Publicidad

Ropa interior menstrual: ¿una solución innovadora para las mujeres en crisis humanitarias?

Compartir esta noticia
Jaqueline, de 73 años, lava su ropa dentro del campo para personas desplazadas de Bulengo en el que vive, en Kivu Norte. República Democrática del Congo, julio de 2014Phil Moore
Jaqueline, 72, in Bulengo IDP camp near Goma, North Kivu: She lives here with two of her grandchildren - their parents were killed in the late 2000s, near Bukavu. She has an injured leg and spine when she fell from a bridge near Bukavu. 'It's very difficult to live here. We haven+t received any help at all. We have nothing. People spend the whole day searching for vegetables. If someone takes pity on us, they can give us a bit of 'fou-fou' or some beans. My grandchildren were sent away from school because we have no money for the school fees. We don't even have money for soap, to wash clothes. It's only if someone gives us a few francs that we can buy some soap. I can't cultivate with my injuries, I can't even carry a jerrycan of water...
Phil Moore/Phil Moore

Salud

El acceso a una buena higiene menstrual es clave para la salud y bienestar de las mujeres. Pero durante crisis humanitarias, sus necesidades no son cubiertas.

Trabajo para Médicos sin fronteras (MSF) desde 2013, primero como enfermera y luego como coordinadora médica, principalmente en lugares que no tienen muchos recursos o infraestructura.

Una cosa que el personal de MSF sabe es que gestionar la higiene menstrual en una zona de crisis no siempre es fácil. En muchos de los contextos donde trabajamos, los productos para la menstruación pueden ser escasos o estar completamente ausentes, por lo que cuando empacaba mis maletas para mis primeras misiones, las toallas sanitarias ocupaban la mayor parte del espacio en mi equipaje. La falta de letrinas, las malas condiciones de higiene y la falta de suministro de agua y de privacidad complican aún más las cosas, sobre todo cuando estás en movimiento.

Sin embargo, recientemente encontré algo que me funciona mejor: ropa interior menstrual. Es ropa interior lavable y duradera capaz de absorber el flujo menstrual sin la necesidad de ningún otro producto.

Mientras estaba en una misión en la provincia de Kivu Sur, en la República Democrática del Congo, compartí con una colega mi experiencia personal usando esta ropa interior. Desde esa primera conversación comenzamos a preguntarnos: ¿podría esto funcionar en un entorno rural para mujeres que han sido desplazadas, que enfrentan muchos más desafíos que nosotras? Con esa conversación comenzó este viaje.

El contexto

La gente en la República Democrática del Congo ha vivido décadas de conflicto. Cuando estalla la violencia, las personas tienen pocas opciones y sólo les queda huir, dejar atrás sus hogares y sus medios de vida, y a menudo se encuentran viviendo en campos temporales con poco acceso a servicios básicos como agua potable, baños o atención médica.

Hay más de cinco millones de personas que han sido desplazadas internamente de esta manera en la República Democrática del Congo; se ha convertido en la mayor crisis de desplazamiento en África. Cuatrocientas mil personas desplazadas viven en la provincia de Kivu Sur, y más del 50% son mujeres.

Si bien se han realizado algunos trabajos para hablar sobre la higiene menstrual durante las intervenciones humanitarias, existe una evidencia muy limitada sobre productos menstruales adecuados en el contexto del desplazamiento.

La higiene menstrual es parte de la salud reproductiva y, como tal, es un derecho fundamental y una necesidad básica que debe ser considerada. La falta de productos menstruales adecuados y de espacios seguros para gestionar la higiene menstrual puede provocar a las mujeres un gran malestar y ansiedad, que a su vez puede convertirse en vergüenza y miedo estigmatizante.

Entonces, ¿cómo lidian las mujeres desplazadas con la menstruación? ¿Podría ser útil introducir la ropa interior para menstruación en los kits de higiene que distribuimos en la República Democrática del Congo?
Toda innovación comienza con una pregunta y una idea. Para probar la nuestra, decidimos postularnos al Sapling Nursery, un fondo de MSF que ayuda a los equipos a probar nuevos enfoques que tienen el potencial de cambiar para mejor la forma en que trabajamos.

