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Apunte de Cata: Barras de Mahoma tiene sus tintos

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Foto: Eduardo Lanza

Gourmet

Nuestro experto y fundador de la Sociedad de Catadores, Eduardo Lanza, nos trae una nueva recomendación esta semana.

Los vinos Corral de la Sierra que producen el Ing. Agr. Mario Rappa y su familia, nacen en el viñedo que poseen en su establecimiento de Barras de Mahoma, departamento de San José.

En 1995, recién casado con Silvina Delafond, el matrimonio decide instalarse allí, buscando escapar al ajetreo citadino y para estar más cerca de la producción.

En esas 1.400 hectáreas se dedicaron a crear distintas unidades productivas y él lo cuenta de esta manera: “en este campo tenemos una cabaña de Aberdeen Angus y criamos Merino Australiano, porque creemos en la genética de carne. También producimos semillas y para complementar tenemos un acuerdo de forestación. Pero la viticultura nos atraía mucho y en el año 2000 me integré al Grupo CREA Viticultores, ya decidido a implantar nuestro propio viñedo y apoyado por la familia. Hicimos un arreglo con Establecimiento Juanicó para que nos guiara en nuestros primeros pasos y nos comprara las uvas producidas”.

Muy bien asesorados, plantaron sólo tres variedades tintas – Tannat, Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon – y por diez años se manejaron con este acuerdo. En 2008, la gran seca les obligó a instalar el riego, porque esos suelos de Sierra de Mahoma tan permeables y tan buenos para la inserción de las raíces en profundidad, no retienen el agua que las plantas necesitan, cuando las lluvias no llegan.

Foto: Eduardo Lanza
Foto: Eduardo Lanza

Una alianza que da buenos frutos

Al no contar con bodega propia, la ecuación económica no daba un resultado conveniente. Pero como se sabe los grupos CREA sirven para conectar productores y en este caso se dio. Mario conoció a Diego Spinoglio y como siempre, un comentario trae otro y la idea de unir esfuerzos tomó forma.

Mario lo recuerda: “En 2015 decidimos empezar a vinificar nuestras uvas en la bodega de Diego y creamos esta marca, que evoca el antiguo corral o manga de piedras, que en otra época sirvió para encerrar ganado. No fue un proceso apresurado, sino bien meditado y que en la medida que lo fuimos concretando, nos contagió de un entusiasmo muy especial. Fue fundamental, el apoyo de Silvina, de mis hijos y de mi hermano, que si bien es cirujano, también participa del emprendimiento”.

Algunos son varietales y otros de corte

La familia Spinoglio está instalada desde hace décadas en Cuchilla Pereira, al norte de Montevideo. Diego dirige la bodega que cuenta con un coqueto restaurante abierto al público y un espacio de fiestas que se usa mucho para casamientos y celebraciones.

En base a su extensa experiencia da su visión sobre esta particular alianza: “Es un placer procesar uvas de este lugar tan diferenciado de otras zonas vitícolas del país. Da gusto trabajar con Mario por la pasión y las ganas que le pone a este proyecto. Mi padre siempre decía que el ser bodeguero requiere conciencia y paciencia. No hay que juzgar los vinos de aquí, para decidir si son mejores o peores que otros. Son los de Barra de Mahoma y lo que buscamos es que expresen esa personalidad tan diferencial”.

Los tres varietales que ellos elaboran son muy frutados, muy bebibles y no pasan por madera. Esto se da en especial en el Cabernet Franc, aunque más corpulento pero también sabroso, el Cabernet Sauvignon va dirigido a otras preferencias. El Tannat resulta muy reconocible, con unos taninos maduros que le dan una clara tipicidad. Pasado un tiempo, a ambos productores les tentaba contar con un tinto de corte, pero de más categoría y que integrara las tres variedades. Nació entonces el Amadeus, que fue bautizado así según Mario y Silvina: “por el amor y proximidad con la música clásica y la admiración por Mozart, si no el mejor, uno de los mejores compositores de todos los tiempos”.

Hoy en su coloración, el Amadeus ya muestra una natural evolución. De buen bouquet, bien integrado de madera y fruta madura, en boca muestra estructura, con taninos de buen porte y un final largo. Ahora le llegó el turno a un Single Vineyard, otro tinto en el que también participan las tres cepas tintas y que en estos días ya estará en el mercado.Cambia, todo cambiaEs muy interesante el fenómeno que en estos años se está dando en nuestro sector vitícola. Mientras el total de las hectáreas cultivadas en el país descienden cada año, nuevos emprendimientos como este nacen y prosperan.

“Es un proceso de transformación por el cual – comenta Fernando Pettenuzzo, presidente de la Asociación de Enólogos – los viticultores que no tienen una unidad productiva detrás, que siguen con un viñedo viejo y con variedades de uvas que no son las demandadas, no pueden rentabilizar su operativa y cambian de rubro agrícola. A su vez, los nuevos productores se enfocan en la calidad, implantan sus viñedos con criterios modernos y los trabajan con tecnología. De todas maneras esto no se traduce en una compensación de hectáreas plantadas, porque son más las que desaparecen que las nuevas”.

Acertado comentario de un conocedor de nuestra realidad, del que sirve rescatar que a pesar de esas bajas, estos nuevos emprendimientos se instalan apuntando sobre todo a la calidad de nuestros vinos.

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