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La historia de una beba extremadamente prematura que luchó contra todas las expectativas

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Hospital de MSF en Lankien, Sudán del Sur. Copyright: Brendan Bannon
MSF hospital in Lankien South Sudan. Patients come and go from the main entrance of the hospital.
Brendan Bannon/Brendan Bannon

Mujeres

Las probabilidades se pusieron en contra de una pequeña bebé que nació con solo 26 semanas en una unidad de maternidad en una localidad remota de Sudán del Sur.

“Recuerdo el día en que la mujer fue admitida a nuestra sala de maternidad en Lankien, Sudán del Sur. Se le había roto la fuente y comenzaba a tener contracciones. Aunque tenía seis meses de embarazo, no había tenido acceso a cuidados prenatales porque vivía muy lejos del hospital. Nos dijo que a menos que se hubiera presentado una complicación grave, las personas del pueblo donde vive no la habrían llevado al hospital.

Muchas mujeres de su pueblo dan a luz a sus bebés en casa, con asistencia de una partera tradicional capacitada pero no cualificada. Pero la mujer decidió ir al hospital porque su parto se estaba prolongando demasiado.
Ella y su esposo estuvieron luchando por cinco años para tener un hijo, pero ella solo había tenido abortos espontáneos, siempre en el mismo punto del embarazo.

Cuando llegó al hospital, su parto había tomado realmente mucho tiempo, estaba preocupada.

-“Tal vez nunca tendré un bebé” dijo.

Las posibilidades de sobrevivir

Nuestra paciente dio a luz a una beba extremadamente prematura, que pesó solo 780 gramos y tenía una respiración irregular tras estar atrapada en el canal cervical por horas.

La beba tenía pocas posibilidades de sobrevivir. La levanté, la sequé bien, sujeté y corté su cordón umbilical, la envolví con cuidado y calidez, la coloqué en la mesa de reanimación y le di oxígeno.

Después, la beba estuvo monitoreada, regresé para ver a la madre que comenzaba a sangrar. Controlamos la situación y la trasladamos a la sala de maternidad para mantenerla en observación.

Lamentablemente, no quería ver a su bebé porque estaba segura de que había muerto y su familia ya se la había llevado para enterrarla.
"Me está mirando”

Luego de poner a la madre a salvo, le pedí a una de las parteras que viera el lugar donde cuidaban a la beba para verificar su condición. Cuando la partera la vio, gritó, “¡Oh! ¡Mira a esa beba, me está mirando con sus grandes ojos!”

Estaba en shock, -“¿Está viva?” pregunté La partera me contestó, -“Ella me miraba... ¡así que está viva!”

Siguiendo los protocolos para bebés prematuros, comencé a darle líquidos por vía intravenosa y también antibióticos porque la madre había estado más de 24 horas en casa. La cubrí con una manta térmica y comenzamos su registro de observación y tratamiento.

Y pronto llegó el momento de informar a la madre sobre su bebé.
Pero, antes de entregar a la recién nacida, tuve una larga plática con la madre. Hablamos sobre la condición de su bebé y la posibilidad de que no sobreviviera.

En ese punto, no estaba segura de cual tratamiento sería mejor para la pequeña; no teníamos una incubadora ni una unidad de cuidados intensivos neonatales. Tenía que estar en la sala con otras madres y bebés a su alrededor. Nos aseguramos de que su cama estuviera en un lugar bien iluminado y bien ventilado.

Todas las personas en el equipo y la misma familia teníamos que trabajar en conjunto por esta beba.

Poco a poco

Por varias semanas la condición de la beba tuvo altibajos.
Luego de cuatro semanas, comenzó a ganar peso poco a poco. Lloraba y respondía cuando tenía hambre o estaba mojada. Pensé que estábamos logrando un progreso.

Pero un día, mientras la revisábamos, la encontramos inconsciente y luchando por respirar. Cuando la toqué, se sentía muy fría y pensé que moriría. De inmediato la tomé para llevarla al cuarto de reanimación y comencé a atenderla. Mejoró, pero estaba mucho más débil.

Continúo teniendo esos ataques, así que la tratamos con más líquidos intravenosos y antibióticos con los que fue mejorando gradualmente.

Cuando la estabilizamos por completo, le pedí a la madre que comenzara a sostener a su bebé en su pecho. A esto lo llamamos “cuidados madre canguro”. La pequeña comenzó a amamantar bien y seguimos controlando su peso con regularidad.

Luego de dos meses y medio en el hospital, la bebé ganó dos kilos y finalmente estaba lo suficientemente bien para ir a casa.
Una maravilla

Nadie había visto sobrevivir a una beba tan prematura y frágil en un lugar tan remoto. La partera principal del centro, nos dijo: “ha habido maravillas en la medicina en el pasado y está podría ser una de ellas”.

La familia y la comunidad en el pueblo de Lankien estaban muy felices el día en que dimos de alta a la beba. Todos vinieron para llevarla a casa, y la mamá sigue llevando a la beba a la sala de maternidad para sus consultas de seguimiento. ¡Ella está muy bien!

Estar con MSF me ha enseñado que con trabajo en equipo, podemos brindar atención médica integral de alta calidad, y que incluso con recursos limitados podemos salvar vidas.

Y, ciertamente, esto fue un gran milagro. Una beba que nació a las 26 semanas y pesó solo 780 gramos, logró sobrevivir. La pequeña está viva, sonriendo y bien.

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