Publicidad

Historias de piel: Supuestos corporales del sexo y el deseo

Compartir esta noticia
eme

INTIMIDAD

En su columna, Ruben Campero interpela a partir de qué supuestos binarios y sexo-corporales aprendemos a decir y sentir que deseamos a alguien por ser “hombre” o “mujer”.

eme

Supongamos que sos una persona cuyo deseo sexual se orienta hacia los hombres, y que a través de una red social conocés a uno que comienza a atraerte erótica y afectivamente de manera muy especial e intensa, en tanto te cautiva su apariencia física, su voz, su manera de mover el cuerpo y mirar(te), los temas que aborda en las conversaciones, las actividades que realiza, la sensualidad de sus gestos, su “onda”, así como la manera en que te hace sentir cuando conversás con él. Tanto es así que no sienten la necesidad de tener sexting ya que prefieren ir conociéndose de a poco.

Finalmente acuerdan una cita presencial en un pub, con lo cual continúan corroborando que la atracción se incrementa conforme pasan los encuentros. Luego de varias idas a cenar, a bailar o al parque, acuerdan ir al apartamento de él para poder estar más cómodos y seguir profundizando en la intimidad que fuertemente vienen experimentando, facilitando el escenario para que se pueda dar una interacción física más sexualmente explícita.

Conforme se da la interacción corporal descubrís que entre sus piernas “no hay” lo que lo podrías haber imaginado que había, sino que en su lugar te encontrás una vulva. De hecho prestás más atención a su pecho peludo y recién ahí constatás que debajo de los pezones se divisan unas cicatrices apenas perceptibles de lo que probablemente haya sido una mastectomía bilateral.

¿Cual sería tu reacción ante esta situación? Si bien la misma estará condicionada por las singularidades de ambos vinculándose desde un contexto siempre novedoso, el imaginario social que impone como “viable” para los cuerpos y los deseos solo una diferencia sexual binaria, haría que tu reacción probablemente sea la sorpresa, e incluso la interpelación hacia tus ideas previas y prejuicios sobre lo que implica “ser hombre” y sobre aquellas cosas que disparan tu deseo erótico-afectivo por ellos.

¿Debería haberte dicho desde el principio que él es un hombre trans género? ¿Hubieras podido/querido transitar por todo ese proceso de interés erótico y emocional hacia él teniendo esa información? Pero ¿porqué él debería darte un dato como ese? ¿Acaso las personas cis género hablan sobre la infinidad de artilugios cosméticos, químicos, protésicos y sociales que usan a diario para lucir femeninas o masculinas de manera tal de “cuajar” como “normales” en el mercado social y erótico?

Y con todo esto ¿cómo creés que suele sentirse una persona trans género, no tanto ni necesariamente por su disconformidad personal con el sexo y género que le asignaron al nacer, sino por la violencia cotidiana que recibe al tener que estar “avisando” de antemano y “explicando” su existencia en tanto su cuerpo, su sexo y se género se “recombinarían” de maneras diversas e inéditas respecto de los supuestos que obligatoriamente los harían “corresponder” sólo desde una determinada ecuación existencial?

Si, por otra parte, examinás tu atracción inicial hacia él ¿que cosas dirías que conforman y corroboran tu orientación sexual hacia los hombres? ¿Es acaso la presencia de un pene o una vulva la condición necesaria y obligatoria para considerar a un nuestro deseo erótico por alguien desde un formato “reconocible”?

Es evidente que aquí también operan preconceptos falocéntricos que indicarían que “la carencia” de pene hace que un cuerpo cobre un valor devaluadamente diferencial en tanto que “le falta” algo “importante”. Creencia que se corrobora en la discriminación misógina que existe hacia las mujeres y los sujetos femeninos, e incluso hacia los hombres tran género que no se han sometido a modificaciones genitales quirúrgicas. Algo que en definitiva ya se evidencia desde la mismísima explicación que se le da a un niñe sobre la diferencia sexual binaria y hegemónica, cuando se les dice que “los nenes tienen pene y las nenas NO”.

Pero esto no se da exactamente de la misma manera cuando “la sorpresa” sobre la no correspondencia de esos supuestos binarios sobre el cuerpo, el sexo y el género operan desde una mujer trans género. La cultura masculina hegemónica, de hecho, toma contacto sexual a diario con los cuerpos y los penes de estas mujeres. Obviamente que de modo clandestino, ya que los costurones que mantienen “coherentemente” unificada la normalidad sexo-genérica y el deseo heterosexual deben permanecer ocultos para que las coordenadas del poder luzcan “naturales”.

Claro que mantener la ilusión de “normalidad” sale cara, y en general ese precio lo pagan más duramente los cuerpos de estas personas trans que son discriminadas, violentadas y asesinadas de múltiples maneras, luego de que son usadas como basureros de las proyecciones de un mundo “normal”, que además les explota sexualmente y de múltiples otras maneras.

Como es posible ver, la idea de la existencia de hombres y mujeres “enteros” y “coherentes” corporal, sexual y genéricamente, y por tanto muy diferentes entre sí y muy iguales entre ellos, no sería más que el producto de una concepción de época que, poco a poco, viene interpelándose en su vigencia y efectividad social y política. Cuestionando a su vez con ello los supuestos binarios y sexo-corporales desde los cuales aprendemos a decir y sentir que deseamos a alguien por ser “hombre” o “mujer”

conocé a nuestro columnista
Ruben Campero
Ruben Campero 

Psicólogo, Sexólogo y Psicoterapeuta. Docente y autor de los libros: “Cuerpos, poder y erotismo. Escritos inconvenientes”, “A lo Macho. Sexo, deseo y masculinidad” y “Eróticas Marginales. Género y silencios de lo (a)normal” (Editorial Fin de Siglo).

Fue co-conductor de Historias de Piel (1997-2004, Del Plata FM y 2015 - 2018,
Metrópolis FM). Podés seguirlo en las redes sociales de Historias de Piel: Facebook, Instagramy Twittery en su canal de YouTube.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad