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Es tataranieto de Zorrilla de San Martín, se dedicó a los remates y su negocio "explotó" por la pandemia

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Sebastián Zorrilla de San Martín, fundador y propietario de Zorrilla Subastas.

ENTREVISTA

"Muchas veces el precio se va por las nubes y nos sorprende", asegura Sebastián Zorrilla de San Martín, fundador y propietario de Zorrilla Subastas

Tataranieto del «Poeta de la Patria», Juan Zorrilla de San Martín, y descendiente de una familia de intelectuales y políticos que marcaron la historia nacional, Sebastián canalizó ese acervo y su gusto por el arte como rematador público y con la fundación de la empresa de subastas que lleva su nombre, en 2012. Tiene 46 años (20 en la profesión), es divorciado y tiene tres hijos. Explica cómo el rubro creció en forma impresionante desde que comenzó la pandemia, tanto en el mundo como en Uruguay. Dice que el arte es visto como una buena forma de inversión en estos tiempos y que en su empresa nunca vendieron tanto como ahora. La proyección para el cierre de este año también es al alza.

El negocio de las subastas ha tomado impulso, también en Uruguay. ¿Cómo surgió su interés por el rubro y cómo ha evolucionado Zorrilla Subastas?

La familia Zorrilla de San Martín ha estado siempre vinculada al arte y a la política en la historia del Uruguay y todo eso que uno vive de niño, después florece. En 2001 hice un viaje por Europa con un objetivo cultural y, a mi regreso, se estaba formando una nueva empresa de remates, La Sub Hasta, de la familia Gomensoro, donde me contrataron como gerente. Estuve allí 10 años y aprendí este negocio. Luego, mi padre me mostró el camino de los estudios como rematador y, en 2012, abrí Zorrilla Subastas, justo en una época en la que hubo bastantes cambios, porque a los pocos años falleció Horacio Castells y el mercado quedó algo acéfalo. Mi empresa tuvo un crecimiento rápido.

En un sector con empresas de larga trayectoria, ¿cuál es el fuerte de Zorrilla Subastas?

Hacemos remates de catálogos, de alhajas, muebles, alfombras, pinturas, antigüedades, platería criolla. Los catálogos casi se han dejado de hacer en el mercado, pero nosotros los seguimos haciendo, aun en pandemia. Tienen el valor de que el cliente recibe un libro todos los meses, con sus partes de lectura y contenido cultural. Además, una vez que las piezas entran en catálogo, quedan inmortalizadas. En las sucesiones, lo toman con un homenaje al fallecido, queda la historia, el relato, las fotos, lo guardan para otras generaciones. Durante la pandemia, el cliente cambió mucho sus hábitos y ha valorado más a los catálogos, porque tiene más tiempo, está más en su casa, sobre todo la gente mayor que no está habituada al uso permanente de Internet. Todos los meses hacemos un remate de catálogo de distintas temáticas. El mes pasado hicimos uno de piezas históricas; nuestro trabajo es vincular la historia a la pieza más que la pieza en sí.

¿Por qué se están dejando de hacer los catálogos impresos en el mercado?

Son costosos y complicados. Ahora se estila hacer catálogos virtuales: la gente entra en las páginas de las empresas de subastas y compra. En 2015 noté que se estaba dando toda una movida de remates virtuales y fui dos semanas a París y a Toulouse, donde me especialicé en el tema. Me asocié a una empresa española y a dos plataformas norteamericanas: LiveAuctioneer e Invaluable. Son plataformas internacionales y eso eleva los precios de las piezas que se rematan al nivel internacional. Hay clientes de todas partes del mundo. Nosotros hacemos subastas presenciales y digitales.

Este es un momento histórico para el rubro en el mundo"

Sebastián Zorrilla de San Martín, fundador y propietario de Zorrilla Subastas.
Sebastián Zorrila de San MartínFundador y propietario de Zorrilla Subastas

¿Qué alcance tienen esas plataformas?

