Cosas que pasan: Crónicas de la peste
Hoy el coronavirus se impone como un significante amo. No podemos dejar de hablar de él, lo seguimos en tiempo real en su avance demoledor.

Hoy el coronavirus se impone como un significante amo. No podemos dejar de hablar de él, lo seguimos en tiempo real en su avance demoledor.
No es mi intención opinar sobre si está bien o mal como se encara el tema y mucho menos sobre los motivos del mismo. Pero si me interesa pensar en sus efectos colaterales, en aquellos que no tocan directamente la pandemia, como los estragos en el cuerpo, sino en esos más imperceptibles e insospechados, más del orden de lo subjetivo que se cuelan entre nosotros.
Unos de ellos, es el encierro forzado que se ha generado y los efectos del mismo. El filósofo Byung-Chul Han plantea en su libro Buen entretenimiento que el “ocio se ha convertido en un insufrible no hacer nada”. El ocio en estos tiempos parece relacionado exclusivamente al trabajo, como su contracara. Se trataría de tener tiempo libre para descansar del trabajo. Para la mayoría se ha convertido en un tiempo vacío e insoportable. Algunos hasta se enferman por esto, los médicos lo nombraron como leisure sickness, la enfermedad del ocio.
Este efecto colateral de la pandemia nos marca que el ocio se ha tornado en un problema para todos nosotros. El sueño que alguno podía tener de estar con todos estos días a disposición se transformaron en algo del orden del displacer.
Se ha montado toda una infraestructura para “ayudar” a soportar este tiempo indolente. Es así que profesionales de todo tipo, incluidos algunos psicólogos, han salido a los medios y a las redes recetando tips y herramientas para poder soportar lo que otrora parecía añorado. Remedios para pasar ocupados con el tiempo libre. Organizarse para que esas horas libres se conviertan en tiempo de trabajo y un poco menos ocioso.
Paradojas de la vida contemporánea que nos revelan que la explotación voluntaria como forma de autorrealización es la moneda que circula, y el ocio parece ser un significante inadaptado a estas épocas. Quién iba a decir que una pandemia nos iba a mostrar esto tan descarnadamente.

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