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La ciencia explica por qué nos da sueño luego de almorzar

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Foto:Archivo EME

Bienestar

Si te dan ganas de dormir luego de comer, existe una explicación científica por la que sentís que no podés abrir los ojos.

¿Te ha pasado que al regresar del almuerzo a tu puesto de trabajo no podés concentrarte en tus tareas? ¿Te sentís adormecida y la pereza se apodera de tu cuerpo, no lográs mantener los ojos abiertos y lo único que deseás es una buena siesta?

Si recurrentemente te sucede, no te preocupes, ¡a todos nos pasa! Sentir sueño después del almuerzo es algo muy normal y tiene su explicación científica.

En primer lugar, según el nutricionista Robbie Clark, “nuestro cuerpo requiere energía para funcionar y sobrevivir. Conseguimos esa energía a través de la comida, que se deshace a través del proceso digestivo y se convierte en combustible, y los macronutrientes proveen calorías al cuerpo. Nuestro sistema digestivo dispara muchas respuestas dentro de nuestro cuerpo”.

Otra de las razones por las que sentís sueño después de comer se debe al tipo de alimentos que consumís: la insulina que produce el cuerpo después de comer permite la producción de serotonina y melatonina, las hormonas que regulan la felicidad y el sueño. “La secreción excesiva de insulina causa que el triptófano, un aminoácido esencial, viaje hacia el cerebro. Una vez ahí, hace que se aumente la producción de serotonina y melatonina, dos neurotransmisores que tienen un efecto calmante y ayudan a regular el sueño”, señaló Clark,

No todos los alimentos tienen el mismo efecto, explica la nutricionista Jemma O’Hanlon: los responsables son los carbohidratos. “Los alimentos que contienen carbohidratos, como pan, pasta, arroz y papas, aumentan la producción de un neurotransmisor conocido como serotonina, que puede mejorar el humor, pero también nos hace sentir algo somnolientos”.

Entonces, ¿de qué alimentos te tendrías que alejar si querés mantenerte despierto durante la tarde? Productos con mucha proteína, como la espinaca, la soja, huevos, queso y pescado contienen altos niveles de triptófano. El pan blanco también es un gran culpable, pero si no podés eliminarlo de tu dieta, mejor cambialo por uno integral.

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