Cada una tiene unos 6 millones de seguidores de distintos países. En ellas se posicionan las principales casas de remates del mundo. Son muy especializadas y los clientes saben que rematar una pieza a través de las plataformas es acceder a millones de seguidores en el mundo. Cuando comenzó la pandemia y muchas empresas del rubro se decidieron por los remates virtuales, yo tenía años trabajando en eso. Tenemos un empleado escocés, que es nuestro enlace internacional, que atiende a nuestros clientes del exterior.

¿De qué países les están comprando piezas o colecciones?

En el remate que hicimos en mayo, nos compraron mucho de EE.UU. También de Mongolia, China, Rusia, Europa y Australia. Desde hace un par de años el mercado chino es un fuerte comprador de piezas. Nos pasó con dos centros de porcelana de un coleccionista belga que se había venido a vivir a Punta del Este. La base era US$ 1.000 y se vendieron a US$ 32.000, porque tres chinos se pelearon por Internet por esas piezas.

¿Quiénes son sus clientes?

En su mayoría, coleccionistas. Un 50% de nuestros remates son para el mercado local y un 50% para el extranjero.

¿Los uruguayos compran muchas piezas del exterior?

Sí, es interesante el coleccionismo que hay en Uruguay. Gracias a eso se repatrían muchas obras de artistas uruguayos que están dando vueltas por el mundo. Uruguay tiene una política muy ventajosa y es que prácticamente no se paga impuesto para traer arte.

Sebastián Zorrilla de San Martín, fundador y propietario de Zorrilla Subastas.
Sebastián Zorrilla de San Martín, fundador y propietario de Zorrilla Subastas. (Foto: Leonardo Mainé)

¿Cómo les va en pandemia?

Este es un momento histórico para el rubro en el mundo. Para nosotros, 2020 fue el mejor año desde que yo trabajo. Fue excepcional. Se vendió muy, muy bien, y este año promete más. Las ventas de 2019 a 2020 subieron 50% y las proyecciones indican que subirán 20% más este año. La pandemia mejoró el negocio, porque la gente no viaja y tuvimos la suerte de tomar sucesiones importantes. Eso hizo que los remates explotaran.

Nos gusta la euforia o adrenalina del momento del remate".

Sebastián Zorrilla de San Martín, fundador y propietario de Zorrilla Subastas.
Sebastián Zorrilla de San MartínFundador y propietario de Zorrilla Subastas

¿Qué es lo que más caracteriza a sus remates?

Generalmente, los competidores no hacen el remate en el momento, sino pujas como si fuera una licitación. Luego, le avisan al interesado si compró o no. En nuestro caso, el remate es en vivo; lo hago yo y los interesados lo ven. Puede haber ofertas previas, pero nos gusta la euforia o adrenalina del momento del remate. El acto es apasionante, dinámico, con energía propia

¿Cuántas subastas hacen al año?

Entre ocho y 10 por año.

¿Son pocas, no?

No, porque son muy grandes. En mayo sacamos una que consistió en 900 lotes. Lo nuestro es muy selectivo. A veces voy a una sucesión donde está la casa entera a disposición, pero solo me llevo dos piezas.

¿Cuál ha sido su subasta que ha alcanzado mayor precio?

Un Figari por US$ 105.000, en el año 2018.

¿Cómo funciona el negocio?

Nos llaman por las sucesiones o la gente nos envía fotos de las piezas, las tasamos sin cargo, las recibimos y, una vez vendidas, cobramos una comisión del 17% de lo tasado, impuestos incluidos. Defendemos el valor de la pieza del vendedor y le damos seguridad al comprador de que está adquiriendo un original y todo tipo de garantía.

¿Hay mucha falsificación?

Sí, permanentemente devolvemos obras falsas.

En agosto subastaron las pistolas del duelo entre José Batlle y Ordóñez y Washington Beltrán de 1920, ¿qué nos puede contar sobre cómo tuvo lugar esa subasta?

