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Uruguayas piden cancha en el cooperativismo

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Tras analizar la situación de las mujeres en las cooperativas uruguayas, el diagnóstico rubricado por la Doctora en Sociología Natalia Genta promueve líneas de acción para impulsar cambios

La participación de las mujeres en el cooperativismo está en la mira; así como también la legislación vigente y algunas reglamentaciones que regulan a las cooperativas.

Con miras a modificar esta realidad el Instituto Nacional del Cooperativismo (INACOOP), el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y el Programa Ganar-Ganar de ONU Mujeres trabajan desde 2018 en un diagnóstico que impulsa a la acción.

¿Cuáles son las principales desigualdades de género identificadas en las organizaciones cooperativas?; ¿Por qué se presentan? y ¿Cuál sería la situación deseable?, fueron las preguntas orientadoras que dieron el puntapié inicial al diagnóstico de situación realizado por Natalia Genta, Doctora en Sociología por la Facultad de Ciencias Sociales, docente y consultora de ONU Mujeres.

En la consultoría denominada Asistencia técnica para la incorporación de la perspectiva de género en el Cooperativismo, el diagnóstico da un paso más y propone líneas de trabajo en cinco ejes: Sensibilización y formación; Corresponsabilidad en los cuidados; Mecanismos de promoción de equidad de género; Cambios normativos y Empoderamiento.

Hallazgos. Aunque la presencia femenina aumentó en cargos de representación, sus roles más frecuentes se relegaron a comisiones de fomento o de educación, sin peso en decisiones.

En primer término a las mujeres se les exige más que a los hombres. “De hecho las que llegan a roles de dirección tienen un hito extraordinario en su trayectoria, como superar situaciones de crisis económica o de mala gestión de fondos en su cooperativa, son de un perfil excepcional”, enfatiza Genta y detalla que no hay igualdad de oportunidades. “La legitimación de las mujeres está asociada a logros extraordinarios, que no se les exigen a los hombres”, remarca.

Al mismo tiempo, las mujeres enfrentan barreras para acceder a cargos de decisión. “Muchas no pueden cumplir con el imaginario de “cooperativista director ideal”, puntualiza Genta.

La idea imperante es que este directivo destina gran parte de tiempo a la cooperativa, no tiene limitación alguna de horarios, no tiene inconvenientes en viajar, puede estar en contacto cercano con los cooperativistas, visitándolos con frecuencia, por ejemplo. Por eso quienes acceden a puestos directivos son mujeres mayores, que no tienen hijos pequeños a su cargo o no tienen hijos, por lo que cuentan con mayor disponibilidad de tiempo.

“Pareciera que las mujeres tienen escasa disponibilidad, pero lo que sí ocurre es que hacen una distribución distinta, no viven de espalda a su mundo familiar, conjugan y adaptan reuniones a horarios que conjuguen ambos mundos”, dice la profesional.

En este sentido, la gestión eficaz del tiempo y una adscripción a las normas son cualidades valoradas en las directivas. “Establecen límites para las horas de dedicación al trabajo en la cooperativa y se perciben como más efectivas en el uso del tiempo”, señala el diagnóstico.

Violencia y Acoso. “Se percibe que la violencia de género en el marco de organizaciones cooperativa es menos habitual porque existen relaciones más horizontales y democráticas que en organizaciones de tipo empresarial capitalista tradicional”, señala Genta. Esta “confianza” en las instituciones cooperativas, contribuye a que no se hayan establecido mecanismos o protocolos que permitan prevenir, dar tratamiento, sanción e incluso derivación, tanto de acoso sexual como de violencia doméstica.

“En la práctica sí hay casos de acoso sexual y violencia de género y deberían establecerse protocolos que hasta ahora no están previstos”, señala la investigadora. En este sentido también se promoverán acciones para resolver formalmente otras situaciones, como ser, la necesidad de contar con un sistema de cuidados para que las mujeres puedan desarrollarse dentro de la cooperativa y también trabajar en ella.
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Cambios legislativos tras el diagnóstico

“Esta consultoría no se quedará en el escritorio”, puntualiza con orgullo Natalia Genta. La siguiente fase será hacer recomendaciones con miras la próxima Ley de Cooperativas. La legislación vigente, por ejemplo, establece que en la cooperativas agrarias una sola persona tiene a su nombre el usufructo y gozo de la vivienda (generalmente el hombre). “Propusimos a la comisión de Asuntos Cooperativos del Parlamento que incorporara cambios con una mirada de género, como la doble titularidad de la vivienda”, dice Genta. Hasta el reciente cambio, si un hombre era denunciado por violencia de género y tenia la casa a su nombre, no solo no dejaba la cooperativa, sino que podía dejar a la mujer y a sus hijos sin techo.

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