A partir de hoy, Pablo Goncálvez (46) será un hombre libre. Desde hace tres años se encuentra alojado en la cárcel-chacra de Campanero, Minas, cumpliendo una pena por los asesinatos de Andrea Castro, Ana Luisa Miller y María Victoria Williams ocurridos en 1993.
La Justicia lo condenó a 30 años de prisión. Goncálvez, entonces estudiante de Ciencias Económicas, trabajó y estudió en la cárcel, y así redujo su pena en siete años. Trabajó en talleres y dio clases de inglés a reclusos.
Desde que El País informó el domingo 12 de que Goncálvez iba a ser liberado, se desató un debate sobre si este se había o no rehabilitado. Los psiquiatras coinciden en que tiene un trastorno "crónico" y que se necesita de la voluntad de la persona para que los tratamientos sean efectivos. ¿Eso significa que volverá a cometer un crimen? "Es poco probable", dijo el psiquiatra forense Yamandú Martínez.
Efectivos del Instituto Nacional de Rehabilitación que convivieron años con Goncálvez tienen una visión similar. "Él tuvo muchas salidas transitorias tanto en Montevideo como en Minas. Nunca pasó nada. Fueron tres años", dijeron fuentes policiales a El País.
La organización Mujeres de Negro exige saber "cuál es la rehabilitación" que ha tenido Goncálvez, "y si verdaderamente está apto para vivir en la sociedad". Jenny Escobar, coordinadora de Mujeres de Negro, solicitó la difusión de una foto actual de Goncálvez.
CÁRCEL DE CAMPANERO