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Apunte de cata: Rudy, el gran estafador disponible en Netflix

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Rudy

Gourmet

Nuestro especialista en vinos nos trae recomendaciones para pasar la cuarentena y conocer más historias vinculadas al mundo del vino.

Para ver y entretenerse en una semana tan especial, Netflix es una ayuda que amortigua el confinamiento y en su oferta actual, dos films aparecen en los que el vino es protagonista. 

Cata Amarga que cuenta la historia de un chico que quiere ser sommelier y Sour Grapes cuenta en forma documental, las andanzas del joven Rudy Kurniawan en el exclusivo mundo de los mega ricos. Este atrevido y talentoso indonesio, llegó a Estados Unidos en 1998 con una visa de estudiante que expiró en 2003. No lo tuvo en cuenta, se quedó y hasta hizo caso omiso a una orden del Servicio de Inmigración para repatriarse.

Dotado de una sensibilidad extraordinaria para catar y para reconocer los mejores vinos, desembarcó en los círculos de los coleccionistas, casi todos ellos asiduos asistentes a las subastas de raras botellas.

En el 2000 Acker Merrall & Condit de New York con una muy valiosa botella de Borgoña, para incluirla en la próxima subasta. Como tarjeta de presentación sólo dijo que en el Lejano Oriente, su familia contaba con el monopolio de la distribución de Heineken para China, lo que le significaba recibir un millón de dólares por mes. Y le creyeron.

Esta tradicional y exclusiva tienda había comenzado a incursionar un par de años antes, en el lucrativo negocio de los remates de vinos, un sector vibrante de la economía que venía en sostenido ascenso, desde el comienzo de la burbuja de las empresas Dot.com. Le fue bien con el precio obtenido y volvió una y otra vez con más botellas antiguas y famosas, lo que hizo que sus compradores empezaran a invitarlo a sus excepcionales catas.

En cada reunión y pese a su juventud, sus demostradas dotes de catador y su memoria gustativa excepcional, le crearon tal fama de experto, como para ser el primero que los magnates invitaran a la próxima reunión.

Al mismo tiempo sus envíos de botellas a las subastas de AMC se incrementaban y Rudy ya pasaba a la fase 2 de su plan, para convertirse en un exitoso vendedor de vinos de altísima calidad. A muchos de los millonarios que lo frecuentaban, les llamaba la atención y le preguntaban sobre la procedencia de su fortuna, para lo cual siempre manejaba el monopolio familiar de distribución de cervezas en China.Y Rudy llegó a la cumbre. Para 2006, llegó a vender vino por valor de 28,4 millones de dólares. Además coleccionaba obras de arte, relojes de lujo y autos fuera de serie. Con solo 30 años, el joven inmigrante indonesio había amasado una fortuna y ya era una celebridad que se daba la gran vida. Estaba en su mejor momento, tocando el cielo con las manos. Pero, siempre hay un insignificante detalle que lo estropea todo.

Un día, Laurent Ponsot, propietario del prestigioso Clos Saint Denis del Domaine Ponsot de Borgoña, denunció que Kurniawan había vendido botellas de un vino top de su bodega, correspondiente a las cosechas que iban entre 1945 y 1971, algo que era imposible ya que su familia había empezado a embotellar ese vino recién en 1982. Esta fue la primera denuncia, que por suerte para él no tuvo mayor repercusión.

Años más tarde y como se relata en la publicación de La Vanguardia de Cataluña: “También el multimillonario Bill Koch, se dio cuenta de que había comprado a Kurniawan varias botellas con falsas etiquetas. Contrató entonces a un detective experto en impresos falsos, el cual tras una minuciosa investigación, llegó a conseguir suficientes evidencias como para denunciarlo”.

Laboratorio clandestino el FBI entró en acción y al allanar su casa en 2012, el castillo de naipes de Rudy se vino abajo. Su secreto quedó al descubierto al encontrar cientos de botellas de Borgoña principalmente, algunas llenas, otras vacías y similar cantidad de etiquetas para identificarlas.

También una impresora de gran precisión, corchos usados y cápsulas prontas para colocar. Se aclaró entonces porqué después de cada degustación en un restaurante, el joven experto siempre pedía al personal, que le enviaran a su domicilio todas las botellas y los corchos utilizados.

Los detectives así mismo encontraron, muchas botellas de vinos californianos sin descorchar, destinadas a proveer la materia prima para que el experto con su contenido, ensamblara los vinos que rellenarían a las famosas destinadas al próximo remate.

Severa condena

Más de tres horas duró la audiencia en un tribunal del sur de Manhattan y al dar la sentencia el juez Richard Berman dijo: "Esto fue un fraude económico muy serio, una manipulación de los mercados estadounidense e internacional. Rudy lo escuchó sin reaccionar y al finalizar el dictamen que lo condenó a 10 años de cárcel dijo en voz casi inaudible: "Siento mucho lo que he hecho". El juez identificó siete víctimas a las que Kurniawan deberá pagar, un total de 28,405 millones de dólares por las pérdidas ocasionadas.

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