“Mi mamá es una mujer muy luchadora. Por diferentes razones de la vida, estudió varias cosas y cada vez que necesitó supo reinventarse para salir adelante. Sin duda, de ella heredé la resiliencia, las ganas enormes de superarme y también esa capacidad de reinventarte para seguir adelante con mis sueños, poniendo siempre como eje los valores que aprendí con ella”.

"El sentido común. El gusto por el conocimiento, el dibujo, el arte, la historia, la cultura. El ser inquieta para aprender, hacer cosas o viajar. Me enseñó a ponerme en el lugar del otro y a dar sin esperar recibir nada a cambio, sino solo porque nace del corazón. En lo estético heredé su pasión por componer, que aplica a la arquitectura o al armar una mesa para agasajar a quienes queremos. No heredé su puntualidad”

“El placer del intercambio con quienes piensan distinto. El amor por la libertad y la reciprocidad entre derechos y responsabilidades. La convicción que el cambio empieza en uno y que trabajar por la justicia social implica pensar que no hay ciudadanos clase b. Que la capacitación y el trabajo digno son el camino para la equidad, la independencia y la posibilidad de establecer vínculos significativos más allá de la familia”.

“La fuerza de voluntad, el saber que puedo salir adelante por mí misma. Ella es la primera profesional de su familia, es psicóloga. Me enseñó a no conformarme, a dar un paso más. Siempre me dijo que puedo hacer lo que quiera, más allá de los prejuicios ajenos o que los demás no lo entiendan o les pueda parecer muy loco lo que quiero. Heredé su tranquilidad una actitud positiva, de pensar que todo estará bien”.

"Rosita, mi mamá, me tuvo de muy joven: con 22 años. Ella ha tenido una vida con muchas caídas y siempre se ha levantado y salido adelante. De ella heredé el no dar nunca nada por perdido. Además Rosita toca la guitarra y también canta, quizá por eso la música siempre estuvo presente en mi casa".

#“Mi madre me brindó una maleta llena de valores con la que recorro la vida. Valores que no negocio y que han moldeado a la mujer que soy. Valores que también transmití a mis hijos. La gratitud, la honestidad, la tolerancia, la solidaridad. Y además entre otras muchas cosas, me enseñó que la educación y el conocimiento son un pase a la libertad”.

“Nada y eso es genial. No lo digo con una connotación negativa porque me parece que está bien. Me gustaría que mis hijos no se me parezcan. ¿Por qué deberían hacerlo? Encontrarse en la diferencia es precioso. Me gusta ser diferente a ella, somos muy distintas y con los años he aprendido a comprenderlo y me gusta. Ella es feliz como es y yo soy feliz como soy. En cuestiones concretas, las dos somos friolentas”.

"Mi mamá hacía jineteadas. Cuando yo tenía tres años, se cayó del caballo y se levantó como si nada. En ese momento me inculcó como que la fortaleza física no era sólo de los hombres. Me inculcó fortaleza, mentalidad abierta, espiritualidad y curiosidad en lo espiritual. No haría lo que hago y no sería lo que soy si no fuera por ella, que es tan interesante y tiene con tantas facetas como un caleidoscopio”.

 "Herédé el carácter, la personalidad. Es una mujer elocuente, nunca tuvo pánico o pudor alguno en decir lo que piensa y eso me enseñó. Soy hija única y me crié con ella. Fue quien me enseñó que nadie es más que nadie. En lo físico soy muy parecida a ella, mi sonrisa es igual. Estoy muy orgullosa de parecerme a mi mamá, es lo más grande que hay, es lo mejor que tengo y soy lo que esoy gracias a a ella”.

"De mi mamá heredé la pasión por Nacional y la vocación docente".