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"Alcanzar a los asiáticos nos llevará demasiado tiempo"

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Ariel Fiszbein. Foto: archivo El País

La semana pasada la organización Diálogo Interamericano (ver recuadro) presentó el documento “Construyendo una educación de calidad: un pacto con el futuro de América Latina”.

Entre otros aspectos señaló los graves problemas que enfrenta la región en materia de educación y la brecha de cinco años de escolaridad que existe con los países asiáticos mejor posicionados en las pruebas PISA. El director de educación de Diálogo Interamericano dijo a El País que el primer paso hacia una gran reforma “es asumir que los resultados son escandalosos”.

—Casi todos los países de América Latina han tomado medidas para mejorar sus resultados en educación. Esas medidas, ¿van en la dirección correcta?

—Reconocer que hay un problema es el primer paso. Si no hay conciencia de que las cosas están mal no habrá forma de resolverlas. Todavía quedan países en los que hay mucha resistencia a aceptar que tenemos un grave problema con los aprendizajes. Nos hemos felicitado porque aumentó el gasto en educación o porque hay más niños en las escuelas, pero hay sectores que se resisten a ver que las cosas no están bien.

—Las pruebas PISA y otras de nivel internacional suelen ser descalificadas por diversos actores de la educación. En Uruguay incluso se ha llegado a promover que no participe más de dicha prueba. En el documento destacan el valor de las evaluaciones para definir políticas. ¿Qué opina sobre las críticas que reciben?

—En la región hay una tendencia fuerte a criticar PISA. Se dice que la prueba está mal, que es reduccionista, etc. La negación suele ser el primer reflejo frente a un problema. Creo que hay sociedades que no entienden aún la gravedad de la situación. Hace falta un gran liderazgo para convencer porque las reformas deben hacerse con docentes, padres, alumnos. Hay que lograr que esos actores se comporten de otra manera. Un docente alemán me contaba que cuando en el año 2002 se publicaron los resultados PISA en los que Alemania salió mal parada, se produjo un shock social que generó un profundo proceso de cambio en ese país. Eso es lo que necesita América Latina, asumir que los resultados son un escándalo y un liderazgo que admita que es inaceptable continuar así.

—¿Cuál es la base del cambio?

—Un pacto social es imprescindible. Pero no algo formal que nos lleve a juntarnos en un acto, firmar un documento y decir palabras lindas. Para nosotros es fundamental fijar metas cuantitativas y medibles. Si empezamos discutiendo sobre el contenido de las políticas inevitablemente caemos en un bloqueo político. Ahora, si primero definimos qué queremos lograr, sin importar si es a un año o diez, el pacto social puede tener mayor impacto. Es un problema si no sabemos qué es lo que queremos lograr. Si el tema solo pasa por mejores salarios o más computadoras en las aulas estamos jorobados porque eso, por sí solo, no asegura que los chicos vayan a aprender. Hay ejemplos de proyectos exitosos.

—¿Por ejemplo?

—En 2004 me tocó revisar un proyecto que el Banco Mundial estaba iniciando en Vietnam, que en aquel momento tenía un ingreso per cápita inferior al de los países de América Latina. Básicamente se proponían un salto de calidad en educación pero sin inventar nada extravagante. Apuntaron a tener docentes mejor formados, a crear un sistema de supervisión, contar con todos los insumos necesarios en el lugar, expandir las horas de estudio, etc. Una década después Vietnam sorprendió al mundo alcanzando los primeros lugares en PISA. No inventaron nada raro, lo hicieron trabajando y eso es lo que nos falta en América Latina, ponernos a trabajar.

—¿Aún así la región ha aumentado significativamente los presupuestos para la educación?

—Está claro que nada se puede hacer sin recursos suficientes, pero meter más plata por sí solo no garantiza mejores resultados. Los recursos tienen que ser bien utilizados.

—Usted mencionaba Vietnam. Según el documento hay cinco años de retraso de escolaridad entre los países de América Latina, Uruguay incluido, y los primeros en PISA, la mayoría de ellos asiáticos. ¿Cuánto demorará la región en llegar a esos niveles de Shanghai o Singapur?

—Hay cálculos que son un tanto mecánicos, pero está claro que si seguimos como estamos ahora nos va a llevar varias décadas. Alcanzar el nivel que hoy tienen los asiáticos nos va a llevar demasiado tiempo. El tema es si ponemos el pie en el acelerador. Vietnam y Polonia lo han hecho y les ha ido bien. Estos cambios no se ven de un año a otro, trascienden un gobierno y por eso deben mantenerse como política de Estado. La forma de pensar una reforma es sostenerla por, al menos, una década.

—Cinco años de escolaridad es mucha distancia.

—Es un cálculo, también mecánico, que tiene que ver con determinar a qué equivalen los puntajes de PISA en términos de aprendizaje por año. El continente tiene cinco años de diferencia con los asiáticos.

—El documento asigna mucha importancia al valor de la educación preescolar.

—En América Latina muchos niños llegan a primer grado con déficit cognitivos muy serios por lo que la probabilidad de fracaso aumenta. Esas condiciones de fragilidad explican mucho de los problemas que vienen después. Esto se puede resolver con intervenciones en el hogar que deben darse antes de que el niño llegue a preescolar. Un niño mal nutrido en los primeros dos años de vida sufre un daño cerebral profundo. Es en esa población más frágil y en esa etapa del desarrollo donde el área social de los gobiernos debe intervenir. Luego, educación preescolar no significa construir más escuelas y contratar más maestros. Si la educación es de baja calidad los niños no van a estar bien preparados. Y para hacer algo de alta calidad se debe enfocar muy bien el gasto para que llegue a quienes más lo necesitan.

—Otro problema que identifica el documento es la mala vinculación de la educación con el mundo del trabajo.

—Hay una desconexión muy fuerte en América Latina entre lo que se enseña en educación media y superior con lo que el mercado laboral necesita. Ese cortocircuito responde a diversas variables, pero en gran medida hay una barrera cultural. El sistema educativo no tiene ni la tradición ni los incentivos para interactuar, escuchar y colaborar con el mundo del trabajo de manera de ajustar sus programas y forma de enseñar para un mundo que está cambiando de forma radical.

Una red de líderes por la equidad de la región

Diálogo Interamericano es una organización con sede en Washington que cuenta con una red de más de 100 líderes y expertos unidos en la misión de fomentar la gobernabilidad y la prosperidad de América Latina. Entre ellos se encuentran los presidentes de Chile, Michelle Bachelet, y de Colombia, Juan Manuel Santos. La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, los expresidentes Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Ricardo Lagos (Chile), Julio María Sanguinetti (Uruguay) y Ernesto Zedillo (México). También figura el uruguayo Enrique Iglesias, expresidente del BID y el escritor Mario Vargas Llosa.

PERFIL

Graduado en Berkeley

Ariel Fiszbein es Doctor en Economía de la Universidad de California (Berkeley). Durante 22 años trabajó en el Banco Mundial. Desde 2014 es director del programa de Educación de la organización Diálogo Interamericano. Ha alternado sus actividades con la docencia en la Universidad de San Andrés (Buenos Aires) y, entre 1998 y 2005, fue secretario de la Asociación de Economía de América Latina y el Caribe(Lacea).

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Ariel Fiszbein. Foto: archivo El País

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