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En una reciente entrevista concedida al diario El Observador, el presidente de la Cámara de Industrias, Washington Corallo, advirtió que en la actualidad el 70% de las ramas industriales se encuentran en problemas, producto de la caída de la demanda interna y de las dificultades de competitividad que enfrentan los productos uruguayos en el exterior.

Corallo fue más lejos y sostuvo que desde 1993 a la fecha el país pasó de 30 mil a 12 mil unidades productivas, y alertó que en los últimos cinco años la industria perdió la friolera de 40 mil puestos de trabajo.

El industrial no cargó las tintas contra el actual gobierno. Incluso sostuvo que "hace lo que puede". Pero llamó al Estado, a los trabajadores y a las empresas a sentar las bases de un diálogo que permita enfrentar juntos la actual coyuntura y encontrar soluciones de consenso que pasen por entender que los uruguayos debemos ser "más eficientes y más productivos", que el sector público y las empresas del Estado deben, en ese sentido, predicar con el ejemplo, y que no es bueno un aumento salarial del 10% para los trabajadores cuando este resulta en un incremento del 100% en el desempleo.

¿Es imposible que los actores públicos, empresariales y sindicales se sienten en torno a una misma mesa y acuerden las bases que permitan al Uruguay enfrentar la actual desaceleración de la economía? ¿Es una utopía pensar en algunos acuerdos básicos que supongan que el Estado no traslade sus ineficiencias al sector privado, y que trabajadores y empresarios pacten condiciones mínimas para reemplazar la inconducente lucha de clases por un esquema que contemple mejoras en las remuneraciones que lleguen de la mano de mejoras en la productividad, ahorros por eficiencias u obtención de nuevos mercados?

¿Dónde creemos que nos llevará el actual esquema de enfrentamiento entre trabajadores y empresarios? ¿De verdad pensamos que por este camino vamos a atraer más inversiones? ¿O las estamos corriendo con este modelo sustentado únicamente en el reclamo permanente, en la queja, en los paros y las medidas distorsivas de la actividad productiva?

¿No somos capaces de darnos cuenta que por este camino no vamos a ningún lado? ¿No pueden verlo los sindicalistas? ¿O es que algunos lo ven pero ya no pueden controlar a sus bases? ¿No se debe la dirigencia sindical un debate a fondo sobre estas cuestiones?

¿Y el gobierno? ¿Hay decisión política de llegar a fondo con el anunciado "Diálogo Social" y de hablar, de una vez, de estas cosas que hacen al futuro del país y de su gente? ¿No es tiempo de que el sistema político en su conjunto aborde, sin mezquindades, la cuestión del continuo desborde sindical y el costo que ese desborde le está generando al país? ¿No es hora de hablarlo en serio con los referentes sindicales y de buscar salidas antes que sea demasiado tarde?

¿Y los empresarios? ¿No va siendo tiempo de que haya más dirigentes como el presidente de los industriales, tendiendo la mano y proponiendo un diálogo serio y de fondo, y menos empresarios que crean que el problema se comenzará a solucionar cuando el Frente Amplio ya no sea gobierno?

¿Cuándo asumirá cada quien su responsabilidad histórica?

[email protected]

LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

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