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Las reinas kazajas del ajedrez que inspiran a toda una generación

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dinara
Nicola, Silvana

MUJERES

Kazajistán vive un auge del ajedrez en el que sus principales figuras son jóvenes jugadoras que superan con creces a los varones de una sociedad profundamente patriarcal.

Son frecuentes los titulares de la prensa kazaja que celebran las victorias en torneos internacionales de las figuras locales. Algunas jugadoras, como la joven de 23 años Dinara Saduakassova, la mejor clasificada entre las mujeres de Kazajistán, adquire una fama que trasciende el ajedrez.

Saduakassova abrió una cadena de escuelas de ajedrez por todo el país en las que se imparten clases a 600 niños y se convirtió en embajadora de buena voluntad del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

"Veo todo este auge del ajedrez, veo que se están abriendo tantos centros para su enseñanza, que el ajedrez se está introduciendo en las escuelas, y me doy cuenta de que yo he contribuido a ello, a hacer que el ajedrez sea popular, a animar a los padres a inscribir a sus hijos en los clubes de ajedrez", dijo Saduakassova.

"Me parece estupendo porque el ajedrez (...) es muy útil en la vida", añadió, defendiendo que ayuda a desarrollar el pensamiento analítico.

La exrepública soviética ocupa el noveno puesto en el ránking de países de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) gracias a sus 10 mejores jugadoras, en comparación con 28º puesto de hace una década.

Sin embargo, en lo que respecta a los jugadores de ambos sexos Kazajistán tan sólo ocupa el 37º puesto. China es el país que domina el ránking de mujeres.

Kazajistán también está entre los 20 primeros países del mundo en cuanto a participación femenina en el ajedrez, según un estudio realizado por el gran maestro australiano David Smerdon.

Él cree que es más probable que las mujeres jueguen al ajedrez en países con desigualdad de género porque es uno de los pocos campos en los que realmente pueden competir con los hombres y tener la certeza de que el resultado se juzgará sin discriminación.

Apertura de escuelas

El número de escuelas de ajedrez en las dos ciudades más grandes de Kazajistán, Almatý y Nursultán, se ha multiplicado por diez en los últimos tres años, según datos de la federación local, con unos 200.000 niños y adolescentes tomando parte en las competiciones reguladas.

El ajedrez también se enseña en más de 200 escuelas regulares.
Ampliamente celebradas por sus proezas intelectuales, las jugadoras de ajedrez kazajas desafían los estereotipos de género en una nación donde muchos consideran que el feminismo es una palabra sucia y Ulbolsyn, que significa "que tengas un hijo", es un nombre legítimo con el que se bautiza a algunas niñas.

"Creo que hoy en día en los países de la antigua Unión Soviética la palabra feminismo tiene algunas connotaciones negativas", dijo Saduakassova.
"Me gustaría decir que el feminismo no sólo consiste en luchar por los derechos de la mujer, sino también en hacer frente a cuestiones importantes como la violencia doméstica, el matrimonio infantil o el secuestro de novias, por lo que defiendo que se respeten plenamente los derechos de todas las personas".

La joven campeona afirmó que no busca obtener un beneficio económico de sus escuelas, que abrió con ayuda de un préstamo del Estado para pequeñas empresas y que son gratuitas para los niños procedentes de familias pobres y para aquellos con discapacidades.

Es difícil señalar una sola razón para el éxito del ajedrez femenino en Kazajistán, si bien es posible que el hecho de haber formado parte de la Unión Soviética, que dominó el deporte durante décadas hasta su desintegración en 1991, podría haber ayudado.

Las mujeres de Kazajistán ya habían superado a los hombres en la década de los 80, señala la empresaria Saule Kaldybayeva, que jugaba en la selección nacional de Kazajistán por aquella época, antes de optar por una ocupación distinta en la tumultuosa década de los 90. Otro factor podría ser el generoso apoyo financiero tanto por parte de donantes privados como del Estado.

"Me he preguntando numerosas veces sobre esta cuestión", dice Kaldybayeva. "Las mujeres kazajas deben tener algo especial".

(Información adicional de y redacción de Olzhas Auyezov desde Almatý; traducido por Darío Fernández en la redacción de Gdansk)

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