Las tenía el abogado Conrado Hughes Delgado, quien fue un sobrino-nieto del expresidente Baltasar Brum. Primero las heredó de su madre y, luego, las hijas del abogado, en la sucesión por su fallecimiento, decidieron que las habían tenido por mucho tiempo en la familia y que no querían tener armas en sus casas. Comenzamos a estudiarlas y estaban reproducidas en el libro Qué tupé de Diego Fischer, lo llamamos, investigamos, chequeamos y tuvimos la certeza de que habían sido utilizadas en el duelo. En la subasta, fueron compradas por la Comisión Nacional de Patrimonio, por US$ 11.550. La puja había comenzado en US$ 2.500.

La ley le da prioridad al Estado en las subastas, ¿qué tantas piezas u obras quedan efectivamente en poder del Estado?

La ley 14.040, que protege el patrimonio nacional, establece que el Estado no puja sino que toma la última oferta. Es una muy buena ley. Es difícil precisar con cuántas piezas se queda el Estado, porque muchas veces no está interesado o porque se fija un límite de precio. Hay piezas que quiere comprar, pero si pasan de ese límite, no puede hacerlo.

El Estado no puja sino que toma la última oferta"

Sebastián Zorrilla de San Martín, fundador y propietario de Zorrilla Subastas.
Sebastián Zorrilla de San MartínFundador y propietario de Zorrilla Subastas

¿Recuerda algún caso?

Sucedió con el anillo de Juan Antonio Lavalleja que subastamos en julio, que tenía US$ 1.000 de base y se vendió a US$ 7.000. El límite que se había puesto el Estado era de unos US$ 2.000, según me contaron después.

¿Qué otras piezas históricas, o raras destacaría de sus subastas a lo largo de los años?

Recuerdo un autorretrato de Joaquín Torres García, que había sido la portada de la revista Removedor, perteneciente al taller que lleva su nombre. Lo tenía el director de la revista, quien lo había vendido a un coleccionista que lo sacó al mercado y, por suerte, lo compró un coleccionista uruguayo.

¿Cuál es su próxima subasta?

Tendremos un remate el 1° de septiembre, que abarca prácticamente toda la historia de la pintura uruguaya, desde Juan Manuel Blanes hasta Jorge Damiani, de 1880 a 1990. Hay siete Pedro Blanes Viale, Pedro Figari, José Cúneo, José Pedro Costigliolo y otros principales pintores nacionales. Estamos haciendo 2.000 catálogos, de los cuales se reparten a domicilio más o menos unos 700.

"Es impresionante el valor que existe en Uruguay"

Sebastián Zorrilla de San Martín, fundador y propietario de Zorrilla Subastas.
Sebastián Zorrilla de San Martín, fundador y propietario de Zorrilla Subastas. (Foto: Leonardo Mainé)

¿Qué características tiene el mercado uruguayo en cuanto a sus antigüedades y piezas históricas?

El mercado uruguayo tiene la particularidad de ser muy europeo y con 200 años de migración, de gente que vendió -literalmente- sus casas enteras. En los 20 años que estoy en este sector, no hemos parado de recibir mercadería. Es impresionante el valor que existe en el país. Se venden piezas por remate porque es una garantía de precio del mercado. Es distinto que vaya un vendedor a una casa y ofrezca un precio, a la baja, que un remate que tiene la virtud de que siempre es al alza. Muchas veces los precios se van por las nubes y nos sorprende. El precio que fijamos es relativo porque, con la difusión adecuada, llegan ofrecimientos de muchísimos interesados de todo el mundo. Estamos en Instagram y estamos inaugurando una app a través de la cual la gente puede hacer ofertas. Los remates están cada vez más fuertes en el mundo; acá también se sabe que es la mejor forma de vender objetos valiosos. La mejor inversión en el mundo del último año ha sido en arte.

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