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Si es abril, la movida está en Minas

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El festival tradicional realizado en Minas congrega decenas de personas. Foto: archivo El País

Los hijos de Santiago Chalar mantienen la antorcha del festival que creó el traumatólogo.

Es sábado de mañana y Adela Paravís está cumpliendo años. Su marido prepara el fuego. En cualquier momento llegan los otros tres hermanos que conforman la familia Paravís Martínez, hijos de Carlos Paravís y Adela Martínez.

Se sabe que Carlos y Santiago Paravís Martínez traerán sus guitarras y vendrán vestidos con ropa de gaucho. Se festeja el cumpleaños de la hermana mayor el mismo día en que se celebra el espectáculo benéfico que soñó y organizó su padre: la fiesta de Minas y Abril.

Desde su época como estudiante de Medicina, Carlos Paravís eligió llamarse Santiago Chalar para empuñar la guitarra y cantar. Lo hizo para encubrir de su padre la pasión que sentía por la música tradicional, ya que él era un médico que creía que la profesión no se podía llevar bien con el arte.

Tiempo después Santiago Chalar alcanzaría la fama y para muchos llegó a ocupar el segundo lugar en las preferencias tras Carlos Gardel, para asombro y gozo de su padre, según recuerda su hija Adela.

En 1981, un accidente de ómnibus se llevó la vida de decenas de personas a pocos kilómetros de Minas. Los heridos llenaron las precarias instalaciones del hospital público local. No había forma de atenderlos de manera adecuada a todos.

Carlos Paravís era el único traumatólogo de la localidad. Había llegado a Minas después que el dictador Gregorio Álvarez lo dejara sin trabajo en el Banco de Seguros porque Santiago Chalar se negó a cantar para el régimen, según recuerdan sus hijos.

Aquel siniestro marcó a fuego al médico y folclorista. Comenzó a buscar un plan que permitiera mejorar las instalaciones. El Estado le decía que Minas estaba muy cerca de Montevideo y que los usuarios debían trasladarse hasta allí para curarse.

Tres años después del accidente, como forma de ayudar al hospital, Paravís se juega todo y lanza la idea de hacer un festival folclórico, tan de moda en aquellos tiempos. No había plata. Nuevamente le puso el pecho a las balas.

"Llamó a Pepe Guerra y le ofreció un trueque: él cantaría gratis en Treinta y Tres a cambio de una presentación del olimareño en Minas. Hizo lo mismo con otros artistas y con los tropilleros", contó Adela a El País.

"Papá se pasaba todo el año devolviendo aquellos intercambios", narró Adela.

De esa forma nació el festival "Minas y Abril", con el mismo nombre que lleva el título de una canción escrita por el poeta Santos Inzaurralde y musicalizada por Chalar.

Se trata de una precisa descripción del paisaje serrano en el otoño. Una estrofa reza: "Minuano donde tú vayas no te canses de decir que si Dios baja a la tierra por el altar de la sierra, baja en Minas y en abril".

La hija del médico y folclorista recuerda que esa frase fue inspirada en una salida a caballo durante el mes de abril. Alguien comentó, maravillado por la luz del paisaje serrano, que si Dios bajara a la tierra sería en ese lugar al que llamó "altar".

El concepto quedó en el alma de los artistas y se volvió canción. Con el paso de los años el tema se transformaría en el himno popular de los minuanos.

El festival.

En los 32 años siguientes el hospital local recibiría grandes aportes económicos de la fiesta criolla que lo transformarían para siempre.

En los primeros tiempos Paravís llamó a un grupo de amigos para trabajar en la organización con la condición de que todos fueran honorarios. El único premio sería poder ayudar al hospital. Y así se hizo y se sigue haciendo. Los organizadores siguen siendo voluntarios.

Elegir un espacio físico para la fiesta no era sencillo. Paravís recordó un predio abandonado en el Parque Rodó de Minas, donde su hijo Carlos solía jugar al fútbol con amigos. Alguien había pensado en instalar un velódromo en el lugar. Habían juntado grandes cantidades de tierra y se había hecho un hueco enorme en el medio. El plan para los ciclistas fracasó y el espacio fue abandonado. Chalar imaginó tropillas y cantores en el lugar con el público mirando desde las alturas. Y así fue, el escenario tenía que ser ése.

"El festival fue un éxito, se consiguieron los materiales que se precisaban y lo más importante: mostró su actitud frente a la vida. Él era así, tenía una gran empatía con el otro y generosamente pensaba en las necesidades de los demás. Además, mostró que se podía encontrar soluciones con lo que se tenía a mano", dijo Adela.

Todos iguales.

Paravís, colorado y batllista, se asoció desde 1978 a la poesía del muy blanco Santos Inzaurralde. También tenía vínculos de amistad con varios artistas de izquierda.

"En el dolor somos todos iguales. Cuando entrás al block quirúrgico dejás los títulos y las fortunas en la puerta. De esa forma se paraba mi padre ante la vida", expresó Adela.

Durante nueve años Carlos Paravís trabajó para el hospital público honorariamente. Vivía de su trabajo en la mutualista privada de Minas.

Cuando Salud Pública presupuestó su cargo y le designó un salario por su tarea resolvió devolver el cheque a la administración.

Lo hacía todos los meses. Cumplía con el requisito formal de firmar el sueldo y de inmediato lo devolvía, según recuerdan los funcionarios administrativos del nosocomio.

En alguna ocasión resolvió romper con ese ritual para entregar el salario a alguna familia necesitada. También fue honorario cuando en el año 1994 el gobierno lo nombró director del hospital. Estuvo muy poco tiempo en el cargo porque se enfermó y murió en noviembre de ese año.

Gestos.

"En casa no faltaba nada pero no había piscina o auto cero kilómetro. Cuando se enfermó, un hombre me vino a ver para ponerse a las órdenes. Me contó que en un momento se quedó sin trabajo y papá le pagó el alquiler durante seis meses. Me dejó sin palabras", contó Adela.

Algunos pacientes recuerdan gestos de Paravís muy extraños para un médico. Cierta vez una mujer tenía enyesada una pierna desde la cintura hasta el tobillo. Vivía en el medio del campo. No había ambulancia para trasladarla. Paravís la llevó en brazos hasta su coche y la trasladó a su casa.

MÚSICA DE TODO GÉNERO.

Del Folclore al rock y la cumbia pop.

Con el paso de los años, la evolución del festival "Minas y Abril" marcó algunos cambios en su programación para que siguiera siendo una fuente de recursos para el hospital local. Si bien la música folclórica y las tradiciones criollas siguen siendo el centro de la actividad, se han sumado artistas de otros géneros. Por ejemplo, en la noche del viernes pasado actuaron los folcloristas Larbanois & Carrero, y a continuación el grupo de cumbia pop Márama, cerrando la jornada la banda rockera Buitres. "A mí me costó mucho adaptarme al cambio, era como un momento para el gaucho y su fiesta. Sin embargo, abrimos la cabeza, sentimos que estábamos aferrados al pasado pero que los demás también disfrutaban de otras cosas. Entonces, hay que incluir y acompañar las transformaciones. Esto es un festival pensado para recaudar para el hospital, la entrada sigue siendo muy accesible", dijo la hija de Paravís.

Este domingo culmina Minas y Abril con un programa que comienza a las 9:30 horas con el tradicional desfile de caballería gaucha. Al mediodía habrá un homenaje masivo a Santiago Chalar y Santos Inzaurralde. Luego comenzarán las jineteadas en el ruedo y tendrá lugar la actuación de los hijos de Chalar, Carlos y Santiago Paravís. La fiesta culminará a la hora 22:00.

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