El primer paso

Nuestros y nuestras colegas congoleñas en la ciudad de Bukavu, en Kivu Sur, brindan apoyo técnico y administrativo a nuestros proyectos en la región, ayudando a garantizar que la atención médica llegue a las personas que la necesitan. Esta vez nos acercamos a las integrantes del equipo con una nueva solicitud: ¿nos ayudarían a ser las primeras en evaluar la ropa interior para menstruación y participar activamente en este proyecto? Recibieron la idea con entusiasmo, y así empezó nuestro primer piloto.

Algo que he aprendido trabajando con MSF es que cada contexto es diferente. Eso quiere decir que, aunque las crisis humanitarias crean necesidades que a menudo pueden satisfacerse con soluciones similares, es vital enmarcar estas soluciones de manera que sean culturalmente apropiadas para comunidades específicas.

Es por eso que pasamos una mañana junto con nuestras colegas de Bukavu, discutiendo creencias y tabúes sobre la menstruación, los lugares donde podemos obtener información al respecto, nuestras primeras experiencias con la menstruación y los desafíos más comunes.

Aprendimos que uno de los aspectos clave sobre la menstruación de las mujeres en la República Democrática del Congo es la privacidad. De hecho, las mujeres no quieren que nadie, ni siquiera otras mujeres, sepan que están menstruando. Después de esta sesión, distribuimos la ropa interior para menstruación entre nuestras colegas congoleñas y, tres meses después, volvimos a reunirnos para discutir su experiencia con el producto. La retroalimentación fue positiva en general. La ropa interior era cómoda y limpia, fácil de usar y lavar y, lo más importante, abordaba el importante tema de la privacidad.

El siguiente paso

Para evitar dar por sentados nuestros hallazgos iniciales, decidimos que el siguiente paso será llevar esta idea a una zona rural en Kivu Sur y ejecutar un segundo piloto con un mayor número de participantes.

Lo más importante para nosotras es que el piloto debe tener un proceso inclusivo con las mujeres congoleñas y que sus opiniones estén al centro de todo, para que juntas podamos entender si la ropa interior menstrual que vamos a suministrar a las comunidades realmente mejorará su calidad de vida.

Para lograr esto, trabajamos junto con la Unidad de Innovación de MSF Japón para diseñar sesiones de retroalimentación con la comunidad, destinadas a comprender las creencias, los tabúes y los desafíos de la menstruación en este entorno más rural. También contamos con el asesoramiento de expertos y expertas en promoción de la salud y participación comunitaria, así como de especialistas en salud reproductiva, para estructurar cómo se obtendrán y evaluarán los comentarios de la comunidad.

Pronto nos dimos cuenta de que la menstruación es un tema delicado y un tema de empoderamiento, y como tal debe ser abordado con sensibilidad, por mujeres y para mujeres, para que las participantes reciban apoyo para tomar las decisiones adecuadas para ellas.

Mucho trabajo y pasión

En las próximas semanas, esperamos que llegue un cargamento de ropa interior menstrual a Bukavu, donde se distribuirá en las comunidades rurales. Pronto podremos continuar nuestro viaje, aprendiendo más sobre los desafíos de la higiene menstrual y pensando en nuevas soluciones y enfoques. Si la retroalimentación del producto es positiva, una tercera fase considerará la introducción del producto en los kits de higiene que MSF distribuye a las personas desplazadas que de otra manera no tendrían acceso a estas necesidades básicas.

Aprender sobre el manejo de la higiene menstrual en comunidades vulnerables es lo que nos mueve y encontrar cómo hacer realidad las soluciones será nuestro principal desafío. Estamos planeando documentar nuestro progreso con regularidad a través de nuestro blog y esperamos que se unan a nosotros en este viaje.

*Chiara Domenechini, enfermera de Médicos Sin Fronteras

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad