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La alquimia del té frente al mar

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Belén Avico y Bastian Zwikker se enamoraron en Barcelona y hace tres años llegaron a Punta del Este. Foto: El País

VERANO 2018

Una cordobesa y un holandés invitan en Punta del Este a una fiesta de todos los gustos.

Bastian Zwikker y Belén Avico se enamoraron a primera vista en Barcelona. Esta historia cosmopolita entre el holandés y la cordobesa data de 2001, e incluyó un romance y un negocio a dúo. El tea shop Cura Té Alma funciona en Argentina —con sucursales en Córdoba y Palermo— y desde hace tres años también en el emblemático edificio Biarrtiz de Punta del Este (Calle 20 y 25).

La atención allí es personalizada y ofrecen una experiencia completa a los clientes internacionales que llegan a la tienda intrigados por saber de qué se trata. Se los asesora sobre las propiedades de esta infusión antes de la compra. Al ingresar a la tienda se realiza un paseo guiado que permite percibir los diversos aromas de las hebras y luego se procede a una degustación de té frío y caliente. Si la persona lo desea, ya estará en condiciones de elegir qué té se llevará para su casa.

En local del histórico Edificio Biarritz se invita a la meditación en torno a tazas de té. Foto: R. Figueredo
En local del histórico Edificio Biarritz se invita a la meditación en torno a tazas de té. Foto: R. Figueredo

Hay más de 50 variedades de puros, mezclas y tisanas (que no contienen teína, sino pétalos de rosa, frutas, especias o hierbas). También se puede adquirir accesorios, vajilla, y ropa.

Las teteras de hierro, vidrio y porcelana cuestan entre US$ 95 y US$ 135. La vajilla holandesa exclusiva de Pipa Studio vale US$ 160. Las túnicas marroquíes cuestan US$245, los vestidos de Vietnam US$600 y las carteras de la India US$70.

Todos los días hay meditación con té a las 11:00 y a las 20:00. La actividad es gratuita, el único costo es una sonrisa, tal como indica el cartel colgado en la puerta de esta tienda top.

Té compartido.

Belén y Bastian Zwikker se flecharon en Barcelona en 2001. Ella se había mudado a España para hacer un master en comunicación empresarial y él una pasantía en recursos humanos. Cuando Belén terminó de estudiar decidieron instalarse en Holanda. Allí empezó a familiarizarse con el mundo del té. Tenía 21 años y jamás se había conectado con las hojas, pétalos y hebras, pero la tradición europea la atrapó y se transformó en su pasión.

Bastian trabajaba en una conocida petrolera y Belén era ejecutiva de cuentas de una empresa taiwanesa. En 2007, el holandés propuso a su mujer tomarse un año sabático para recorrer el mundo antes de ser padres. Empezaron por México, bajaron por América del Sur como mochileros, y tardaron cuatro meses en llegar a la tierra de Belén. "Él se quería quedar y tener hijos en Argentina, el desafío era formar una familia y empezar nuestro propio negocio porque para ser empleados volvíamos a Holanda, donde estábamos súper cómodos", cuenta la cordobesa de 38 años.

Bastian exportó maní y formó su empresa de couching para sobrevivir. Un día fueron de paseo a una estancia en el norte argentino y cuando Belén vio unas hebras supo que era una señal. "Voy a hacer té", dijo. Se lo contó a su familia y la trataron de loca, "¿a quién le vas a vender té en el país de la yerba mate?". El primer paso fue ir a "ferias artesanales hippies" y crearon la marca bajo el lema de construir una buena vida y usar el té para cultivar cuerpo, mente, y corazón.

Toman las bases de la planta camelia sinensis (té negro, blanco, verde, Rooibos de Sudáfrica), y las mezclan con flores y yuyos. Producen en Córdoba y lo venden a tiendas gourmet. Ofrecen más de 50 variedades de té (puros, mezclas y teínas), y tienen una línea de 17 sabores con nombres de virtudes.

"Nuestro arte es alquimia. El espíritu de la marca es que cada mezcla está asociada a una virtud: alegría, amor, serenidad, libertad, esperanza", comenta Belén. Bastian usa música para inspirarse durante esta creación. "La idea es lograr que los ingredientes conecten con el aspecto visual y el leit motiv de la marca, que es cultivarse a través del té y rellenar la virtud que te falta", cuenta el holandés, que también es maestro de reiki y al finalizar la producción carga las hebras con energía. "Pienso en las personas que lo van a tomar y los visualizo con la virtud".

Para tener serenidad hay que beber el que incluye té verde, lavanda, manzanilla, melisa, tilo, menta, y pétalos de rosa. Para ganar alegría, la mezcla presenta té rojo, frutilla, frambuesa, grosella y cereza. Y para sentir placer no hay como la mixtura de té negro, chocolate y almendras.

Té de todo el mundo.

En Cura Té Alma hay varios combinados detox para eliminar toxinas. Se puede conseguir la mencionada y famosa infusión sudafricana Rooiboss, el Mumbai Chai Organic —el té negro más popular de la India, hecho de hierbas aromáticas y especies para despertar el espíritu—y el Matcha, el té de las ceremonias japonesas, energizante y antioxidante. "Es lo más top. En Nueva York hay lugares exclusivos para beberlo", según Belén.

Un té celeste.

Cuando el holandés supo que se instalarían en Punta del Este decidió inspirarse en el paisaje del balneario para crear un sabor fresco que llamó Uruguay Natural. Está hecho con té verde, marcela, cedrón, menta, carqueja y eucaliptus. "Son ingredientes bien charrúas. Mucha gente recolecta hierbas de Uruguay y nos las trae al local", cuenta.

La temporada pasada inauguraron los tea coctail y son un éxito. Preparan tragos con té en eventos privados, y los venden a $ 125 durante los sunsets que organizan en el tea shop. Pueden ser con o sin alcohol y contienen de té frío, jugo de fruta, una gota de almíbar, y limón. El próximo desafío de la marca será desarrollar tereré.

El local de la Calle 20 abre de 10:00 a 0:00 en temporada, y sentarse a tomar una taza de té allí cuesta $ 140. Solo hay muffins o galletas de hebras de té para acompañar: se busca que el maridaje de esta infusión sea el protagonista, y la comida no puede ser invasiva. También se pueden llevar latas de 50 gramos por $ 480, y suelto de 10 ó 20 gramos a $ 80 y $ 150.

Momento zen.

Varios clientes se arriman apenas abre el local para avisar a Bastian que bajan a la playa pero a las 11:00 llegan a meditar. Quince minutos antes se prepara el clima espiritual con música hindú de fondo y un par de inciensos. Personas de distintas nacionalidades se arriman a vivir una experiencia diferente, sin costo. A veces llegan veinte, otras diez, o dos pero no se suspende por falta de convocatoria.

Se sientan alrededor de una mesa de madera, apagan los celulares y se disponen a escuchar la voz de Bastian. "Es un lugar de mucha distracción pero los voy guiando y se dejan llevar por veinte minutos".

En el medio de la mesa hay rosas, cuentos y termos llenos del té Tesoro Maya (manzana, piña azucarada, papaya, menta, pétalos de rosa, lemongrass). Cuando termina la meditación, entre bostezos y flojera, se bebe el té consciente y sin que el reloj apure. El sentido del gusto se agudiza y los sabores se disfrutan más. "La meditación es una forma de definirnos como empresa. Y completa la experiencia del cliente, que entra en un estado y sale en otro".

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