Arte
Nuestras columnistas Ivonne Soza y María Victoria Vázquez nos traen una columna que reflexiona sobre las obras de arte que ponen la mirada en las ventanas.
Los ojos son las ventanas del alma, eso es un saber popular. Qué sería de nuestra vida de no ser por las ventanas, sobre todo en estos tiempos de responsabilidad colectiva, donde el tercero se diluye en una distancia correcta. Aunque extrañamos el abrazo, la mirada lo compensa y tenemos consuelo en el ver.
En la historia de la pintura nos encontramos con obras que por lo diferente, en su momento, fueron revelación. Por ejemplo, Bartolomé Esteban Murillo retrataba la profunda y olvidada sociedad de su tiempo en el siglo XVII. Qué mejor que una ventana para conectar dos mundos tan disímiles: el que mira y el mirado. Su obra, "Las gallegas" retrata a dos jóvenes prostitutas.
Por su parte, Edvard Munch plasmó en repetidas oportunidades a jóvenes frente a la ventana. El artista noruego tenía innumerables fobias y adicciones, entre ellas, las más recurrentes eran el miedo a el exterior o agorafobia, a las multitudes. Munch hacía especial hincapié en que no pintaba lo que ve, sino lo que ya había visto.
"Yo miro, tu me miras, no lo sé", parecen decirnos las elocuentes y a la vez silenciosas obras de Edward Hopper. El artista plasmaba espacios llenos de luz, con personas distraídas haciendo cosas banales. Los espacios fueron retratados de manera minimalista y vacíos de humanidad ,como si las miradas, en ambos extremos, llevaran consigo toda una profunda carga de soledad y espera, algo común en nuestros días de pandemia.
María Victoria Vázquez nació en Montevideo, 1989. Estudió con Tunda Prada y siguió con Fermín Ombú, Olga Mocchi, Susana Moreno, Clever Lara y su actual socia Ivonne Soza.
Ambas tienen la iniciativa Amarillo Casa de Arte un espacio donde dan clases y dictan talleres. Contactalas a través de su emprendimiento Amarillo Casa de Arte y a través de los sitios deMavi Vázqueze Ivonne Soza.