NEGOCIOS

The New York Times

"Hollywood es como Egipto: lleno de pirámides derrumbadas. Nunca volverá. Seguirá desmoronándose hasta que el viento lleve el último accesorio de estudio a través de la arena». David O. Selznick, el productor de la era dorada, hizo esa triste proclamación en 1951. La televisión castraba al cine como fuerza cultural y los estudios cinematográficos habían comenzado a fosilizarse en negocios orientados a resultados. Como dijo Selznick, Hollywood había sido «capturado por un grupo de contables y convertido en una industria basura».

Desde entonces, Hollywood ha escrito su propio obituario. Murió cuando intrusos como Gulf + Western Industries comenzaron a comprar estudios en los 60. Y luego cuando Star Wars (1977) y Superman (1978) convirtieron las películas en anuncios de juguetes. Los 80 (el VCR), los 90 (el auge de los conglomerados de medios), la década de 2000 (secuelas de fantasía interminables) y la de 2010 (Netflix) trajeron nuevas rondas de aprensión.
Pero el momento de crisis de Hollywood ahora es diferente. En los 110 años de historia nunca llegó tanta agitación tan rápido y en tantos frentes, dejando a escritores, directores, ejecutivos de estudio, agentes y otros trabajadores del cine desorientados y desmoralizados. ¿Se combinaron el streaming, el COVID-19 y otros desafíos para hacerlo desaparecer?

«Los últimos nueve meses sacudieron el negocio del cine hasta los huesos», dijo Jason Blum, productor cuyos créditos van desde la serie The Purge hasta BlacKkKlansman.

El streaming, por supuesto, viene interrumpiendo el negocio del entretenimiento durante algún tiempo. Netflix comenzó a ofrecer películas y programas de TV por Internet en 2007. Para 2017, Disney trató de potenciar sus propias ambiciones de transmisión al hacer una oferta por 21st Century Fox de Rupert Murdoch, y se tragó la mayor parte de la compañía por US$ 71.300 millones para expandir su contenido y controlar Hulu.

En los últimos meses, sin embargo, el cambio hacia el streaming se aceleró. Con más de la mitad de los 5.477 cines de EE.UU. aún cerrados, más de una docena de películas destinadas a la gran pantalla se redireccionaron a servicios online. La última aventura de Pixar, Soul, debutó en Disney+ en Navidad. Compitió con Wonder Woman 1984 (Warner Bros.), que llegó a los cines y a HBO Max el 25 de diciembre.

Mientras, Adam Aron, CEO de AMC Entertainment, cadena número uno de cines, citó a Winston Churchill en su última llamada de ganancias («¡Lucharemos en las playas!») en momentos que trata de mantener a flote la firma. La Asociación Nacional de Propietarios de Teatros pidió un rescate federal. Sin uno, «los cines corren el riesgo de quedarse a oscuras para siempre».

Sin aparecer en pantallas grandes, ¿las películas son películas? Luchar con esa pregunta llevó a Hollywood a una crisis de identidad. Pero la industria enfrenta otros desafíos, como cierres de producción forzados por el coronavirus que dejaron inactivos a miles de trabajadores. El fin de las dos mayores agencias de talentos, Creative Artists y William Morris Endeavour, dio paso a una diáspora de agentes; algunos inician firmas competidoras.

Hubo un cambio abrupto de guardia en la jerarquía de Hollywood, que contribuyó a la sensación de un vacío de poder. Nueve de las 20 personas más poderosas del mundo del espectáculo, clasificadas por The Hollywood Reporter en 2019, dejaron sus trabajos por diversas razones (jubilación, escándalo, guillotina corporativa). Incluyen a la persona número uno de la lista, Robert Iger (renunció como CEO de Disney).

Los despidos en Warner Bros. también golpearon la psique de Hollywood. A medida que otros estudios cambiaban de propietarios (Universal), eran reducidos (Paramount) o subsumidos (20th Century Fox), Warner permaneció casi intacto, como emblema de estabilidad y gasto. En los últimos meses, sin embargo, el estudio fue optimizado por un nuevo propietario agresivo, AT&T, lo que derivó en la partida de ejecutivos que habían estado allí por décadas. Por ahora, Warner Bros. tiene 10 películas en su calendario de estrenos de 2022, según IMDbPro. En 2019, lanzó 18.

Como muchos estudios retrasaron sus filmes más importantes, el calendario de estrenos parece un paraíso de superproducciones.

«Hay una razón por la que los locos años 20 siguieron a la pandemia de 1918», dijo J.J. Abrams, presidente de Bad Robot Productions. «Tenemos una necesidad reprimida y desesperada de vernos, de socializar y tener experiencias comunitarias. Y no hay nada que sea más emocionante que estar en un teatro con gente que no conoces, a quienes no necesariamente le gustan los mismos equipos deportivos o rezar al mismo dios o comer lo mismo. Pero gritan juntos, ríen juntos, lloran juntos. Es una necesidad social». El streaming y los cines se asentarán en la coexistencia, predijo.

«Ir al cine es como ir a la iglesia y ver una película en casa es como rezar en casa», comparó Abrams. «No es que no puedas hacerlo. Pero la experiencia es diferente».

Ir al cine es como ir a la iglesia y ver una película en casa es como rezar en casa. No es que no puedas hacerlo. Pero la experiencia es diferente".

J.J. AbramsDirector y productor de cine

La tradición de exhibir películas en pantallas gigantes, que data de la década de 1890, puede tener grandes desafíos, entre los que se encuentra la caída del 78% en las ventas de boletos en 2020. Pero un negocio de su escala, no desaparece para siempre en el lapso de unos meses de cuarentena. Pero, ¿Qué sucederá en 2022, cuando la emoción de mezclarse entre sí haya desaparecido y el streaming sea más fuerte que nunca?

¿Los jóvenes, entrenados durante la pandemia para esperar acceso instantáneo a nuevas películas adquirirán el hábito de ir al cine como lo hicieron sus padres y abuelos? La Generación Z forma una audiencia crucial: el 33% de los espectadores en EE.UU. y Canadá en 2019 tenían menos de 24 años, según la Motion Picture Association. La mayoría de los jóvenes habrá pasado un año sin ir a un cine para cuando lleguen las vacunas.

«Sí, hay una demanda reprimida para ver películas en un cine», dijo Peter Chernin, con 40 años en la industria. «Pero la gente cambia sus hábitos».

Chernin, quien supervisó el estreno de películas como Titanic y Avatar, alineó en 2019 su empresa Chernin Entertainment con Netflix, donde desarrolla más de 70 películas. Se especializa en dramas de calidad como Figuras ocultas y Contra lo imposible, una especie en extinción en cines. Sin embargo, es muy difícil ganar dinero cuando las campañas de marketing comienzan en US$ 30 millones. Pero la audiencia también ha cambiado. A la mayoría de las personas les parece bien ver estas películas en sus salas de estar y a veces, estremecerse, viéndolas en sus teléfonos inteligentes.

«El cine como forma de arte no va a morir», aseguró Michael Shamberg, el productor de películas como Erin Brockovich y Contagio. «Pero la tradición del cine en la que todos crecimos, nos enamoramos de las películas en una sala, se acabó. El cine debe redefinirse para que no importe dónde lo veas. Mucha gente no parece estar dispuesta a admitirlo», remató.