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Mamá estimula: Niños impacientes, ¿cómo educarlos cuando esperar pasó de moda?

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Niño se tapa la cara. Foto: Pixabay.

CON LOS HIJOS

Claudia Guimaré explica la importancia de aprender a gestionar la frustración de los más pequeños y el control de impulsos en la infancia.

Niño se tapa la cara. Foto: Pixabay.
Foto: Pixabay.

El que espera desespera" dice el refrán y vaya si esto es cierto hoy día. Seguramente todos recordemos viajar en familia, en auto u ómnibus (o incluso en tren) cuando éramos niños y qué distinto era a como es hoy. No teníamos celulares ni tablets, no existía el DVD ni se podía bajar películas. Ni siquiera existía el walkman y para muchos incluso leer era imposible por los mareos.

Tampoco los teníamos a mano para amenizar la espera en el pediatra, ni mientras nos llevaban a la escuela, ni mucho menos mientras esperábamos la comida sentados en algún restaurant. Y sin embargo sobrevivimos.

Sin embargo seguramente lo primero que hacemos los padres y madres hoy día, antes de por ejemplo comenzar un largo viaje en carretera, sea pensar qué le vamos a llevar a los chicos para que se entretengan o antes de arriesgarnos a una escena mientras nos traen la comida, aflojamos celulares para que la experiencia de todos sea más fácil y amena.

El problema es que a esperar se aprende en la infancia, cuando la corteza prefrontal del cerebro está en pleno desarrollo. Y si desde ese entonces ya nos acostumbramos a que no es necesario “encontrarle la vuelta” al aburrimiento, distraernos y aprender a gestionar nuestra frustración por ello, más adelante nos costará muchísimo más hacerlo, y esto, aunque parezca increíble, puede ser tremendamente nocivo para nuestro desarrollo futuro, no sólo por poder ocasionar problemas de atención y control de impulsos en la infancia sino también por propiciar más adelante, problemas en nuestro desarrollo laboral académico e incluso social y afectivo.

Así lo demostró en la década del 70 Walter Mischel, un reconocido académico de la Universidad de Stanford, EEUU, con su “marshmallow experment” (el experimento del malvavisco), un famoso estudio sobre la gratificación retrasada.

En el mismo se ofrecía a niños pequeños una gratificación pequeña inmediata (un malvavisco) o una mayor (dos) si eran capaces de esperar por ella 15 minutos. Los niños participantes del estudio fueron seguidos por los investigadores durante décadas y (si bien los resultados del estudio han sido desafiados en los últimos años, dándole mayor peso al contexto socioeconómico de los participantes que originalmente), el mismo demostró que aquellos niños que habían sido capaces de controlar sus impulsos y esperar por la gratificación mayor por entender que era lo más conveniente, habían desarrollado vidas más plenas, mostrando mayor desarrollo académico y laboral, e incluso, eran más saludables, teniendo por ejemplo mejor índice de masa corporal por llevar adelante vidas menos sedentarias etc.

Y si bien este experimento ha sido desafiado en los últimos años donde nuevas investigaciones sugieren que el original no dio suficiente importancia al entorno socioeconómico de los participantes y que esto podría influir en los resultados incluso más que el poder de la voluntad de los participantes, nadie parece contradecir el hecho primario de que saber esperar, es un aprendizaje importantísimo para el desarrollo pleno de los seres humanos y que por el contrario, no saber hacerlo, o no poder lograrlo si importar las circunstancias, constituye un enorme problema que padres y educadores necesitamos abordar desde el inicio de la crianza ya que es cuando se sientan las bases de nuestra conducta pero también cuando más lo necesitamos.

Porque “a los niños (explica Álvaro Bilbao, neuropsicólogo español especialista en crianza y autor de “El cerebro del niño explicado a los padres”), les cuesta mucho trabajo tolerar la frustración porque las partes más internas del cerebro tienen más conexión en la infancia hacia la parte racional que hacia la emocional y esto quiere decir que las emociones tiran mucho más de la razón que la razón de las emociones y es por ello que les cuesta tanto trabajo controlarlas”.

“Curiosamente vivimos en un momento en el que parece que esperar está pasado de moda” -sostiene Bilbao- en el que parece que los niños lo tienen que tener todo ya, que los niños deben estar entretenidos en todo momento, y nosotros los padres debemos estar estimulándolos constantemente, sin dejarles oportunidades para aburrirse y donde los padres mismos somos quienes a veces eliminamos esos pocos momentos que tienen los niños para esperar (…) cuando esperar es la medida cognitiva más importante para predecir muchos aspectos de éxito a nivel social, emocional y educativo del ser humano”.

En las últimas décadas además, nuevos estudios han indicado que el aburrimiento es incluso altamente beneficioso para los chicos porque incentiva la capacidad creativa de los más pequeños para alcanzar un desarrollo más completo, y como señala por ejemplo Teresa Belton, una de las académicas que ha estudiado este efecto, "los niños necesitan tiempo para no hacer nada" y agrega que "las expectativas culturales de que los menores deban estar siempre activos, podrían obstaculizar su imaginación".

Nuestra sociedad valora la productividad a un punto en el que casi que estar estresado es sinónimo de ser exitoso y de tener un trabajo interesante, que nos demanda el máximo de nuestras capacidades. Y por ello, así como por la falta de tiempo para la familia que esto conlleva, los padres y madres terminamos armando agendas diarias hipercargadas de actividades en las que los niños tienen poco que decir sobre cómo preferirían invertir el tiempo hasta que a la larga, ya no saben cómo hacerlo y acaban no pudiendo enfrentar esa falta de planificación.

Es por ello que Bilbao insiste en que los niños necesitan oportunidades para aprender a sobrellevar las frustraciones naturales de la vida. No se trata de frustrarlos a propósito, sino simplemente dejar que se enfrenten con las limitaciones que tiene una vida normal y que ellos mismos aprendan que son capaces de gestionar la frustración, porque si los ayudamos a tenerlas, podrán tener experiencias de éxito en sus estudios, con sus amigos, con sus familias y en su vida en general.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA
claudia guimaré
Claudia Guimaré

La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

Conocé cómo Mamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos.

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