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Es uruguaya, empezó con US$ 500 y hoy sus prendas conquistan tiendas top de EE.UU. y Europa

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Mandinga

NEGOCIOS

La marca Mandinga comenzó a vender en el exterior desde 2019; hoy exporta el 65% de su producción y abre nuevos mercados

Cuando Analía Pereira terminó la carrera de diseño de modas, su abuela le dio US$ 1.000 para comprar una computadora que le permitiera trabajar. Pereira decidió comprar una a la mitad de precio y el resto lo usó para crear su primera marca de indumentaria, que luego se transformaría en Mandinga. Once años después, la marca vende en tiendas de EE.UU. y ahora conquista mercados en Europa, Asia y Oceanía.

En estos años la grifa se reinventó varias veces. Con su magra inversión, la diseñadora salteña empezó haciendo upcycling (reutilización de prendas y materiales desechados para crear otros nuevos). Después, en 2012, se inclinó hacia la ropa de fiesta que estaba confeccionada con telas compradas en la India que eran furor en ese momento. El quiebre se dio en 2017 cuando la emprendedora entendió la importancia de diferenciarse del resto. La respuesta estuvo siempre ahí, en su propio nombre, Mandinga. que hace alusión a la expresión autóctona «cosa rara de Mandinga», para referirse a lo distinto e inexplicable. Entonces decidió empezar a desarrollar sus propias estampas, inspiradas en la identidad uruguaya.

«Me di cuenta de que este es nuestro sello, es algo que podemos hacer desde acá y que siempre nos va a estar dando nueva vida», explicó Pereira. Este abordaje, además, le permitía sortear el desafío de la escasez de telas, un problema común entre las marcas locales.

Aunque la emprendedora estaba convencida de su visión, el público local no entendió del todo la propuesta. Con el equipo de diseño, se debatían entre hacer lo que realmente querían y lo que sabían que vendía.

«Hicimos un trabajo de pulirnos, de mejorar, de buscar un camino más pulcro entre este caos que es el mundo de las estampas. Y después dijimos: ‘hagámoslo sin miedo’», recordó Pereira. Fue en 2019 que decidieron abrazar el maximalismo.

Salto exportador

Si bien para la mujer uruguaya esta estética podía ser demasiado vanguardista, estaba muy alineada a las tendencias mundiales. Entonces, casi de forma intuitiva, se propusieron vender en EE.UU. Contactaron a la tienda multimarca de autor Lisa Says Gah! y, luego de intercambiar e-mails, concretaron su primera venta mayorista.

El negocio llegó en el momento justo, cuando empezó la pandemia, porque la baja demanda local les permitió enfocarse en la venta al exterior y empezaron a trabajar con una agencia que representa la marca en el mercado europeo.

Esa vertical de negocios, a cargo de Luciana Pereira, hermana de Analía, aumenta año a año. En 2020 exportaron un 4% más que el anterior, en 2021 crecieron un 28% y en lo que va de 2022 un 56%. Hoy, el 65% de su producción va a otros países.

Las colecciones para exportar es donde dan rienda suelta a su creatividad, mientras que las que venden en Uruguay son un «híbrido entre eso y lo que usaría el público local».

Hoy venden a 15 tiendas en EE.UU., entre ellas Urban Outfitters, Anthropology y Free People. También, desde este año, están Europa en el e-commerce de lujo Vasquiat, que llega a todo el continente, y en la boutique Ikigai en Ámsterdam. Además, llegan a tiendas de Australia, Japón y Canadá.

Pero el crecimiento también ha traído sus desafíos: cada vez les resulta más difícil encontrar talleres uruguayos que puedan absorber el volumen de prendas que necesitan producir, que además suelen ser complejas. A pesar de eso, están convencidas de seguir produciendo en Uruguay mientras sea posible.

Además, quieren trabajar el excedente de stock -un asunto que tiene en jaque a la industria- y crear prendas nuevas con piezas de colecciones pasadas, a través de técnicas artesanales de upcycling.

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