende hacer en el Clínicas, pero detallado: cuántos baños, cuántos ascensores, cuántas camas se necesitan. Esto es algo que me sugirió el antiguo director del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias. Con esto vamos a consultar a los bancos y a los fondos de fomento de grandes inversiones en el mundo. Si se fracasa, pediremos los detalles sobre la implementación de una PPP al Poder Ejecutivo.

—Cuando usted asumió el ministro de Economía, Danilo Astori, le prometió que se llevaría a cabo la reforma del Clínicas. ¿Incumplió su promesa?

—Astori está cumpliendo a su manera. Desde el Ministerio nos dicen que la situación económica de aquella época —esa reunión fue en abril del año pasado— no es la misma. Que la economía se deterioró y que los procesos del gobierno crecieron poco o disminuyeron. Que las cifras sobre el equilibrio fiscal no son alentadoras. Son 120 millones de dólares. Para Uruguay es mucha plata. Ellos no visualizan otro mecanismo que el de las PPP. No digo que las PPP sean una maldición, pero hay países donde prácticamente se les ha dado los hospitales a empresas privadas y hay que tener cuidado.

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Foto: Ariel Colmegna.

Roberto MarkarianCARLOS TAPIA

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